miércoles, 24 de febrero de 2016

O sea, como que...

-       “O sea, es como que: “sois todos unos comunistas y unos anti sistema”. Y eso es lo fácil ¿no? Es en plan que lo que vamos es a ayudar a la gente porque ya está bien de abusos, de que haya una casta que lo que hace es abusar de la gente. Es como que si viniéramos a destruirlo todo, cuando a lo que lo que en realidad venimos es a ayudar a los desahuciados y tal. Es en plan que hay gente que lo que ha hecho es invertir todos sus ahorros, y que los bancos les han prestado dinero de manera fraudulenta y que ahora se han quedado con su dinero y con su casa. Es como si tú ahora llegas en plan, “te dejo dinero para que tú hagas lo que quieras”, y luego me exiges que te lo pague porque no me lo estabas regalando. Pues claro, es como si yo te digo “toma mi casa” y luego te digo “oye, que me tienes que devolver mi casa”. Pues no habérmela dado ¿no? Es en plan: Tú vives en una Villa Miseria de mierda, pero yo que soy tu jefe te voy a dejar el dinero que necesitas para dejar de vivir allí. Entonces, como que tú me dices que sí y te presto el dinero. Pues muy bien. Y claro, no querrás que te lo devuelva, encima de que tú eres mi jefe y yo una trabajadora. Pues eso es lo que está pasando, que los que crean las necesidades, son los mimos que tienen el dinero para prestárselo a aquellos que tienen las necesidades. Como que yo ahora te enseño mi súper coche y luego te digo que si quieres uno igual yo te presto el dinero, pero tienes que devolvérmelo. Pues no habérmelo enseñado ¿no? Pues esa es la diferencia entre la gente y La Casta: la gente se machaca a trabajar sin contrato, se arrastra por un salario de mierda, para mantener a sus hijos que sufren desnutrición y tienen que mendigar alimentos en el colegio y a su mujer que trabaja doce horas hasta las cuatro de la mañana; y La Casta vive en una casa ideal, con veinte personas de servicio. ¿Pues tú qué harías? Es en plan: “te jodes porque yo soy rico y tú no”. Pero claro, es como que si tú eres rico, yo también tengo derecho a serlo ¿o no? Pues es como si te digo: “vamos a hacer un viaje” y quieres que lo paguemos a medias. Pues no, si tú eres rico, tú tendrás que pagar más que yo ¿no? O no querrás que yo, que no tengo dinero pague lo mismo que tú. Eso es lo que pasa, que los que tienen dinero son como en plan: “oiga, que yo tengo dinero pero es porque me lo he ganado, que yo también tengo derecho a subvenciones” Pues ya está bien ¿no? Si luego haces un acto reivindicativo en la facul, para poner de relieve las diferencias sociales, como que van y te condenan. Como que la mala eres tú por denunciar las injusticias. Pues ya está bien ¿no? Para mí el delito no es que un vaya a hacer una acto reivindicativo pacífico a una capilla. El delito de verdad es que mueran niños en Gaza o en la frontera de México con EEUU; que en el estrecho se ahoguen los seres humanos por docenas o que vivan miles de personas sin agua corriente en los campamentos de Tinduf…

-       ¿Alguna cosa más que añadir a su alegato final, señora Maestre?

-       Nada más, Señoría


-       Visto para sentencia


sábado, 20 de febrero de 2016

Yo soy uno de esos tipos...

Yo soy uno de eso tipos a los que tú llamas casta. Fíjate si soy casta, que he trabajado cuatro años en el Ayuntamiento de Madrid, diez en el de Majadahonda y ocho en las mismísima sede del Partido Popular, en la calle Génova, 13 de Madrid. Todo ello  porque creía en lo que hacía, porque cuando yo empecé, éramos cuatro idiotas. No se puede ser más casta ¿verdad? Tú en cambio, eres la gente. Porque claro, tú decides quién es gente y quién no es gente. Quién tiene derecho a existir y quién no. Nada nuevo, por otra parte. Eso ya lo inventó aquél genio de la comunicación política que se llamó Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich, del que tus jefes saben mucho y habrán aprendido tanto, aunque a ti supongo que ni te suena. Como por ejemplo, poner películas en las que salen ratas cuando nombran a los judíos. O llamar “la gente” a los nuestros y “la casta” a los que no son nuestros. No en vano son todos profesores de Comunicación Política en la Complutense. Bueno, unos profesores y otras alumnas. Unas más aventajadas que otras, supongo. Por ejemplo, la que ya todo el mundo conoce como la Pija de Podemos, porque venía del Liceo Italiano y llegó a portavoz del Ayuntamiento de Madrid, previo paso por un asalto a la capilla de la “Complu”. Y previo paso por una relación sentimental con uno de sus profesores. Bueno, lo que ahora se llama una relación sentimental, que en mi época se llamaba la que se tira al de Comunicación Política. Qué mal gusto ¿no? Menos mal que han cambiado los tiempos. Pero vamos, de los ocho años que he estado yo en la universidad en dos carreras distintas, he conocido a varias que han tenido una “relación sentimental” con algún profesor. Y siempre aprobaban, oye. De ahí que veáis tan mal lo de ser casta.

Pues eso, que yo soy casta. Yo, que mantengo mi casa y a mis hijos con ayuda de mi mujer, que trabaja a media jornada, y con lo que cobro del paro. Pero el paro se va acabando: “TIC-TAC”, como le gusta decir a tu jefe. Yo, que en los momentos mejores, cuando los dos ganábamos para vivir con cierta holgura, no juntábamos la décima parte de lo que gana cualquiera de los que ahora nos venís a dar lecciones. Yo, que jamás he estado afiliado a ningún sindicato, de esos que utilizan la amenaza y la extorsión para beneficiar a sus afiliados y solo a sus afiliados. De los que utilizan a sus contactos para chantajear a sus jefes y a sus compañeros. Yo, que he trabajado durante años con contratos de dos o tres meses. Yo, que he visto cómo en los departamentos de la universidad había que entrar con los pantalones bajados y agarrándose los tobillos con la manos. Que he visto cómo se aprobaba una plaza en la universidad como regalo de boda, porque la interina se casaba al día siguiente de la oposición. Que he visto cómo un mismo apellido se repite hasta ocho veces en más de un departamento de la Complutense.


Pues mira, no. No estoy dispuesto a que vengas tú, que en el noventa por ciento de los casos eres un niñato o una niñata universitaria, que vives en casa de papá y mamá, o que mantienes una casa en una zona de clase media-alta de cualquiera de las grandes capitales de España, a darme lecciones de nada. Aquí las lecciones no las dais los que jamás habéis hecho una cola en el INEM. Ni los que nunca habéis sido tratados como sospechosos por querer cobrar solo una parte de lo que durante años te quitan de tu sueldo. No, colega. Si quieres aprender lo que es buscarse la vida, cierra el pico y abre las orejas. Pero si lo que quieres es venir a seguir mandando y a dar lecciones de moral, como siempre has hecho en casa de tus papás y a creerte que estás salvando al mundo, lo mejor es que te vayas a tomar… el aire.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

sábado, 13 de febrero de 2016

Los nuevos dioses

Los que ya hemos coronado la cumbre en nuestra trayectoria vital y, una vez pasados los cincuenta, sabemos que ese camino es ya indefectiblemente cuesta abajo hacia el epílogo, tenemos unos recuerdos infantiles, casi, casi imposibles de contar a quienes no los vivieron. Tenemos recuerdos que asombrarían a más de uno y a más de dos de los que ahora toman las riendas de la sociedad. Recordamos la televisión en blanco y negro con solo dos canales; con Despedida y Cierre a las doce de la noche, sonando el Himno Nacional. Recordamos las calles y las carreteras de España, solo con coches de marca SEAT o Renault. Las playas sin top less. Recordamos también el fútbol los domingos y solo los domingos. La digestión en la piscina y el ayuno en Cuaresma. Las procesiones de Semana Santa, y los bares y comercios cerrados el Viernes Santo.

No diré que era una España gris, triste y deprimente porque yo, al menos, no la recuerdo así. Allá cuente cada cual la Historia como la vivió, que de todo habrá y no todo agradable, por desgracia. A lo mejor es culpa mía, por no ver lo que tengo que ver en televisión y por no repetir lo que tengo que repetir cuando escribo. Pero no, lo cierto y verdad es que, al menos lo que yo viví, fue una España en permanente progreso y desarrollo. Una España donde, seamos sinceros, a casi nadie le importaba en absoluto la política, y en la que todos los que ahora dicen que sufrían la represión, vivían mucho mejor que ahora. Es verdad que el cambio era necesario, que tuvo lugar en el mejor momento posible y, sobre todo, que fue todo lo pacífico que pudo ser. Con el permiso de las víctimas del terrorismo, claro, que no todo fue tan bonito como nos cuentan ahora. Pero en fin, había que evolucionar y evolucionamos.

Y uno de esos cambios necesarios, entre otros muchos, fue el paso del nacional-catolicismo a una sociedad, una política y un estado laicos. Una sociedad donde quien quisiera pudiera abrir su bar el Viernes Santo, o donde el señor obispo no tuviese la capacidad de decidir dónde, cómo ni cuándo podíamos tomar el sol los españoles. Menos aún las españolas, por fortuna. Pero claro, como somos españoles y los españoles somos como somos, del Estado laico pasamos al estado laicista; de comer pescado los viernes pasamos a comernos vivos a los curas; pasamos de sacar al santo en procesión para que lloviera, a maldecir a todos los santos del cielo cuando llovía. O sea, nos volvimos a pasar de frenada. Y claro, hoy tenemos lo que tenemos.

Abres tu Facebook para cotillear la vida de tus amigos, y te aparece una estampita de San Steve Jobs sobre un fondo oscuro, con aureola y mirada penetrante. Y el santo en cuestión te larga un pensamiento filosófico-religioso, para que lleves una vida recta y ordenada a ganar mucho dinero. Abres tu correo y te llega un Power Point que contiene el Sermón de la Montaña, que parece ser que largó San Bill Gates a unos pobres niños de un colegio. En él les conmina a ser constantes y a no desesperar en su afán de hacer muchos millones de dólares. Pones la televisión y el locutor está oficiando alabanzas a San Cristiano y San Mesi. Pero no por su sobrenatural talento futbolístico -que no deportivo en el primer caso-, sino por su ilimitada capacidad de amasar millones de euros. Por su avión particular, por la última modelo que ha dormido en su cama o por la marca de su nuevo cochazo. Más aún si te interesa algo el sub mundo del cine, donde no solo nada es lo que parece, sino que lo que es, es siempre infinitamente peor que lo que parece. Donde pasan por actores cualquier efebo, asaltacamas o buscona. Donde, cuando es imposible calificar a alguien de buen actor o buena actriz, se admiran sus millones, su casa o sus vacaciones. Hay otros “dioses” a los que hay que adorar sin más remedio, como son el “Racismo Positivo”, o el perdón que los blancos debemos pedir al resto de las razas del mundo, sin que nadie nos lo haya solicitado. Y el “Feminismo Negativo”, o perdón que cada hombre debe pedir a las mujeres por el hecho de serlo, renunciando a toda igualdad de derechos.


En definitiva, hemos cambiado las estampitas de santos y mártires por el cuché de figurones y chupa cámaras;  la misa de doce por Sálvame; y la boda por el banquete. No sé si será mejor, pero desde luego es mucho más frustrante. Mientras antes te exigías a ti mismo ser buena persona, lo consiguieses o no; ahora te exiges ser rico y famoso, sin conseguirlo en el noventa y nueve, coma nueve, por ciento de los casos.

lunes, 1 de febrero de 2016

Lo que no quiero

Bueno, pues ya sabemos que el Partido Popular NO votará la investidura de ningún candidato que no sea Mariano Rajoy, que para eso ha sido el partido más votado; sabemos además que este mismo candidato NO se presentará de momento, pero tampoco cederá su opción de presentarse a ningún otro candidato de su partido. Sabemos también que el PSOE NO votará en ningún caso al Partido Popular (“NO es NO”), y que además NO se sentará a negociar con ellos ninguna clase de condiciones, cesiones ni soluciones alternativas. Por supuesto, el PSOE NO presentará candidatura antes de que lo haga Mariano Rajoy. Por parte de Ciudadanos sabemos que NO participará en ningún caso en un Gobierno en el que tenga que compartir sillas con los radicales de Podemos ni con golpistas de ninguna clase, lo cual le honra. Por parte de Podemos, sabemos que NO votará en ningún caso a un candidato del Partido Popular, que NO votará tampoco a ningún candidato del PSOE si no le cede la Vicepresidencia y los ministerios de Economía, Educación, Sanidad, Servicios Sociales, Defensa e Interior, con sus respectivos servicios de información de Hacienda, CNI, Guardia Civil, Ejército y Policía. Es decir que NO vienen a apoyar a un gobierno, sino a dar un golpe de estado. Aparte de que en campaña decía Pablo Iglesias, para quien quisiera escucharle, que NUNCA será vicepresidente de un Gobierno presidido por Pedro Sánchez. De los nacionalismos golpistas, antes moderados para los incautos, sabemos que NO apoyarán a ningún gobierno que no les permita dar su particular golpe de estado y proclamar la independencia de Cataluña, País Vasco, Galicia, Canarias, Valencia, Baleares, El Bierzo, Muñopedro o Torreperogil.

No acostumbro a escribir de Política, primero porque ya hay quien lo hace mejor que yo y con más conocimientos; segundo, porque después de más de veinticinco años trabajando con políticos, quiero quitarme; y tercero, porque de este asunto en concreto, están a día de hoy los periódicos, las radios e internet saturados. A pesar de eso, no me queda más remedio que servirme de este medio para evitar reabrir de forma irreversible mi úlcera de duodeno. Perdóneme quien no esperase de mí un tema tan prosaico, pero como digo, lo hago a modo de terapia. Y es que, en el fondo, da un poco de vergüenza que después de casi un mes y medio, a día de hoy no sepamos quién va a gobernar. Y no solo eso, sino que además sepamos lo que NO quieren los partidos, pero no tengamos ni idea de lo que quieren. De lo que pretenden, para ser más exactos. No sabemos cuánto ni cuándo está cada uno de ellos dispuesto a sacrificar, ni en cuotas de poder, ni en la carrera particular de sus dirigentes. Aterrador. Pero como uno es de natural optimista y constructivo, y de carácter positivo, ahí van mis propuestas, por si pudieran servir de ayuda a alguien:

-       No quiero que los candidatos deban su candidatura a nadie más que a sus votantes, por lo que deberían elegirse mediante primarias en cada distrito, y no mediante designación digital de la Superioridad. Llamar primarias a las elecciones internas de los partidos es un insulto. Cada diputado es depositario de mi soberanía y no me da la gana de que tenga que ser sumiso ante nadie.

-       No quiero que ningún comisario político levante la manita en el Congreso para indicar con uno, dos o tres dedos, a todo su grupo de diputados lo que tiene que votar. No me creo que todos ellos estén de acuerdo en las leyes que votan.

-        No quiero que se pueda votar, como si fueran igual que los demás, a partidos que han cometido de manera reiterada y consciente, todo tipo de atropellos contra la Paz, la Libertad, La Constitución, El Rey y la convivencia entre los españoles. La Ley es y debe ser igual para todos, y el delito no es una opción política.

-       No quiero ciudadanos que dejen robar a los políticos mientras los políticos les dejen robar a ellos, y solo se indignen con la corrupción cuando la crisis toque sus bolsillos.

-        No quiero mantener una concejalía de Sanidad, una consejería de Sanidad y un Ministerio de Sanidad; y tener que pagarme además un seguro médico.

-       Y, sobre todo, no quiero políticos que no sean capaces de presentar programas, de aportar ideas, de ofrecer sacrificios y de negociar hasta la extenuación, renunciando a sus propios intereses.


No sé si es mucho pedir.