miércoles, 11 de diciembre de 2024

Hablar de fango

 Ahora sí que sí, no puedo más. Estamos a día once de noviembre, y el cuatro de diciembre haría diez meses que no escribo ni publico nada. A ello han contribuido circunstancias personales y problemas que requerían mi atención en otros asuntos, pero hasta aquí hemos llegado. La Nueva Inquisición, la Policía del Pensamiento y los Guardianes de la Corrección Política, me han tocado las narices una vez más. No digo nada sorprendente si cuento que Facebook, esa especie de contubernio disfrazado de red social a quien Belcebú confunda, ejerce una censura directa y sin contemplaciones sobre sus usuarios. Tampoco hace falta que nadie me diga que los usuarios de Facebook estamos desfasados, fuera de onda y más acabados que la Falange. Pero es igual: ni pienso adentrarme en ninguna red social nueva, que no me interesan en absoluto; ni me he dado de baja por no perder el “contacto” con otros usuarios, casi todos ellos en torno a mi mi edad, lógicamente. Sesenta y dos, por si alguien se lo pregunta.

El caso es que, en una de esas respuestas al comentario publicado por un buen amigo, introduje el siguiente comentario que fue inmediatamente censurado, encerrado en un círculo rojo y acompañado de dos opciones: “Intentar de nuevo” o “Borrar”. Excuso decir que lo de “intentar de nuevo” era como ofrecer un último deseo a un condenado a la horca: di lo que quieras porque en dos minutos vas a estar con los pies colgando. Y así fue. Sin entrar en introducciones ni en el tema que trataba, aunque ahora verá usted que fácil es deducirlo, transcribo mi comentario, mi pecado, mi blasfemia y el motivo por el que podría y debería ser lapidado fuera de los muros de la ciudad:

Corto te quedas... Pero una observación ¿te has dado cuenta de que desde que le echaron a patadas de Paiporta, no ha vuelto a hablar de fango? No vaya a ser que tanto mentar a la bicha...

No quito ni pongo una letra ni una coma, juzgue cada cual. No he injuriado a nadie, no he acusado a nadie de nada, ni he juzgado hechos. Más aún, mis artículos se publican normalmente en Facebook y en Blogger, que no sé si depende del anterior, pero creo que sí. Confío en que este pueda salir y todo haya sido una mala interpretación y no una censura previa. Ya sabe usted: hay palabras que solo con ser detectadas invalidan todo el texto de manera inmediata. Cruzo los dedos y adelante.