Debo en primer lugar pedir
perdón a “ese público que tanto me quiere y al que tanto debo”, como dicen las
folclóricas. O como decían, que lo que ahora dicen las folclóricas no se puede
reproducir en un blog que se precie de publicarse en Lengua Española. Pedir
perdón, digo, por llevar dos meses sin escribir en este blog, con el agravante
de que esos dos meses los he pasado casi íntegramente en La Granja. A excepción
de una semana en Torremolinos, que uno es paleto hasta para veranear. Los que conozcan
mis circunstancias particulares, háganse cargo de lo que es un verano como el
que me ha tocado. Los demás, quédense con mis más sinceras disculpas. Y a otra
cosa, que empezamos año nuevo. Como ya dije en un artículo que publiqué en la
revista de El Tiro, para mí el año comienza en septiembre y acaba en junio.
Por cierto, para todo aquél
que no haya leído este año la revista, anuncio la buena nueva (anuntio bobis gaudio magno) de que un nuevo
y flamante director se ha hecho cargo de la misma: un tipo genial, dinámico,
divertido, irónico y ocurrente que responde a las iniciales de GR-JS; y que
aunque parezca lo contrario no tiene nada que ver con el cascarrabias y tocapelotas
que escribe en este blog. Más aún, el mencionado GR-JS está encantado con la herencia
recibida del anterior director, José Luis Elviro, a quien agradece haberle
enseñado todos los rudimentos de la publicación de ese medio tan querido a los
socios, y con la confianza recibida del Presidente, Vicente Santamaría de Paredes;
y el abajo firmante no reconoce autoridad ni decencia alguna, siendo su única limitación
para escribir, la certeza de que hay menores que leen Tiroleses. Por otro lado,
el mencionado advenedizo ha llegado cambiando cosas para que parezca que hace
algo, y así de entrada ha cambiado el nombre de la revista. Ahora se llama La
Atalaya, con permiso del Presidente y el Vocal de Comunicación, por supuesto.
La Atalaya ¿a quién se le habrá
ocurrido semejante tontería? Existía una leyenda checa en la que se contaba que
un nuevo cargo político llegó el primer día a su nuevo despacho y encontró tres
sobres numerados sobre la mesa. Abrió el sobre número uno y leyó: “Enhorabuena
por su nuevo cargo. En los meses sucesivos, cuando alguien critique su
actuación limítese a echar la culpa al anterior titular de este ministerio.
Cuando la cosa se vuelva insostenible, abra el sobre número dos”. Así lo hizo y dejó
de recibir críticas hasta que al cabo de casi dos años, cuando se le
amontonaban los problemas decidió abrir el segundo sobre. En el ponía: “No se
preocupe, cámbielo todo: los departamentos reagrúpelos, cambie los despachos de
lugar, a los jefes mézclelos con los funcionarios, etc. Y de nuevo, cuando la
situación vuelva a ser insostenible, abra el sobre número tres” Esta vez
aguantó con esta artimaña un par de años más, durante los cuales la calma fue
relativa. Sin embargo, cuando la novedad dejó de serlo los problemas diarios se
volvieron a amontonar. El hombre aguantó todo lo que pudo, peo al final tuvo
que abrir el sobre número tres. En él, el mensaje era mucho más escueto: “Prepare
usted tres sobres para el siguiente, como los que encontró el primer día”. Pues lo dicho…
Gonzalo
Rodríguez-Jurado Saro
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