El 25 de abril de 2011
escribí un artículo en Tiroleses dedicado a Luis (http://gonzalorodriguezjurado.blogspot.com.es/2012/09/a-las-cinco-en-punto-esa-es-luis-como.html
) Entonces
era otra página distinta y otra situación distinta. Vivía Virginia, vivía
Millán y Luis no podía morirse nunca. Parece mentira pero es que hay personas,
lugares y circunstancias que no pueden cambiar nunca, que no tienen derecho a
desaparecer, a morir… y Luis era una de esas personas. ¿Alguien se imagina el
Medio Punto asfaltado, Matabueyes con semáforos o un chiringuito en Las
Calderas? Pues todas esas cosas pueden llegar y de hecho, llegan.
Para los que creemos en
Dios, la muerte no es el final sino el principio de otra vida mejor y, lo que
es más importante, definitiva. Para los que no creen, la muerte es el final de
un ciclo accidental después del cuál no hay nada. Uno de los dos tendrá razón,
digo yo. Pero lo que sin duda es cierto para unos y para otros, es que en el último
día hacemos -o alguien lo hace por nosotros- balance de todo cuanto hemos
dicho, hecho, pensado y hasta sentido a lo largo de nuestra vida. Y es aquí
donde creo que Luis se ha tenido que ir más que tranquilo. Una persona a la que
no se le conocen enemigos, de la que nunca se ha oído hablar mal a nadie y de
la que tanta gente se precia de ser amigo, no puede tener un mal tránsito. Sea
hacia donde sea. Una persona que para tantos de nosotros era una figura casi
paternal, hasta el punto de que su sola presencia te daba confianza y seguridad
cuando eras niño, puede tranquilamente cerrar los ojos pensando “misión
cumplida”.
Siempre recuerdo, Luis,
cuando en las muchas partidas de mus que hemos jugado me tocaba de pareja
contigo. No te hacían falta señas. Solo con que me mirases y dijeses aquello de
“cada uno las suyas…” ya sabía que los otros estaban perdidos. Como supongo que
lo sabían mejor que nadie Javier Creus, Fonfi, Ramón y tantos y tantos otros
socios que de ti hemos aprendido a jugar… y a dejar jugar. Algunos hemos
aprendido hasta a sujetar las cartas. Si no fuera porque sé que hoy mismo
estarás abrazando a Virginia, apostaría caña y pincho de tortilla con quien
fuera, a que estás jugando una partida con San Pedro, a las puertas mismas del
Cielo. Déjale ganar alguna que luego tenemos que ir los demás.
Hasta entonces un fuerte
abrazo, Luis. Espero que te hayas llevado tus amarracos de cristal, que la
baraja y el tapete los llevo yo.
Gonzalo
Rodríguez-Jurado Saro
Luis es de esas pocas personas que estará para siempre. Y tú, como es habitual, consigues incluso en los momentos más tristes, sacarnos una sonrisa. Gracias Gonzalo.
ResponderEliminarUn beso
Paz Estalellla
Gonza, muy bonito, autentico y genial como su vida misma
ResponderEliminarPrecioso, Gonzalo
ResponderEliminarTeresa Estalella
Gonzalo, precioso!
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