Es característica común de
los lectores de este blog, ser lo que vulgarmente se llama gente muy leída y muy escribida. Por eso, creo
que en la mayoría de los casos serán innecesarias las explicaciones que voy a
dar a continuación. Y es que, solamente el título de este artículo pondrá en
guardia a mucha gente. Gente cuya única formación histórica proviene de las
películas de Hollywood, con las demoledoras consecuencias que esto tiene. Porque
aunque a usted le parezca mentira, la Santa Inquisición no se creó en España
sino que existió mucho antes en todo el resto de Europa. Aunque a usted le
parezca mentira, la Santa Inquisición no se creó para perseguir a pobres
campesinos incautos, acusándoles de brujería y quemándolos en la hoguera, sino
para mantener la pureza ideológica dentro de la propia Iglesia, siendo el
principal objeto de sus pesquisas los propios curas y monjas. Y esto es debido,
entre otras cosas, a que la pureza doctrinal del Cristianismo era la base sobre
la que se sustentaban TODOS los reinos europeos, y no solo Castilla. Cualquier
desviación suponía una desestabilización de todo el sistema. En consecuencia,
el fin de los procesos inquisitoriales no era torturar y quemar vivo a nadie,
sino hacer retractarse públicamente al relapso
de su falsa fe. Porque aunque usted
no lo crea, tanto las instrucciones sumariales como los interrogatorios
inquisitoriales, eran infinitamente más benignos que cualquier interrogatorio
de un tribunal civil. En cualquier parte de Europa insisto, aunque como
siempre, en España quisiéramos ser más europeos que nadie. Es más, en la instrucción
de un sumario, se transcribían literalmente las palabras del reo, cosa que ni
siquiera hoy día se hace. Y lo que a usted todavía le costará más creer: era el
propio pueblo quien, en muchos casos, buscaba el amparo de los tribunales
eclesiásticos ante la presencia de sujetos extraños o de doctrinas ajenas a su
fe, a la que consideraban la Única Fe Verdadera. Después de todo, como digo,
era la base teórica sobre la que se sustentaba su vida, su trabajo, su familia
y su patrimonio.
Pues antes de que alguien
pida mi cabeza, mis dos orejas y no me atrevo a decir qué más, debo aclarar que
todo esto no lo escribo con el fin de defender nada ni a nadie que no necesita
ser defendido, sino con un fin meramente comparativo. Sería absurdo negar que
un sistema cuyo fin era “proteger” a la gente, no diera también lugar a abusos,
atrocidades y arbitrariedades, cómo no. Eso es lo que tiene poder usar la
fuerza ¿Qué similitudes encuentra usted en la actualidad con la Santa Inquisición?
¿Ninguna? ¿Seguro? El Índice era la lista de libros prohibidos por el Santo
Oficio; y aunque usted tampoco se lo crea, la Comunidad Foral de Navarra acaba
de publicar un índice de canciones prohibidas en los colegios de Navarra, algunas
tan subversivas como Sin ti no soy nada
de Amaral. El fin último de la acción inquisitorial era la autocensura de
cualquier opinión que pudiera resultar una desviación doctrinal. Que ningún
autor se atreviese a decir o a escribir nada que no fuera políticamente correcto.
Atrévase usted si puede, a escribir que “…siempre
los cariñitos me han parecido una mariconez…” Recientemente Ana Torroja se
ha retractado públicamente de haber cantado (pero no de haber cobrado) eso hace
unos años. Ni siquiera de haberlo escrito, que es de José María Cano. O atrévase
a cantar El Blues del Esclavo en la
función de fin de curso de su hijo, a ver qué pasa.
Pero siendo grave la
incitación a la autocensura, resulta mucho más preocupante que los actuales
inquisidores, así como sus párrocos desde los púlpitos de las redacciones,
inciten a perseguir, apalear y denunciar pública o anónimamente a los falsos conversos
y a los erasmistas: cualquier denuncia anónima por sospechas de violencia verbal
en casa de un vecino, y solamente si es de un hombre sobre una mujer, legitima
a la policía entrar en el domicilio sin requerir prueba ni autorización
judicial alguna. Cualquier denuncia de una mujer contra un hombre por
violencia, sea verdadera o falsa, supone la pérdida de todos los derechos individuales
y de la tutela judicial efectiva de este. Por supuesto, ni hablamos de que
usted sea acusado por una alumna suya de haberle violado de pensamiento y/o
palabra. Ni tan siquiera de haberle mirado con ojos libidinosos. En los dos
casos puede usted despedirse de su carrera y probablemente de su familia,
porque puede pasar una larga temporada en la cárcel, aporte pruebas o no las
aporte la suspendida.
Y por supuesto, mucho ojito
con lo que usted escribe respecto al dogma del Clima: como a usted se le ocurra
siquiera cuestionar que “el clima está cambiando”, prepárese a no volver a
publicar nada en su vida. Ni por lo más sagrado se le ocurra a usted siquiera
preguntar en qué, por qué, respecto a qué y desde cuando está cambiando el
clima, porque todas sus obras pasarán inmediatamente a formar parte del Índice.
Como todo el mundo sabe, la ciencia que estudia el Clima es la única que no
utiliza el método deductivo sino el inductivo: no se contraponen datos empíricos
y se llega a una conclusión; se establece una conclusión a la que hay que
llegar aportando o desechando datos, sin necesidad de demostrarlos. Esto es
cierto porque lo ha dicho el Santo Oficio y nada más, y si lo han dicho por
algo será, que ellos entienden mucho de esto. Punto.
Por último, como conclusión,
decir que la Santa Inquisición no hubiera podido subsistir durante tantos siglos
si no hubiera sido por el apoyo entusiasta y las denuncias de aquéllos a los
que decía proteger. Si no hubiera sido porque los que se sentían protegidos por
ella no hubiesen colaborado acusando, sembrando insidias o sintiéndose más defensores
que nadie de la Auténtica Fe ¿Pero quién ha dicho que la Santa Inquisición ya
no existe?
Y no solo en Castilla…
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