Para hablar de Walt Disney hay que tener en cuenta varias cosas: Walter Elias Disney nació en 1901 en Hermosa, Illinois. Estudió en el Kansas City Art Institute donde conoce al dibujante Ub Iwerks y junto con su hermano Roy crean Disney Productions. Enseguida se lanzan por un camino que a todo el mundo le parecía un suicidio, cual fue la producción de dibujos animados. Lo llamaron la “locura Disney”, nadie daba un dólar por ellos. Investigaron la animación en seres humanos y como consecuencia lanzaron el primer largometraje de animación en inglés: Snow White and the Seven Dwarfs, Blancanieves y los Siete Enanitos. Fueron los primeros en utilizar el Technicolor y los efectos especiales, y los primeros en dotar de personalidad propia a cada uno de los personajes. Crearon la cámara multiplano con la que podían dar sensación de profundidad a la imagen a base de capas espaciadas unas de otras, a distinta velocidad. Todo ello convirtió a Blancanieves en una de las películas más taquilleras de la historia del cine y en merecedora de ocho premios Oscar. Pero además fueron los primeros en crear una película en la que interactúan actores reales con dibujos animados, y nada menos que en 1923, con Alice Comedies, desarrollando la técnica años después en Song of the South, Canción del Sur de 1946; los primeros en sincronizar imagen y sonido en Steamboat Willie, de 1928; hicieron como hemos visto el primer Techicolor, pero no en Blancanieves sino en Flowers and Trees de 1932; primer sonido estereofónico, Fantasía, 1940; primeros en transferir directamente dibujos al celuloide sin necesidad de entintar, con máquina Xerox; pioneros en la animación por ordenador con Tron, precedente de Toy Story, Monstruos SA o Cars…
En fin, creo que no estamos hablando de ningún pelagatos. Todo esto los lleva a ser desde entonces, una de las productoras más potentes de Hollywood y en consecuencia del mundo. Sin embargo, muchos años después de muerto don Walter, las productoras de Hollywood y con ellas todo el cine mundial, se van a precipitar por una pendiente política o, como les gusta decir a ellos, políticamente correcta. Aunque ya antes de su muerte habían pasado por el calvario de la caza de brujas, en plena guerra fría, pero ese fue un capítulo distinto.
Todos los que habíamos crecido viendo películas de Disney, sin más intención que la de que nuestros padres nos tuvieran callados y entretenidos durante una hora y media, vimos cómo las películas que se producían para nuestros hijos se convertían en auténticos manifiestos. En manuales de instrucción de comportamientos que incluso debían pasar por encima de la educación recibida en casa, y hasta enmendarnos la plana a los mayores.
A partir de 1980 Walt Disney Productions sufre una serie de cambios, divisiones y subdivisiones que va a dar lugar a la actual Disney Pixar. Esta, ha abrazado sin contemplaciones los movimientos Woke (desperté), inicialmente de rebelión de las minorías raciales contra el racismo; y Queer, que define a las personas con identidad sexual distinta a la heterosexual. Pero resulta que ambos movimientos se han convertido en algo más que simples movimientos sociales. Todo ello, después de haber sido asumidos, tanto por el Partido Demócrata americano como por todo el resto de la izquierda mundial (allá donde no hay regímenes de izquierda, claro). Ante la evaporación del sueño colectivista, la izquierda civilizada y demócrata ha encontrado en los movimientos sociales un leitmotiv, una razón para existir y no disolverse como un azucarillo en el agua, como ha ocurrido en muchos países de Europa. Esto no le ha debido parecer mala idea a las mentes pensantes de Disney Pixar que, como digo, en su día optaron por incorporar todas esas reivindicaciones sociales a sus guiones, dando lugar en muchas ocasiones a auténticas aberraciones. Tanto, tanto que mucha gente ha dejado de ir o de llevar a sus hijos a ver películas de Disney, optando por otras alternativas que ya, a estas alturas del siglo XXI pueden ser tan buenas o mejores. ¡Y eso ya sí que no, amigo! Poderoso caballero es Don Dinero y las productoras estamos para ganar dinero, no para perderlo. Allá los gais, las lesbianas, los negros o los hispanos, que nosotros no estamos para arruinarnos por nadie. Ellos tendrán quien les defienda, y si no lo tienen, asunto suyo. Ya henos perdido demasiado dinero, así que convoca a la prensa y declara formalmente que Disney Pixar renuncia todas esas majaderías.
Lo que no está claro es que esto vaya ya a servir de algo, que hundir una empresa es muy fácil, lo difícil es remontar. Aunque con ese potencial, es fácil que revivan. En todo caso, como diría alguno de sus entrañables personajes, ¡Tarde, amiguitos!
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