“Los padres tendrán derecho preferente a escoger el
tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.” (Artículo 26.3 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU)
España como estado -no sus comunidades autónomas, que solo
son una parte de él- hace un atropello sistemático de este artículo.
Fundamentalmente en lo referente al idioma, pero no solo. El caso es que desde
hace ya decenas de años, se está privando a nuestros estudiantes de su derecho a
una formación elemental que pasa, entre otras cosas, por poder manejar correctamente
su propio idioma. Y aquí sí que me da igual si su propio idioma es el vasco, el
catalán, el gallego o el suajili. Allá sus padres que son quienes tienen que
elegirlo. Soy profesor, y resulta muy frustrante intentar enseñar nada a
alumnos que desconocen en su práctica totalidad la morfología, la fonología y
la sintaxis. Es decir, se les ha privado, no se si deliberadamente, de su principal
herramienta de acceso al conocimiento, a la formación y, en definitiva, a su
trabajo y a su futuro.
Pero como la vida no se detiene, ellos lo sustituyen
con los medios a su alcance, que tampoco voy a criticar aquí, pues cada uno de
ellos como toda herramienta, puede ser buena o mala, según se utilice. Me refiero
a los ordenadores, las tabletas, las televisiones e incluso los libros. Sí, los
libros. También están ahí para quien quiera utilizarlos y, de hecho, hay muchos
jóvenes que lo hacen. El caso es que los que editan cualquiera de estos canales
de comunicación también necesitan comunicadores, y que a estos comunicadores tampoco
les ha enseñado nadie a hablar. En consecuencia, tenemos a nuestros jóvenes
aprendiendo a hablar con gente que no sabe hablar: futbolistas, actores, políticos
y, lo que es más grave, periodistas y escritores. Empezamos bien, pero con
estos mimbres hay que hacer el cesto.
El primer recurso para parecer culto es alargar las palabras.
Me he permitido traer aquí unos cuantos ejemplos, por si alguien puede
explicarle al ignorante de turno, que la palabra que acaba de utilizar tiene su
correspondiente traducción al castellano:
Equipación Equipo
Obligatoriedad Obligación
Virtuosidad Virtud
Honorabilidad Honor
Verbalizar Hablar,
decir
Personalizado Personal
Judicializado Procesado
Visualizar Ver
Visibilizar Ver
Condicionalidad Condición
Rigurosidad Rigor
Haga usted el favor de no
entrar en la página de la RAE a buscar todas estas palabras. Es posible que
encuentre alguna o muchas de ellas, pero es que, desde que en la RAE alguien dijo
la tontería de que, si se usa a diario una palabra, forma parte del idioma,
estamos como estamos: apañados.
Por otra parte, está el temible
conjunto de palabras y expresiones que integran el discurso políticamente
correcto. Esas sin las cuáles un político o un periodista no saben hablar. Las
mismas que tienen que aparecer en su discurso, al menos una en cada frase. Y lo
mismo sirve para la publicidad. Hasta tal punto, que me he propuesto evitar en
lo posible, consumir cualquier producto que utilice una de estas palabras en sus
campañas. Sé que es una quimera y que me quedaría en la calle sin ropa, sin
alimentos ni medicinas, pero debo intentarlo. Si el hidalgo don Alonso Quijano logró
liberar a decenas de condenados de perecer atados a los remos de una galera ¿no
he de lograr yo rescatar a mi idioma de la barbarie? Esta es la fatídica lista:
Reto, planeta, sostenible,
género, histórico, implementar, negacionista, quedarse atrás, no dejar a nadie
atrás, natural, bio, emisiones, integral, respetuoso con el medio ambiente,
verde, resiliencia, articular, poner en valor, emergencia climática, cuerpos,
identidades, ensanchar los márgenes, vulnerabilidad, contextos, esfuerzo
colectivo, legitimar, discriminación y aproximación cualitativa.
Hay muchas más pero no oír ninguna
de estas, aumentaría mucho mis posibilidades de creerme lo que me estén contando.
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