Aunque leyendo los últimos artículos
de Tiroleses nadie diría que se trata de un blog que trata temas de La Granja y
El Tiro, tengo firme propósito de que siga siéndolo. Que últimamente me haya
desviado no responde nada más que al hecho de que, quien tiene la suerte de
contar con un canal en el que desahogarse y volcar su indignación, difícilmente
puede evitarlo. Menos todavía yo, que uno es español y lo de tirar de faca y
mentar a la madre todavía me parece un acto de dignidad. Pero he de volver al
redil, palabra de trashumante, y lo
voy a hacer hoy mismo.
En estos dos años y
medio he hablado -normalmente bien- de personas, costumbres, historias y anécdotas de La Granja. Y puedo jurar que he disfrutado escribiéndolo tanto o
más que usted leyéndolo, entre otras cosas porque para escribir hay que vivir
o, en este caso, revivir lo que se escribe. Sin embargo, aunque entre las
personas a las que he dedicado algún comentario en Tiroleses se encuentran
Faustino, Millán, Virginia o Luis, este último el único vivo de todos ellos y que sea por
muchos años, nunca me he referido al conjunto de personas que, con su trabajo y
esfuerzo hacen posible que El Tiro funcione, que tenga vida. Y no estoy
hablando del Presidente ni de los vocales, que como tales hacen divinamente su
trabajo.
Esta vez, aunque sé que cada
uno de ellos tiene sus admiradores y sus detractores, quiero dar las gracias
públicamente a todo el conjunto de personal auxiliar que hace posible que El
Tiro sea lo que es; o mejor dicho, que seamos lo que somos. Gracias en primer
lugar a Angel y a Pedro, que teniendo en sus manos información tan detallada y
sensible sobre cada uno de nosotros, nunca se han permitido la más mínima
indiscreción. No debe ser tarea nada sencilla la de saber quién es cada uno,
quién tiene que pagar, cuánto y cuándo… y encima hacerlo tan discretamente como
lo hace Ángel.
Ni debe ser un toro fácil el
que tienen que torear Ana y Javi a lo largo de todo el año, que si ya es
complicado llevar cualquier negocio, llevar este bar es más que ingrato por el
horario, el calendario… y porque no puedes dirigirlo como propio ¡qué narices!
Además, ya recordé en un artículo anterior la famosa frase de Millán, cuando
sentenció que “aquí hay mucho don y poco din” y no creo que eso haya cambiado
sustancialmente. Como la educación de los socios, que aunque de todos se espera
un máximo, no de todos se obtiene un mínimo… qué se le va a hacer. Aunque en
general aprobemos, espero.
Quitando a Yoli, que merece
una mención específica, no me atrevo a nombrar una por una a las hermanas de
Ana porque seguro que, o me dejo alguna o a alguna cambio el nombre. En todo
caso, gracias también a todas ellas. Pero sí quiero nombrar a los que están en
“primera línea”, y especialmente a Sergio. Ha habido tardes este verano en las
que he pasado verdadera angustia viéndole despacharse, él solito, a toda la
terraza sin una mala cara. Al menos por su parte, que siempre tiene que haber
alguien que toque las narices. Y hablando de no tener mala cara ni con
resaca, “las chicas de blanco”, Sonsoles y Marta: encantadoras, no cabe otra
definición. Y además, nadie como ellas prepara el tinto de verano: "Con mucho tinto y poco verano" señor Bond, que es usted un cursi.
De Luis, Mario y sus
sobrinos no hablo porque no los considero personal, los considero directamente
parte de El Tiro. Por supuesto que me dejaré a alguien, como a todo el personal
de la piscina o del campo de golf. Que me perdonen por no nombrarlos uno a uno. En todo caso a todos vosotros, a los
que he nombrado y a los que no, muchísimas gracias.
Gonzalo
Rodríguez-Jurado Saro
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