miércoles, 2 de abril de 2014

Un país, veintiuna banderas

Tengo por costumbre no utilizar Tiroleses para expresar opinión política alguna y creo que el asunto que hoy me ocupa no tiene nada que ver con la política. Esto, dejando de lado el hecho de que estoy convencido de que en España la izquierda debería bajar del monte, como hizo la derecha ya hace años. Y empezar a hablar de problemas serios, en lugar de la memoria histérica, de lo que ocurrió hace setenta años, de la derecha clerical y asesina, de los terratenientes o de la Iglesia. Además ¡qué demonios, es mi blog y el que no esté de acuerdo tiene derecho de réplica con pinchar abajo donde pone “comentarios”! Y nadie podrá decir que nunca haya censurado una sola intervención. De hecho, yo de política sí hablo. Lo que no hago es perder el respeto a nadie o no escuchar, que es distinto.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar un país aparte del nuestro en el que alguien proteste porque en un acto oficial se escuche el Himno Nacional. Pues eso es justo lo que está ocurriendo estos días. Y uno se plantea si es que estamos tontos o es que nunca hemos sido muy listos, pero luego vas a los hechos y te das cuenta de que ninguna oportunidad que te surja de buscarte la vida fuera de España debe ser desdeñada.

Y es que España como Reino, como Estado soberano independiente, no tiene una bandera como los demás estados soberanos independientes sino al menos veintiuna. En la práctica quiero decir, aunque sí oficialmente. Vamos, que es el único país del mundo con bandera a la carta. La bandera nacional no representa a los ciudadanos, sino que cada ciudadano es representado por la bandera que él estima más oportuno que le represente.

Así, tenemos por una parte la Bandera Nacional, la designada en la Constitución como bandera oficial del Reino, cuya descripción ahorraré por ser sobradamente conocida. Muy útil por ejemplo para los partidos de fútbol o para celebrar victorias deportivas en general, que es su función primordial. No obstante como hay a quien le molesta el escudo que incluye, se puede sustituir por la silueta de un toro bravo sin que esto constituya ofensa alguna para nadie. De hecho, el escudo ya se cambió en el año 79 porque había quien no lo entendía bien y se pensaba que era el “escudo de Franco”. Incluso todavía hay quien llama inconstitucional a aquel escudo, sin saber que es el que ilustra la portada de la primera Constitución que se imprimió. De hecho, la Constitución no dice nada absolutamente del escudo, que se cambió por Ley Orgánica. Esta bandera es muy útil también para ser utilizada a modo de capita, al estilo Superman. Muy común en estos eventos deportivos. También hay algo que solo ocurre en España, y es que unos españoles saquen la bandera española para restregársela por la cara a otros españoles. Véase los partidos Madrid- Barcelona o Madrid-Bilbao.

Y hablando de ignorantes heráldicos, hay una segunda bandera que es la misma, pero en lugar de con el escudo oficial o con el toro de Osborne, se adorna con el mencionado escudo anterior. Y es precisamente por eso, por los ignorantes que se creen que ese es el “escudo de Franco”. Y aunque sí es cierto que Franco retocó algo el escudo de los Reyes Católicos, es decir el escudo que existe desde que existe España, con haber vuelto a reponerlo en su diseño original hubiera bastado, digo yo. Pero en fin, estoy seguro de que si no tuviéramos o no hubiéramos tenido tantos complejos en su momento, ahora no estaría escribiendo esto.

Después está la Imprescindible, las sal de todos los guisos y el picante de todas las salsas: la bandera de la II República. Y digo bien, de la II República, que no la bandera republicana, que para ser republicano no hace falta estar de acuerdo con aquél régimen fracasado, nacido de un golpe de estado. Civil, pero golpe de estado. Pues a esto es a lo que me refería al principio de este artículo: después de haber dinamitado todos los consensos constitucionales de la Transición, esa bandera no falta en un solo acto de la izquierda. Sea parlamentaria, “escrachera”… o ambas cosas. Esta en cambio sí que es anticonstitucional, pero curiosamente eso no le escandaliza a nadie.

Por último están las banderas de “mi pueblo”, es decir las banderas de uno cualquiera de esos engendros políticos llamados comunidades autónomas. Las más significativas la vasca inventada por el PNV* y la variante de la aragonesa correspondiente a los condados de Cataluña, secuestrada por el nazionalismo catalán. Pero en cualquier caso, hay muchos españoles que dicen “sentirse” solo catalanes, solo vascos, solo canarios, solo gallegos… ¿y a mí que me importa, oiga? Usted puede sentirse lo que estime más oportuno sentirse, pero el hecho cierto, la realidad insoslayable es que usted es español como pone en su pasaporte. Si no, vaya usted por el mundo y pregunte. Pregunte quién conoce su pueblo, pregunte por los tratados comerciales de su pueblo con cualquier país, por el agregado comercial. Y sobre todo por la embajada o el consulado si tiene usted algún problema del tipo robo, secuestro o permiso de trabajo. Y entonces les enseña usted su bandera, a ver qué le dicen.

¿Estamos tontos o no estamos tontos?

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro


(*) Inicialmente, era la cruz blanca de la religión católica, las aspas rojas de San Andrés, bandera de los carlistas y antigua bandera de España; y el fondo verde, color de la Monarquía española (Viva El Rey De España). Posteriormente cambiaron el rojo de las aspas por el verde del fondo.