Tengo por costumbre no
utilizar Tiroleses para expresar opinión política alguna y creo que el asunto
que hoy me ocupa no tiene nada que ver con la política. Esto, dejando de lado
el hecho de que estoy convencido de que en España la izquierda debería bajar
del monte, como hizo la derecha ya hace años. Y empezar a hablar de problemas
serios, en lugar de la memoria histérica, de lo que ocurrió hace setenta años,
de la derecha clerical y asesina, de los terratenientes o de la Iglesia. Además
¡qué demonios, es mi blog y el que no esté de acuerdo tiene derecho de réplica
con pinchar abajo donde pone “comentarios”! Y nadie podrá decir que nunca haya
censurado una sola intervención. De hecho, yo de política sí hablo. Lo que no
hago es perder el respeto a nadie o no escuchar, que es distinto.
Es difícil, por no decir
imposible, encontrar un país aparte del nuestro en el que alguien proteste
porque en un acto oficial se escuche el Himno Nacional. Pues eso es justo lo
que está ocurriendo estos días. Y uno se plantea si es que estamos tontos o es
que nunca hemos sido muy listos, pero luego vas a los hechos y te das cuenta de
que ninguna oportunidad que te surja de buscarte la vida fuera de España debe
ser desdeñada.
Y es que España como Reino,
como Estado soberano independiente, no tiene una bandera como los demás estados
soberanos independientes sino al menos veintiuna. En la práctica quiero decir,
aunque sí oficialmente. Vamos, que es el único país del mundo con bandera a la
carta. La bandera nacional no representa a los ciudadanos, sino que cada
ciudadano es representado por la bandera que él estima más oportuno que le
represente.
Así, tenemos por una parte
la Bandera Nacional, la designada en la Constitución como bandera oficial del
Reino, cuya descripción ahorraré por ser sobradamente conocida. Muy útil por
ejemplo para los partidos de fútbol o para celebrar victorias deportivas en
general, que es su función primordial. No obstante como hay a quien le molesta
el escudo que incluye, se puede sustituir por la silueta de un toro bravo sin
que esto constituya ofensa alguna para nadie. De hecho, el escudo ya se cambió
en el año 79 porque había quien no lo entendía bien y se pensaba que era el “escudo
de Franco”. Incluso todavía hay quien llama inconstitucional a aquel escudo, sin
saber que es el que ilustra la portada de la primera Constitución que se
imprimió. De hecho, la Constitución no dice nada absolutamente del escudo, que
se cambió por Ley Orgánica. Esta bandera es muy útil también para ser utilizada
a modo de capita, al estilo Superman. Muy común en estos eventos deportivos. También hay algo que solo ocurre en España, y es que unos españoles saquen la bandera española para restregársela por la cara a otros españoles. Véase los partidos Madrid- Barcelona o Madrid-Bilbao.
Y hablando de ignorantes
heráldicos, hay una segunda bandera que es la misma, pero en lugar de con el escudo
oficial o con el toro de Osborne, se adorna con el mencionado escudo anterior.
Y es precisamente por eso, por los ignorantes que se creen que ese es el
“escudo de Franco”. Y aunque sí es cierto que Franco retocó algo el escudo de
los Reyes Católicos, es decir el escudo que existe desde que existe España, con
haber vuelto a reponerlo en su diseño original hubiera bastado, digo yo. Pero
en fin, estoy seguro de que si no tuviéramos o no hubiéramos tenido tantos
complejos en su momento, ahora no estaría escribiendo esto.
Después está la Imprescindible,
las sal de todos los guisos y el picante de todas las salsas: la bandera de la
II República. Y digo bien, de la II República, que no la bandera republicana,
que para ser republicano no hace falta estar de acuerdo con aquél régimen
fracasado, nacido de un golpe de estado. Civil, pero golpe de estado. Pues a
esto es a lo que me refería al principio de este artículo: después de haber
dinamitado todos los consensos constitucionales de la Transición, esa bandera
no falta en un solo acto de la izquierda. Sea parlamentaria, “escrachera”… o ambas cosas. Esta en cambio
sí que es anticonstitucional, pero curiosamente eso no le escandaliza a nadie.
Por último están las
banderas de “mi pueblo”, es decir las banderas de uno cualquiera de esos
engendros políticos llamados comunidades autónomas. Las más significativas la
vasca inventada por el PNV* y la variante de la aragonesa correspondiente a los
condados de Cataluña, secuestrada por el nazionalismo catalán. Pero en
cualquier caso, hay muchos españoles que dicen “sentirse” solo catalanes, solo
vascos, solo canarios, solo gallegos… ¿y a mí que me importa, oiga? Usted puede
sentirse lo que estime más oportuno sentirse, pero el hecho cierto, la realidad
insoslayable es que usted es español como pone en su pasaporte. Si no, vaya
usted por el mundo y pregunte. Pregunte quién conoce su pueblo, pregunte por
los tratados comerciales de su pueblo con cualquier país, por el agregado
comercial. Y sobre todo por la embajada o el consulado si tiene usted algún
problema del tipo robo, secuestro o permiso de trabajo. Y entonces les enseña
usted su bandera, a ver qué le dicen.
¿Estamos tontos o no estamos tontos?
¿Estamos tontos o no estamos tontos?
Gonzalo Rodríguez-Jurado
Saro
(*)
Inicialmente,
era la cruz blanca de la religión católica, las aspas rojas de San Andrés,
bandera de los carlistas y antigua bandera de España; y el fondo verde, color
de la Monarquía española (Viva El Rey
De España). Posteriormente
cambiaron el rojo de las aspas por el verde del fondo.