jueves, 12 de junio de 2014

¡Viva El Rey!

Como no me creo los artículos pretendidamente imparciales o que quieren parecer imparciales, no se sabe si para resultar más creíbles o para que los aplauda más gente, he elegido este título para este artículo. Y es que no creo que por no mojarse se vaya a tener más razón. Defiendo aquello en lo que creo y, como tantas otras veces he dicho, en este blog no se censura nada más que el mal gusto y la falta de respeto, nunca la opinión. Y la opinión en Tiroleses es libre y más aún, es sagrada. Por tanto, quien no esté de acuerdo tiene los medios para rebatir y debatir. Nunca para combatir.

Y dicho esto me pregunto si es que aquí se ha vuelto loco todo el mundo, soy yo el que está loco o sencillamente nos toman por tontos. Que haya gente a la que no le guste la Monarquía no solo es algo perfectamente legítimo sino deseable. Que haya incluso quien desee proclamar la III República, extraño pero del todo respetable. Digo extraño teniendo en cuenta la experiencia de las dos primeras, pero respetabilísimo, insisto. Lo que no entiendo de ninguna manera es que haya quien quiera resucitar la II República. Es decir, que haya quien no solo no quiera enterrar definitivamente lo que ocurrió hace ochenta años, sino cambiarlo y que no haya ocurrido.  Que eso y no otra cosa es lo que estamos viendo en estos días. Gente que quiere volver a aquella idílica II República que castigaba con sanciones penales a todo aquél que osara exhibir símbolos monárquicos o que de alguna manera pudieran recordar a la Monarquía. Pues sinceramente, prefiero vivir en una Monarquía donde se pueden exhibir símbolos republicanos que en una república dónde vas a la cárcel por gritar ¡viva El Rey! Pero es que la cosa va aún más lejos, que con la famosa Ley de Defensa de la República de Azaña se cerraron ciento veintisiete periódicos y revistas de todas las tendencias, creencias e ideologías ¿Es eso lo que de verdad queremos?

Se me puede decir -de hecho se repite machaconamente- eso de que “yo quiero elegir quién manda”. Y no es esa una mala opción ¡qué caramba! que así debe ser. Y tanto debe ser así como que en España, nadie ejerce un puesto de poder si no ha pasado por el sufragio universal, libre, directo y secreto de los españoles. Faltaría más. Hasta aquí, todos de acuerdo ¿Y El Rey, por qué no? Pues sencilla y llanamente porque El Rey no tiene ningún poder ejecutivo. No ejerce ni puede ejercer poder alguno. Es un símbolo más de representación de España y de los españoles como la bandera, el himno o el uniforme de los alabarderos del Palacio Real ¿También hay que someter todas esas cosas a votación?

Porque claro, la cosa va más lejos aún. De repente alguien se desculega con una voz muy apesadumbrada diciendo: “es que yo tenía siete años cuando se votó la Constitución” Claro, ahora lo entiendo: una Ley que yo no he votado no tiene por qué regir para mí. Es decir, la constitución ha de ser votada por cada generación ¿Cada veinticinco años más o menos? Oiga ¿y la constitución británica que es una agregación de documentos desde 1215?  ¿Y la norteamericana, que es de 1787? ¿Y la francesa que es de  1958? Claro, con el déficit democrático de esos países tercermundistas…

“Pues no señor, debemos ser un país europeo y elegir nuestro Jefe de Estado” Ya. Y lo somos ¿o no? Si nadie me corrige, de todos los países europeos que no son monarquías, la mitad más o menos, solo en Francia se vota el Presidente de la República. En los demás se pone a un político jubilado sin votación ciudadana alguna. Por cierto, Manuel Azaña tampoco fue votado por nadie más que por un colegio electoral, compuesto por los diputados del Congreso más un número igual de compromisarios. Pero en fin, si alguien quiere seguir pensando que volviendo ochenta años atrás va a “elegir a quien le represente”, allá él.



Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro