viernes, 2 de diciembre de 2022

EN DEFENSA DE LA MORAL

 

Ha pasado casi desapercibida entre el aluvión de noticias que a diario nos abruman, una que creo que tiene la suficiente entidad y gravedad como para pararse en ella: En estos días, desde el Gobierno de España se ha ejercido la censura sobre la obra de un artista. Sin el menor recato, el Ministerio de Igualdad ha hecho saber a un productor de vino que le multaría si no cambiaba la etiqueta de uno de sus vinos, en la que aparece el cuadro de un pintor catalán, que representa una parte del cuerpo de una chica en bikini. Así, sin más. No quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido si ese ministerio hubiera estado dirigido por una ministra de Vox, del PP o de Ciudadanos. Pero no, es ella, es la niña mimada del Gobierno, que puede hacer mangas y capirotes, y pasarse la Constitución por el arco del triunfo. Solo en una mente muy reprimida y tarada se puede imaginar que el desnudo tiene otro fin que el meramente estético. A no ser que quien lo haga, lo haga con fines meramente sexuales, a modo de provocación o de incitación a otra persona, cosa que tampoco es asunto de la ministra. Vamos, que no le pagamos para que nos diga lo que podemos hacer con nuestro cuerpo. Para ella, el desnudo es una cosificación (¡vaya palabreja!) del cuerpo de la mujer y es ella, con nuestro dinero, la que tiene que venir a educarnos.

Pues permítame Su Excelencia que le señale unos cuantos cuadros, patrimonio de todos los españoles y presentes en el museo de El Prado, que sin duda “cosifican el cuerpo de la mujer”. Podemos empezar por la Maja Vestida y la Maja Desnuda de Goya que, aunque usted no lo sepa, tenían como objeto ser un juego erótico-festivo para deleite del Jefe del Gobierno, Manuel Godoy y sus amigos. Sugiero también a Su Excelencia que recurra a un pintor como aquél que utilizó el Papa Pablo IV en el Renacimiento, para cubrir los desnudos impúdicos de Miguel Ángel. Se llamaba Daniele Riciarelli de Volterra, pero desde entonces fue conocido como Il Braghetone por su hazaña. Y como intuyo que entre su enjambre de asesoras no hay ninguna que domine la Historia del Arte, me permito pasarle una lista de obras que cumplen todos los requisitos para ser censurados por Su Excelencia:

- La siesta, de Joaquín González Isabeta, pura provocación

- Andrómeda encadenada, anónimo: encadenada, no le digo nada.

- Andrómeda y el dragón, de Luca Giordano, también encadenada y con varios hombres señalándola “cosificándola”, como diría Su Excelencia

- El primer beso, de Salvador Viniegra: una mujer desnuda se echa sobre un hombre desnudo en el bosque para besarle, al muy…

- Inocencia, de Pedro Sáenz Sáenz: una niña desnuda, en una postura que tendría Su Excelencia que ver.

- La casta Susana en el baño, de Eusebio Valdeperas, qué le voy a contar.

- El triunfo de Baco, de Paolo Domenico Finoglia. Pa’ meterlos a todos en la cárcel, oiga.

- Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros, de Pedro Pablo Rubens ¿le suena? Pues se lo digo porque eso no puede estar en nuestros museos. No nos representa.

- Baco y Ariadna, de Erasmus Quellinus. Pues no le digo nada, pero Baco está “cosificando” a Ariadna por la retaguardia.

- Venus y un sátiro, de Annibale Carracci. Ya se sabe los “cosificadores” que son los sátiros.

- Mujer al salir del baño, de Eduardo Rosales. Este era un pervertido, oiga. No le digo más.

- Eva, de José Marcelo Contreras, pura “cosificación”.

- Desnudo de mujer, de Ignacio Pinazo Camarlench… y no tan mujer, más bien niña.

- Venus recreándose en la música, de Tiziano. Aunque es más bien el músico quien se recrea en Venus, el muy pervertido machirulo.

- Desnudo de mujer, también de Ignacio Pinazo Camarlench. Inadmisible, sencillamente.

- La perla y la ola (fábula persa), de Paul-Jacques-Aimé Baudry. Pa’ habernos matao

- La odalisca, de César Álvarez Dumont. Nada menos que una odalisca ¿cabe mayor “cosificación” de la mujer?

- Una esclava en venta, de José Jiménez Aranda. Pues no le digo nada, una mujer desnuda, sentada en el suelo con el precio colgando de su cuello.

- La casta Susana, de Francisco Maura y Montaner. Dos viejos machirulos miran a una joven desnuda.

- Apolo persiguiendo a Dafne, de Theodor Van Thulden. Esas cosas que tenían los dioses, hasta que ustedes llegaron al Gobierno…

- Crisálida, de Pedro Sáenz Sáenz. Un niña pequeña con su aro, desnuda y “cosificada” al máximo por este pervertido…

- Nube de verano, de Antonio García Mencía. Le recomiendo que no lo vea…

Así podía seguir horas y horas, páginas y páginas, museos y museos, tanto españoles como extranjeros. Pero estoy tranquilo porque sé que Su Excelencia, con su equipo de “vigilantas” de la moralidad y las buenas costumbres, están haciendo todo lo que pueden para redimirnos de nuestras costumbres bárbaras. Muchas gracias.

 

martes, 22 de noviembre de 2022

El escándalo de Qatar

Con el final de la II Guerra Mundial se estableció un nuevo orden mundial basado en el equilibrio de dos grandes bloques: el capitalista, cuyo objetivo era la libertad, para lo que se exigía un escrupuloso respeto de los derechos humanos; y el socialista, cuyo objetivo era la igualdad, para lo que todos los derechos quedaban sometidos a este presunto bien superior. En ese ambiente, se desarrolló un equilibrio mundial basado en el respeto y la disuasión mutuas. Es decir, ni unos podían reclamar la libertad de los otros porque tenían de frente un buen arsenal nuclear; ni los otros podía pedir lo que llamaban “justicia social” para los unos, porque tenían enfrente la misma papeleta. En esas circunstancias, hubo que apuntalar un sistema de resolución de conflictos por vía pacífica que cristalizó en la ONU, con sus virtudes y sus defectos, que son muchos. Así, había que sentarse a negociar de igual a igual, con auténticos asesinos en masa, dictadores, ladrones, explotadores de sus pueblos, etc. dándoles carta de naturaleza como iguales. De esa manera, con algunas excepciones, el mundo vivió un largo período, si no de paz, sí al menos de tranquilidad.

Con el hundimiento de uno de los bloques se inicia un proceso de reequilibrio mundial que hoy en día no parece haber terminado de cuajar. En ello andamos. Sin embargo, ya ni los que exigían igualdad parecen estar interesados en el tema, ni los que exigían libertad parecen tener una misma idea de lo que entonces se consideraba libertad, es decir derechos humanos, garantías judiciales, elecciones libres, etc. Parece ser que hora, los únicos derechos importantes son los de las mujeres, los de los homosexuales y los de los animales. Y claro, en esas circunstancias parece normal que muchos meapilas y papi-honraos se escandalicen porque se organice un evento de alcance mundial en un país musulmán.

Parece ser que, para algunos y según para qué cosas, el Islam no siempre es “la religión de la paz”. De hecho, lo es solo cuando ataca a Occidente. Pues bien, para todos esos meapilas y papi-honraos, repito, conviene repasar los méritos de aquellos países dónde no les escandalizaría que se celebrase un mundial, unos  juegos olímpicos o unos juegos florales:

Según la página web de Human Rights Watch, nada sospechosa de “fascismo”, que será de lo que me acuse más de uno (y de una, claro), “el gobierno del presidente Xi Jimping está supervisando la opresión más feroz y total que se haya visto en China en décadas”. “Pekín ha empleado la tecnología como elemento central para la represión (…) y lleva a cabo intromisiones masivas en la privacidad de las personas mediante herramientas como la obtención forzosa de muestras de ADN, para luego recurrir al análisis de mega datos y la inteligencia artificial para perfeccionar sus mecanismos de control. El objetivo es diseñar una sociedad en la que no haya disenso”.[1]

“Las violaciones de derechos humanos —incluyendo torturas, desapariciones forzadas, abusos contra migrantes, ejecuciones extrajudiciales y ataques contra periodistas independientes y defensores de derechos humanos— han continuado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien asumió la presidencia en diciembre de 2018”. “Es habitual que en México se torture a detenidos para obtener información y confesiones. La tortura se aplica con mayor frecuencia en el plazo que transcurre entre la detención de las víctimas —a menudo arbitraria— hasta que estas son puestas a la disposición de agentes del Ministerio Público. Durante este periodo, las víctimas suelen ser mantenidas incomunicadas en bases militares o en centros de detención ilegales. Una ley de 2017 estableció la ilegalidad de usar confesiones obtenidas mediante tortura como pruebas en procesos penales. Sin embargo, las autoridades no suelen investigar las denuncias de torturas” [2]

“Los cubanos que critican al gobierno siguen expuestos a la amenaza de ser perseguidos penalmente. No se les brindan un debido proceso, como el derecho a ser oídos en audiencias públicas y con las correspondientes garantías por un tribunal competente e imparcial. En la práctica, los tribunales están subordinados al poder ejecutivo y al legislativo”. “Las prisiones del país en general están sobrepobladas. Los presos son obligados a trabajar jornadas de 12 horas y reciben castigos si no cumplen las cuotas de producción preestablecidas, según informaron expresos políticos. No existe en la práctica un mecanismo a través del cual los detenidos puedan presentar reclamos por abusos. Aquellos que critican al gobierno, emprenden huelgas de hambre o recurren a otras formas de protesta a menudo son encerrados en celdas de aislamiento durante extensos períodos y sufren golpizas, restricciones a las visitas familiares y denegación de atención médica” [3]

Lo digo por si alguno de esos que se la cogen con papel de fumar para ir a Qatar, dijeron algo cuando se han celebrado en Cuba distintos eventos deportivos o culturales. O de que se celebre el abierto Mexicano de Tenis, la fórmula 1 o distintos torneos de la NBA. También estaría bien saber si Rod Stewart, Dua Lipa o Shakira hubieran acudido, de haber sido invitados, a cantar en las olimpiadas de Pekín “Together for a shared future”. A lo mejor eso sí, porque con ayuda de la tecnología…



[1] https://www.hrw.org/es/news/2020/01/14/el-gobierno-chino-representa-una-amenaza-global-para-los-derechos-humanos

[2] https://www.hrw.org/es/world-report/2021/country-chapters/377395

[3] https://www.hrw.org/es/world-report/2021/country-chapters/377428


viernes, 18 de noviembre de 2022

"YO HE VISTO COSAS QUE VOSOTROS NO CREERÍAIS..."

 

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir". Son palabras del  replicante Roy Batty, en la película Blade Runner (1982). Poco suponía Ridley Scott en 1982 el significado  que esas palabras tendrían cuarenta años después. Poco suponía que lo que entones era completamente normal, en  2019, momento en que se sitúa la acción de la película, iba a ser tan increíble. Lo mismo que en 2022.

Yo he visto camareros vestidos de blanco, con una chaqueta planchada y con aspecto limpio, en lugar de vestir negro luto.

Yo he visto niños viajar solos en el metro, sin miedo a lo que pudiera pasar, porque nunca pasaba nada.

Yo he visto a enfermeras llamando de usted a los pacientes mayores y a dependientes llamando de usted a sus clientes.

He visto a niños, jóvenes y adultos, levantarse para ceder el sitio a personas mayores,  lisiadas o embarazadas, en el metro y en el autobús. Incluso sin tener sitio reservado para ellos. También he visto a señoras que daban las gracias cuando les cedían el sitio, en lugar de insultar. Podéis creer además que en esos autobuses no había aire acondicionado, por loque no hacía falta que nadie abriese la ventana para que no funcionase y todo el mundo se ahogara. Estaba siempre abierta.

He visto, incluso, películas donde había un protagonista blanco que salvaba a una chica blanca y esta se enamoraba de él. Películas en las que no había un “colectivo” protagonista, con diversidad racial y sexual.

Incluso he visto, no podréis creerlo, a perros felices que no necesitaban dormir en una cama, subirse a un sofá, vestirse, ir a la peluquería, cortarse las uñas ni hacerse ecografías. Perros que podían pasar horas royendo un tuétano y que se callaban si su amo se lo decía.

También había niñas jugando a la comba, sin necesidad de que su profesora les obligara a que los niños también jugaran. Si además ellos preferían jugar a los vaqueros, no eran tachados de machistas. Mientras, las niñas cantaban canciones como

María Tacón, taconeando

pisó un ratón,

le sacó las tripas y se las comió

Y no eran empujadas al despacho del psicólogo, ni intervenía la autoridad escolar, ni llamaban a sus padres para ponerles la cara colorada. Eso solo pasaba si les faltaban el respeto a las profesoras. Lo que era un juego se consideraba un juego, y no se han descrito casos de niñas que se comiesen los ratones después de jugar a la comba, ni de niños que dispararan a otros niños después de jugar a indios y vaqueros.

Los viajes en coche, sobre todo si eran en verano, eran el gran acontecimiento del año. No había cinturones de seguridad ni aire acondicionado, pero en un asiento de escay, de no más de metro y medio de ancho y a 38̊ C, cabían cinco y hasta seis niños y a nadie se le ocurría quejarse del calor. Era verano y tenía que hacer calor, por eso ibas a la playa. Cuando salías a la carretera, veías a gente en moto sin casco, y hasta a jóvenes haciendo auto stop sin miedo a ser secuestradas, violadas y asesinadas. Simplemente, les salía más barato que el tren.

También podías ver en la carretera a ciclistas que no iban vestidos de marciano; a niños patinando sin necesidad de ir acorazados. Si se caían una vez, la segunda no ocurría. Y si ocurría, agua oxigenada, mercromina y tiritas. Pero desde luego nadie dejaba de patinar ni de montar en bicicleta por eso.

Todo aquello era posible porque los padres no admiraban a sus hijos, sino que los educaban: los niños se callaban cuando hablaban los padres y no al revés; los jóvenes se sentaban con los pies en el suelo y no en la silla; e incluso, si los padres iban a ver un partido de fútbol en el que participaba su hijo, lo hacían sentados y callados, y al final felicitaban al niño y daban las gracias al entrenador. Yo lo he visto, puedo jurarlo.

En las casas había un teléfono y estaba en el salón, donde toda la familia estaba viendo la televisión. De manera que, si tenías que hablar con la que te gustaba de tu clase, ya podías andar ligero… Eso, si la película que ponían en el único canal que realmente había, no aparecía con dos rombos, que entonces te tenía que ir a la cama porque “no era tolerada”. Es decir, no era para niños, normalmente porque aparecían besos apasionados o conversaciones que los niños “no entendían”.

Por último, en aquél extraño mundo, los profesores no eran amiguitos de sus alumnos, sino sus maestros. Se entraba en fila en clase, y había que llamarles don o doña y de usted, sin que eso supusiera merma alguna en la autoestima del niño no de sus padres. Incluso estos, daban la razón al profesor cuando este amonestaba o prevenía al niño de alguna manera.

No era el mundo ideal, pero era todo más previsible.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Niñatos justicieros

 

Parece ser que, a rebufo del éxito que supuso que una niñata sin estudios, con graves problemas psicológicos y convenientemente manipulada por sus padres, saliera a dar lecciones a los supuestos “dirigentes mundiales”, y estos agachasen las orejas, han surgido muchos más niñatos-predicadores consentidos. Pero ahora no se limitan a dar lecciones, sino que tienen que atentar contra el patrimonio cultural. Y digo bien, patrimonio cultural porque cada obra de un maestro que está colgada en un museo es un tesoro de todos, insustituible y digno de ser puesto a salvo para las siguientes generaciones.

Pero toda esta panda de vagos, que no han pegado un palo al agua en su vida, considera que ese valor no es nada al lado de lo que a ellos les importa, que es asumir la defensa del planeta, del clima, de las focas o de la madre de Tarzán. Es decir, chillar, patalear, insultar… todo menos trabajar para vivir. Por muchas razones que tengan estos energúmenos, no tienen ningún motivo, ni mucho menos justificación para destruir el patrimonio de todos. Menos aun cuando es una joya insustituible.  No hay forma humana de justificar la destrucción, bien sea efectiva o en grado de tentativa, de nada para llamar la atención sobre ningún problema. Yo no puedo pegarle fuego al kiosco de periódicos de al lado de mi casa porque no esté de acuerdo con las multas de tráfico; ni puedo hundir un barco para llamar la atención sobre el problema de la falta de pastos para mis vacas. En ambos casos, sería considerado con toda razón un delincuente. Con el agravante de que el valor de un barco o de un quiosco de prensa es infinitamente menor que el de un cuadro de Van Gogh o de Goya. Pero ellos no le entienden, claro. Ni han estudiado, ni sus papás han consentido jamás que alguien les obligara a estudiar, a esforzarse, ni a entender el valor de una obra de arte. Para ellos es solo algo en lo que se fija mucha gente y que sirve para llamar la atención sobre sus fines. Por lo general son "pringaos" que se creen que han encontrado una causa, no por la que luchar, sino para justificar su salvajismo.

No hay fin que disculpe estas salvajadas. Si hay algo que distingue la civilización de la barbarie, es la resolución de los conflictos por la vía pacífica. Es decir, evitar que nadie pueda imponer sus criterios por la fuerza, utilizando la violencia en cualquiera de sus versiones. Con el agravante de que, para llegar a este punto, los países considerados civilizados hemos tenido que pasar por muchos conflictos, muchas persecuciones, guerras y asesinatos. Algún respeto merecerá el recuerdo de los que se han dejado la piel por el camino, para que nosotros podamos vivir en paz. Y dese luego, ese respeto pasa por no permitir a nadie tomarse la justicia por su mano, por mucho que esto emociones sus papás cuando lo ven.

Si no acabamos con ellos, ellos acabarán con la civilización. Una civilización en la que no pueden tener sitio, a no ser que sean debidamente sancionados, cumplan su pena y se reintegren a la sociedad sin ganas de volver a delinquir. Es sencillo, pero parece entenderlo muy poca gente. Y menos aún, los presuntos “líderes mundiales”. Esos son los peores.

martes, 11 de octubre de 2022

Relapsos

 

Relapso era aquél que, hallado culpable en un proceso inquisitorial, era “relajado al brazo secular”. Es decir, entregado a las autoridades civiles para que estas ejecutasen la sentencia que le hubiera sido impuesta, ya que la Iglesia no ejecutaba sentencias contra nadie.

Cualquiera que haya seguido periódicos, radios o televisiones en los últimos días, será partícipe de los hechos más importantes que han tenido lugar. Que no son el bombardeo de objetivos de civiles por Rusia, ni la crisis del gas que amenaza el invierno europeo, ni la agobiante presión fiscal que nos atenaza y que nos condena a una inflación sin límites. No, lo realmente importante, lo que con razón ha ocupado portadas y ha abierto noticieros es, sin duda, la gamberrada de unos pocos estudiantes desbordados de hormonas, intentando ligar con las chicas del colegio de enfrente, con una carga no menor de hormonas. La causa: como dije en un artículo anterior, que ya no se puede asistir a ninguna juerga, borrachera o relajación de las costumbres sin que algún imbécil saque un telefonito y te grabe. Te grabe y lo publique, por supuesto, que para eso te graba. Los hechos: la puesta en escena de una auténtica berrea que, como todas las berreas, tiene lugar puntualmente en un momento del año y pasa más por ser un espectáculo que otra cosa. El mejor o peor gusto de este espectáculo es discutible, pero cuestión de gusto al fin.

Como usted sin duda sabe, la Inquisición tenía como fin vigilar el recto cumplimiento de la doctrina, especialmente dentro de la Iglesia, no torturar a nadie ni llenar mazmorras de gente colgada de las paredes. Eso solo pasa en las películas americanas, pero para saber Historia hay que leer, no ver películas. Y como en España siempre tenemos que ir detrás de los inquisidores para jalearlos y tocarles las palmas, desde el presidente del Gobierno hasta el último meritorio del último periódico de cualquier provincia, han salido en tromba a lapidar y a afear la conducta de los relapsos. Naturalmente, por su bien, para ponerles frente a su conducta impropia y pecaminosa y que abjuren públicamente de ella. Se les pone un sambenito o capirote, se les sube en un borrico y se les pasea por las calles acompañados por un pregonero que anuncia su pecado. Mientras, el pueblo les insulta y les arroja verduras podridas. Todo por contravenir la Única y Santa Fe del Feminismo. Y, cómo no, el denunciante es ejemplo de buen cristiano y defensor de la Fe. A él se unirán partidos, sindicatos, asociaciones y hasta otros colegios mayores y compañeros de facultad; su ejemplo será exaltado en editoriales, columnas, reportajes… y hasta en las homilías del domingo.

Siempre hemos padecido la Inquisición, con ese nombre o con otros, y siempre la hemos necesitado para prevenir la disidencia. Y quien diga que no, que me explique por qué cada vez que alguien quiere protestar, señalar o exponer una injusticia en los medios de comunicación dice que “quiere denunciar”, que “habría que denunciar” o que “denuncia”. Lo de denunciarnos unos a otros viene exactamente de ahí. El pueblo jamás temió al Santo Oficio, entre otras cosas porque era el que se encargaba de mantener el orden, de garantizar sus vidas, sus haciendas y de protegerles de las malas influencias extranjeras que querían desestabilizar el Reino. De hecho, cuando la Constitución de Cádiz de 1812 abole la Inquisición, encuentra su mayor resistencia en las áreas rurales. Es decir, en la inmensa mayoría del territorio, en la que habitaba más del noventa y cinco por ciento de la población. También ahora necesitamos -o nos hacen necesitar- un Santo Oficio que nos salve de aquéllos que quieren sacar los pies del tiesto de la verdadera Fe. Si para eso hace falta hacer picadillo a unos pobres pardillos, a sus padres, a sus amigos y a sus novias, se hace y punto. Después de todo, es por su bien y por el del Reino. Y desde luego, si es por su bien y por el del Reino, siempre contarán con el apoyo inquebrantable de la Orden de San Agustín, propietaria del colegio.  Lo dicho, como siempre, nada nuevo.

jueves, 18 de agosto de 2022

PALABROS

 

“Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. (Artículo 26.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU)

España como estado -no sus comunidades autónomas, que solo son una parte de él- hace un atropello sistemático de este artículo. Fundamentalmente en lo referente al idioma, pero no solo. El caso es que desde hace ya decenas de años, se está privando a nuestros estudiantes de su derecho a una formación elemental que pasa, entre otras cosas, por poder manejar correctamente su propio idioma. Y aquí sí que me da igual si su propio idioma es el vasco, el catalán, el gallego o el suajili. Allá sus padres que son quienes tienen que elegirlo. Soy profesor, y resulta muy frustrante intentar enseñar nada a alumnos que desconocen en su práctica totalidad la morfología, la fonología y la sintaxis. Es decir, se les ha privado, no se si deliberadamente, de su principal herramienta de acceso al conocimiento, a la formación y, en definitiva, a su trabajo y a su futuro.

Pero como la vida no se detiene, ellos lo sustituyen con los medios a su alcance, que tampoco voy a criticar aquí, pues cada uno de ellos como toda herramienta, puede ser buena o mala, según se utilice. Me refiero a los ordenadores, las tabletas, las televisiones e incluso los libros. Sí, los libros. También están ahí para quien quiera utilizarlos y, de hecho, hay muchos jóvenes que lo hacen. El caso es que los que editan cualquiera de estos canales de comunicación también necesitan comunicadores, y que a estos comunicadores tampoco les ha enseñado nadie a hablar. En consecuencia, tenemos a nuestros jóvenes aprendiendo a hablar con gente que no sabe hablar: futbolistas, actores, políticos y, lo que es más grave, periodistas y escritores. Empezamos bien, pero con estos mimbres hay que hacer el cesto.

El primer recurso para parecer culto es alargar las palabras. Me he permitido traer aquí unos cuantos ejemplos, por si alguien puede explicarle al ignorante de turno, que la palabra que acaba de utilizar tiene su correspondiente traducción al castellano:

Equipación             Equipo

Obligatoriedad        Obligación

Virtuosidad             Virtud

Honorabilidad         Honor

Verbalizar               Hablar, decir

Personalizado         Personal

Judicializado           Procesado

Visualizar               Ver

Visibilizar                Ver

Condicionalidad      Condición

Rigurosidad            Rigor

Haga usted el favor de no entrar en la página de la RAE a buscar todas estas palabras. Es posible que encuentre alguna o muchas de ellas, pero es que, desde que en la RAE alguien dijo la tontería de que, si se usa a diario una palabra, forma parte del idioma, estamos como estamos: apañados.

Por otra parte, está el temible conjunto de palabras y expresiones que integran el discurso políticamente correcto. Esas sin las cuáles un político o un periodista no saben hablar. Las mismas que tienen que aparecer en su discurso, al menos una en cada frase. Y lo mismo sirve para la publicidad. Hasta tal punto, que me he propuesto evitar en lo posible, consumir cualquier producto que utilice una de estas palabras en sus campañas. Sé que es una quimera y que me quedaría en la calle sin ropa, sin alimentos ni medicinas, pero debo intentarlo. Si el hidalgo don Alonso Quijano logró liberar a decenas de condenados de perecer atados a los remos de una galera ¿no he de lograr yo rescatar a mi idioma de la barbarie? Esta es la fatídica lista:

Reto, planeta, sostenible, género, histórico, implementar, negacionista, quedarse atrás, no dejar a nadie atrás, natural, bio, emisiones, integral, respetuoso con el medio ambiente, verde, resiliencia, articular, poner en valor, emergencia climática, cuerpos, identidades, ensanchar los márgenes, vulnerabilidad, contextos, esfuerzo colectivo, legitimar, discriminación y aproximación cualitativa.

Hay muchas más pero no oír ninguna de estas, aumentaría mucho mis posibilidades de  creerme lo que me estén contando.

jueves, 4 de agosto de 2022

UNA SOMBRA INQUIETANTE

 

Recientemente ha tenido la oportunidad de visitar un campo de concentración, en concreto el de Sachsenhausen. Algo que, por duro que sea, no dejo de recomendar a todo el que tenga una mínima sensibilidad y el valor de saber de lo que somos capaces. Sí, de lo que somos capaces todos, no solamente los nazis. Y es que esos mismos campos de terror no fueron cerrados, sino que fueron reciclados para seguir recluyendo a la oposición. Al menos los que quedaron en el lado soviético del Muro, pero claro, de esos, del exterminio masivo de la población en Camboya o de los campos del castrismo, no se puede hablar. Tendrá que ser así.

El caso es que reflexionando sobre cómo se puede llegar a eso, como puede la población mirar para otro lado cuando una barbaridad de esas ocurre, he tenido que releer a Joseph Goebbels que, como saben todos los que no son víctimas de la LOGSE, fue Ministro de Propaganda de Hitler. Gracias a él, éste hizo una carrera meteórica, derribando en pocos años el orden mundial e invirtiendo la posición de Alemania frente al mundo. Inventando Alemania, de hecho.

Y lo que he leído no me ha hecho ninguna gracia. De hecho, me ha preocupado bastante por la similitud entre lo que ocurrió entonces en Alemania y lo que está ocurriendo ahora en España. Y para los que ya me estén llamando exagerado, psicópata, fascista o cosas peores, solo recordar el poema escrito por el pastor Martin Niemöller sobre la cobardía de los intelectuales alemanes de entonces, y que tanta gente atribuye equivocadamente a Bertolt Brecht:

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar».

A continuación, los principios de la propaganda política instituidos por Goebbels y su traslación a los medios de comunicación más afines al Gobierno de España. A ese mismo Gobierno que reconoce que utiliza a la Guardia Civil para vigilar la opinión de los españoles en las redes sociales.

 

 

PRINCIPIO DE SIMPLIFICACIÓN Y DEL ENEMIGO ÚNICO:

Sánchez, por su parte, ha rebatido la defensa de Abascal del Gobierno del PP y Vox en Castilla y León como modelo a replicar por impulsar medidas como suspender las subvenciones a sindicatos y otras organizaciones.”

Huffington Post, 13 de julio de 2022

 

PRINCIPIO DEL MÉTODO DE CONTAGIO: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada

Sánchez arremete contra PP y Vox por no apoyar los impuestos a banca y energética y se pregunta "qué intereses protegen"”

EuropaPress 29 de julio de 2022

 

PRINCIPIO DE LA TRANSPOSICIÓN: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque.

El Orgullo se moviliza en Madrid contra el odio y por la visibilidad. El colectivo advierte de los discursos de odio y reclama la aprobación de la Ley Trans y LGTBI.

Huffington Post, 9 de julio de 2022

 

Si no puedes evitar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

“Pedro Sánchez se quita la corbata para ahorrar energía y dar ejemplo. El presidente ha pedido a sus ministros y al sector privado que eviten el uso de esta prenda para gastar menos en aire acondicionado”

El País, 29 de julio de 2022

 

PRINCIPIO DE LA EXAGERACIÓN Y DESFIGURACIÓN: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

“Interior investiga el envío de una navaja "aparentemente ensangrentada" a Maroto.

El Confidencial, 26 de abril de 2021

 

PRINCIPIO DE LA VULGARIZACIÓN: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Una grieta frente al odio y el olvido en plena negociación entre el PP y Vox. Penélope Cruz, Javier Bardem y Juan Diego Botto arropan a las familias de represaliados que tras años de lucha han logrado abrir la fosa común de Villadangos (León)”

El País, 28 de febrero de 2022

 

PRINCIPIO DE LA VEROSIMILITUD: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.

José Ramón Samper: "No es que haya un repunte de los delitos de odio, sino que ahora se denuncian más"

Cadenaser.com 4 de agosto de 2022

 

PRINCIPIO DE LA SILENCIACIÓN: Callar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación.

“Cientos de personas homenajean en Oñate al sanguinario torturador de Ortega Lara. El etarra ha salido este domingo de prisión y al llegar a su localidad, gobernada por Bildu, ha recibido un homenaje.”

Libertad Digital, 28 de julio de 2022.

Ni una palabra en grandes medios afines al Gobierno como El País, la SER, televisiones, etc.

 

PRINCIPIO DE LA UNANIMIDAD: Llegar a convencer  mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

Una sequía agravada por el cambio climático extiende las restricciones de agua por España. La falta de lluvia apuntilla unas reservas ya exhaustas por el consumo intensivo e impone recortes desde el consumo humano hasta la agricultura y el ocio en múltiples comunidades”

elDiario.es 3 de agosto de 2022

lunes, 11 de julio de 2022

Manos blancas

 

Siento que el tema que voy a tratar hoy me puede granjear muchos enemigos. Al menos, muchas desafecciones o muchas decepciones entre mis lectores habituales, que afortunadamente son muchos, y desgraciadamente pueden dejar de serlo. En primer lugar, por no respetar mi costumbre de no hablar de política, pero es que considero que este tema va mucho más allá de la política y entra en el terreno de la dignidad humana, del respeto a los derechos más elementales y de los principios. En segundo, por remar contra la corriente de o políticamente correcto. No pido perdón, pero como siempre, tengo abierto este blog para quien quiera expresar su opinión, su desacuerdo o su indignación. Jamás he borrado ninguna opinión que no incluyese faltas de respeto, opiniones ya publicadas de terceros o ridículos monigotes con gestos repetitivos. Aquí su opinión es sagrada y siempre lo será.

Y es que estos días se cumplen veinticinco años de unos hechos que, por algún motivo extraño, nuestros jóvenes no han estudiado en su bachillerato y que a alguien debería caérsele la cara de vergüenza porque haya sido así. A tres “álguienes”, o más bien o a muchos más: hablo de los tres presidentes de gobierno y de decenas de presidentes autonómicos y consejeros de Educación. De los que, en sus libros de Historia de España, han obviado los días que mediaron entre la liberación del secuestro de José Antonio Ortega Lara, después de más de quinientos días metido en un pozo en unas condiciones en las que nadie tendría a un animal; y el asesinato de Miguel Ángel Blanco, boca abajo, con las manos atadas a la espalda, abandonado en el borde de un camino perdido, aún respirando y con las mejillas quemadas por las lágrimas. Fueron días angustiosos, mucha gente lo recordará. Pero no tanta gente recordará los centenares de asesinatos y secuestros anteriores, los que día a día abrían los telediarios y los boletines de radio. Porque hasta entonces, los que nos indignábamos con los asesinatos, ya fueran de un guardia civil, de un militar, de un concejal o de un cocinero, que también los hubo, sencillamente éramos unos “fachas”. Y hasta tuvimos que correr en muchas ocasiones, acompañando a un féretro, delante de la Policía. Pero eso no hay que recordarlo porque ya no eran “los grises” de Franco, delante de los que se supone que ha corrido tanta gente. Sus uniformes eran entonces color café con leche, cortito de leche. Y sus jefes los distintos ministros de Interior de la UCD y del PSOE. Más de la UCD que del PSOE, eso también es cierto.

Cuando vi todas aquellas manos blancas, supe que habíamos perdido. El pueblo no estaba con su Policía, con su Guardia Civil, con su Ejército ni con sus jueces. El pueblo sacaba bandera blanca o manos blancas, que tanto da, se rendía. No se exigía justicia, no se llamaba a la lucha ni a la resistencia: se pedía, se suplicaba a ETA que dejara de matar. Se suplicaba al PNV que les convenciera, y a los políticos del Gobierno y de la oposición que hicieran "lo que tuvieran que hacer" para que dejaran de matarnos.

Unos niños bien intencionados o más bien un poco atolondrados, que jamás habían ido a un funeral por una víctima de ETA, que ponían los ojos en blanco cuando hablaban de Gandhi, de John Lennon o de los hippies, se indignaron por primera vez. Se creyeron las consignas chupiguáis de Verano Azul y del cine de Hollywood y decidieron actuar. Nunca lo hicieran, porque su actuación consistió en dejar de actuar, en rendirse, en suplicar, repito, la paz. Y salieron de sus aulas al campus con las manos pintadas de blanco; y de los distintos campus al centro de las ciudades; los periódicos los pusieron como ejemplo, y mucha gente les siguió.

Nadie osó decir que la paz no se suplica, que no se llora cuando alguien la viola. Que la paz hay que ganársela día a día, mes a mes y año a año con la fuerza de la Ley. De una Ley igual para todos, proclamada por el pueblo a través de sus representantes, administrada por los jueces y hecha cumplir por las fuerzas armadas y la policía. Y, sobre todo, con un pueblo que apoya como un solo hombre  a sus representantes, a sus jueces, a sus fuerzas armadas y a su policía. Nadie osó decirlo y ahora estamos donde estamos. Pero ahí sí que no quiero entrar…

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

miércoles, 20 de abril de 2022

Sólo para ignorantes

 

Estoy seguro de que nadie me mirará como a un bicho raro si confieso públicamente que no tengo ni idea de qué es eso de la Agenda 2030. Sé que algo malo debe ser, porque cuando te quieren meter una morcilla tanto los políticos, como los bancos, los seguros o cualquier otro vendedor de humo, te planta ese cursilísimo circulito  de colorines, como para que veas que sus intenciones son chupi-güays. En principio, parece que se trata de una lista de buenas intenciones como las que nos mandaban hacer los curas en el colegio, normalmente antes de Navidad o después de Semana Santa. Vamos, que no hay nada nuevo bajo el sol, que todo está inventado y que para este viaje no hacían falta alforjas.

Pero como uno es cabezón y bastante rata de biblioteca, he buscado el texto con la ayuda de mi socorrido San Google, con la firme promesa de no levantarme hasta enterarme de lo que allí ponía. Lo más aproximado que he encontrado ha sido esa misma lista de buenas intenciones publicadas por nuestro Gobierno, titulada ESTRATEGIA DE DESARROLLO SOSTENIBLE 2030. UN PROYECTO DE PAÍS PARA HACER REALIDAD LA AGENDA 2030. Desistan. Me duele reconocer que he faltado a una promesa, pero seguir leyendo durante más de doscientas páginas sin entender absolutamente nada, es darse cabezazos contra una pared. Y no me tengo por ignorante, creo más bien que han elegido para redactar el texto al más tonto de la clase, al más retorcido, al más ignorante… o simplemente a alguien que supiera escribir sin decir nada. Vayan como ejemplo dos frases entresacadas al azar. Sí, he dicho frases, que es lo que se incluye en un texto desde que comienza hasta que se pone el primer punto:

“La llamada por parte de Naciones Unidas a la aceleración de los esfuerzos en el marco de la Década para la Acción se produce antes de la crisis global generada por la COVID-19, ante la evidencia de un avance desigual e insuficiente para cumplir con la Agenda 2030, con el cambio climático y la crisis de pérdida de biodiversidad entre los principales desafíos íntimamente relacionados que, como ya se ha señalado, tendrán efectos catastróficos e irreversibles sobre los ecosistemas, afectando a los medios de vida de millones de personas provocando más pobreza y desigualdad, así como desplazamientos de población sin precedentes en la historia, incrementando las desigualdades territoriales y la brecha entre lo urbano y lo rural.”

Todo esto se tiene por dogma de fe, sin un solo argumento que respalde tan catastróficas previsiones.

“En consecuencia, junto a los retos específicos derivados de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 sobre la actividad empresarial, que ha sido abordadas a través del despliegue de un conjunto de medidas dirigidas a sostener el tejido empresarial como mecanismo de protección de la actividad económica y del empleo, es preciso continuar desarrollando actuaciones orientadas a fortalecer a las pequeñas y medianas empresas para mejorar su competitividad, abordar la transición ecológica y posibilitar la generación de empleo de calidad a través de instrumentos de apoyo específicos y adaptados a sus características.”

Pues todo así, oiga. Doscientas sesenta páginas de “frases” como esas repitiendo lo mismo pero cada vez de forma más retorcida. Eso sí, hay conceptos, por llamarlos de alguna manera, que se repiten de forma machacona. Se incluyen en las frases vengan o no vengan a cuento e incluso se utilizan más de una vez dentro de una misma frase. Claro que, visto el tamaño de las frases en este texto, puede repetirse hasta el Padrenuestro ¿Y cuáles son esos conceptos? Pues seguro que a usted no le van a sorprender, porque es usted mucho más hábil que yo:

no dejar a nadie atrás, sostenible, economía circular, nuevas tecnologías, resiliencia, implementación de actuaciones, crisis climática, inteligencia artificial, residuos, colectivos, emprendimiento, digital, consumo responsable, sensibilización, concienciación, hoja de ruta, gobernanza, a nivel de, conectividad, reto país… Aburridísimo, como la rueda de prensa del Consejo de Ministros, pero diciendo menos todavía.

No quito ni pongo una frase, y para que no me ahorquen por mentiroso, aquí dejo el enlace para que sus señorías comprueben cuanto digo:

https://www.mdsocialesa2030.gob.es/agenda2030/documentos/eds-cast-acce.pdf

Sería gracioso, si no fuera porque es el argumento que se utiliza para recortar, cada vez de forma más acelerada nuestra libertad, nuestra seguridad, la educación de nuestros hijos y su futuro.

viernes, 11 de marzo de 2022

Acuérdate

 

"El Gobierno destinará más de 20.300 millones de euros a promover la igualdad hasta 2025" EL PAÍS, 10 de marzo de 2022. 

Cuando no puedas llenar el depósito de tu coche, acuérdate. 

Cuando tengas que bajar su seguro de todo riesgo a terceros, acuérdate. 

Cuando tengas que decir a tu hijo que no puede seguir haciendo su deporte favorito, acuérdate. 

Cuando tengas que decirle que no puede ir ese viaje, acuérdate. 

Cuando tengas que decir no a esa cena o a ese fin de semana, acuérdate. 

Cuando tengas que convencer a tu familia de que “no hace tanto frío” como para encender la calefacción, acuérdate. 

Cuando anules el hotel o el apartamento que tenías para este verano, acuérdate. 

Cuando toque quedarse en casa y pedir pizza, acuérdate. 

Cuando dejes el seguro médico “porque ya tienes la Seguridad Social”, acuérdate. 

Cuando digas a tus hijos que “este año no puede ser lo de EE. UU.”, acuérdate. 

Cuando resulte inviable seguir pagando a una persona o una residencia para que cuiden a tu madre, acuérdate. 

Cuando eches de menos los veranos, las vacaciones o los fines de semana de antes, acuérdate. 

Cuando dejes de cobrar el paro porque llevas dos años sin encontrar un puñetero trabajo digno, acuérdate. 

Cuando despidas a tu hija en el aeropuerto, sin saber muy bien lo que se va a encontrar, acuérdate. 

Cuando no te salgan las cuentas de lo que vais a necesitar para vivir cuando os jubiléis, acuérdate. 

Cuando vayas a rescatar tu plan de pensiones y te digan lo que vas a cobrar, acuérdate. 

Cuando Te cobren por circular por una carretera, por la que siempre habías circulado sin pagar, acuérdate. 

Cuando tengas un accidente o una enfermedad y te digan que no te pueden atender porque no estás en tu comunidad autónoma, acuérdate. 

Cuando, en fin, leas lo que cobran cada ministro, cada diputado, cada consejero, cada alcalde, cada concejal y cada funcionario de una administración, innecesaria en el ochenta por ciento de los casos… Acuérdate de que todo ese dinero sale de tus bolsillos, pero no sirve para para hacer tu vida mejor sino para “promover la igualdad”.

 

martes, 1 de marzo de 2022

Paz y pacifistas

 

Andaba yo haciendo cola en la puerta de un cine en la Gran Vía de Madrid, cuando un fuerte altercado llamó mi atención: con grandes gritos e insultos, un tipo bastante fornido estaba moliendo a palos a la que aparentemente era su novia, una chica por otra parte bastante débil y quebradiza. En cada golpe, en cada grito, la pobre parecía que se iba  a desangrar. Sin dudarlo me lancé en su ayuda, pero inmediatamente comprendí que no iba a mejorar nada, puesto que allí había un representante de la autoridad. Mi sorpresa fue cuando el presunto policía se dirigió a la audiencia y manifestando una indignación un tanto fría, fingida diría yo, solicitó la ayuda de quién pudiera tener vendas, tiritas o algún tipo de material de protección: algún casco, un chaleco antibalas, etc. Por supuesto, la mayoría de los presentes, indignados, tratamos de detener aquella barbaridad, pero hubo otra parte del público que nos detuvo alegando que actuar contra el agresor era iniciar una espiral de violencia que no podía conducir nada más que a un conflicto mayor. Hubo incluso quien dijo que lo que en realidad nos movía era el odio hacia aquél pobre hombre, que no hacía nada más que arreglar un problema que le habíamos creado nosotros por meternos en su vida. Aquella bestia seguía pegando a la chica cada vez con más saña, por lo que ya hubo varios presentes que, como pudimos, empezamos a increparle y hasta a arrojarle objetos para pararle. Entonces, algunos más nos atacaron diciendo que estábamos usando la violencia y que el uso de objetos arrojadizos era una forma de buscar pelea en lugar de intentar solucionar el conflicto dialogando. Que, en realidad, lo que queríamos no era evitar el conflicto sino generar uno mayor para sacar ventajas económicas y forrarnos a costa del sufrimiento de la pobre chica… Evidentemente, esta historia es una ficción, pues quien me conozca sabrá que, en caso contrario, la estaría escribiendo desde una celda o desde un hospital.

 Lo que no es ficción es la reacción de cada uno de los actores, si trasponemos la acción a la vida real. El matón sería Rusia; la chica, Ucrania; el policía, nuestro Gobierno; la parte del público indignada, los países civilizados; y los tibios, los autodenominados pacifistas. Y digo autodenominados porque no hay nada que me parezca más sorprendente que esas personas que se atribuyen a sí mismas en exclusiva, la defensa de la paz, de la Naturaleza o incluso de la Cultura. Y no solo se la atribuyen en exclusiva sino que, al dejar fuera al resto de la Humanidad, la señalan como gente violenta que quiere la guerra. Es decir, la paz es lo que yo te diga que es la paz, y si no te parece bien, puedes y debes ser perseguido, acosado y sobre todo silenciado, porque no tienes derecho a hablar. Y una vez dicho esto, deducen que la paz es la ausencia de violencia física, siempre que esa violencia física no sea ejercida por ciertos países, partidos, bandas armadas o matones a los que ellos consideran legitimados para utilizarla, claro. Inútil discutir con ellos, puedes acabar muy perjudicado, tanto verbal como físicamente.

Y aunque muchos de ellos se crean que son una mezcla de Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Jesucristo, lo que en realidad son es una mezcla de la tolerancia de Stalin, la cultura de Diego Armando Maradona y la inteligencia de quien se cree que siempre tiene la razón. Ya se sabe cuáles son los cinco principios de los poco inteligentes: culpar a otros de sus errores, creer que siempre tienen razón, la agresividad, la incapacidad para entender los sentimientos de otras personas y la firme convicción de que son mejores que los demás. De otro modo, no intentarían hacer frasecitas ocurrentes cuando les recuerdas el dicho clásico de “si vis pacem para, bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra). Resulta que este es un principio formado a lo largo de muchos siglos de experiencia, que sencillamente advierte de que, si no eres capaz de defenderte, antes o después alguien se impondrá sobre ti. Es decir, que si bajas las manos, siempre habrá alguien dispuesto a atropellarte. Y esto es válido para los estados, los pueblos, el trabajo, las relaciones personales, los negocios, etc.

Pero es que además tampoco suelen tener la más mínima noción ni referencia de los padres de la Escuela de Salamanca: Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado, Domingo de Soto, Luis de Molina, Juan de Mariana, Martín de Azpilicueta… casi nadie al aparato. Que no sólo fueron precursores en el siglo XVI de la teoría cuantitativa del dinero, es que además acuñaron conceptos como el del Derecho de Gentes (ius gentium), que va a dar lugar al Derecho Internacional, y el de guerra justa. En virtud de este último, una guerra es justa si evita un mal mayor que el que produce. No sólo eso: el territorio de un pueblo bárbaro no puede ser invadido  porque el derecho de la toma de la tierra en el nuevo mundo solo puede ser dado a través de la guerra justa. No por un derecho de evangelización o un derecho de misión. Pero bueno, parece ser es más sencillo vociferar, acusar a todo el mundo de ser violento… y defender a los asesinos.

Como dijo Churchill: “Entre la indignidad y la guerra, hemos escogido la indignidad; y ahora tendremos la indignidad y la guerra”

domingo, 23 de enero de 2022

El COVID son los padres

 

Desista de su intento quien quiera encontrar en este artículo cualquier atisbo de negación de la enfermedad o de teoría de la conspiración. La enfermedad existe y se ha llevado por delante a cientos de miles de personas, incluido algún amigo al que tenía gran cariño. Y hasta la fecha, el único remedio que tiene es la vacuna, aunque esta sea todavía bastante incompleta. El único chip que nos han insertado, lo hemos pagado con mucho gusto de nuestro bolsillo, en torno a los ciento cincuenta, doscientos o trescientos euros. Y lo tenemos tan insertado que, si salimos de casa sin él, volvemos corriendo o pasamos un día negro, echándolo de menos. Puede ser Samsung, LG, Apple, Xiaomi… Si alguien nos quiere localizar desde un satélite, no tiene más que buscarnos por nuestro número de teléfono, que a su vez está ligado a nuestro nombre, casa, trabajo, etc. Desde allí se puede saber dónde estamos, dónde hemos estado, cuántas veces, con quién, cuánto hemos pagado, cómo, etc. Y si usted no se lo cree, pregúntese quién cambia la hora de su teléfono el último domingo de marzo o el último de octubre.

Si es usted de los que tuvo la suerte de tener unos padres que se molestaron en educarle, o de los que se ha tomado la molestia de educar a sus hijos, le sonará de algo eso de:

- “¡No sales hasta que tu cuarto esté hecho!”

- “Si ya está hecho”

- “De eso nada, esa colcha está hecha un guiñapo ¡no sales!”

O lo de:

- “Me dijiste que si recuperaba Geografía podía apuntarme a baloncesto”

- “Sí, pero me ha mandado una nota tu profesor…”

Y es que, son muchas las ocasiones en las que hay que hacer de la necesidad virtud. Situaciones en las que en lugar de decir no a algo que no se considera conveniente, se aprovecha para corregir un comportamiento que se considera poco adecuado o innecesario. Una actitud loable, sin duda, no sólo por el sacrificio que requiere, sino porque redunda en bien de personas a las que queremos, como son los hijos.

Ahora bien, que sea una actitud loable, no quiere decir que tenga que ser utilizada por los poderes públicos en su relación con los ciudadanos. Por decirlo de manera más simple, es inadmisible que el poder político trate a los ciudadanos como menores de edad. Si nadie me dice otra cosa, la relación del Poder con los administrados debe ser de servicio, dado que son estos quienes eligen a sus representantes para esa función. Por eso es inadmisible que nada menos que todo un Presidente del República Francesa, diga públicamente que va a perseguir con saña a quienes no se sometan ponerse a una vacuna. Las vacunas, las medicinas y las intervenciones quirúrgicas son opciones privadas a las que cada uno tiene derecho y se somete en función de sus necesidades, sus apetencias o sus posibilidades.

Es  verdad que habrá quien argumente que, si no te quieres vacunar, luego no debes ser atendido si caes enfermo. Pero no dicen que si conduces borracho no debes ser atendido en urgencias después de un accidente; que si frecuentas los prostíbulos no debes ser tratado con penicilina; que si te pierdes en el monte escalando, no debes ser rescatado por un helicóptero; que si consumes cocaína, no debes recibir atención en caso de infarto; que si no te vacunas de la triple vírica no puedes ser curado en caso de contraer el sarampión, la rubeola o las paperas; o que si engordas más de la cuenta, no debes recibir tratamiento contra el exceso de azúcar. Si llegamos a aceptar que sea el Estado quien determine lo que podemos comer, podemos beber y podemos hacer, habremos entrado en la dictadura perfecta, que es la que entra en tu intimidad, en tu casa y en tu cama. Y eso hoy, que se sepa, solo existe en China, Corea, Cuba y algún país más. Pero parece que a los bien pensantes eurócratas no les parece una mala idea.

Primero nos dijeron que era una crisis sanitaria en una desconocida ciudad china. Cuando aquello se extendió, nos dijeron que no era probable que saliera de China. Cuando se extendió por Asia, dijeron que estaba controlado. Cuando llegó África dijeron que no saldría de allí. Cuando llegó a Europa, que no hacían falta mascarillas y que se podía viajar tranquilamente. Cuando nos encerraron en casa, dijeron que era legal suspender el derecho a la libre circulación, e incluso sancionar a quien la policía señalara. Es decir, se aprobaron leyes de excepción y se cerró el Parlamento. El único precedente de cerrar un parlamento en Europa era el de Hitler, cuando cerró el Reichstag y posteriormente le prendió fuego. Después nos dijeron que podíamos salir, pero no juntarnos. Luego, que no podíamos ir a los bares, a los teatros ni a trabajar. Luego que sí podíamos ir a trabajar, pero no a los bares. Después dijeron que, si nos vacunábamos el cincuenta por ciento de la población, la cosa estaba hecha. Después que el setenta, después que el ochenta y después que el noventa. Cuando nos vacunamos el noventa por ciento, nos dijeron que es que era otra variante... y en todos los casos las autoridades, como en cualquier dictadura, contaron con el apoyo inestimable de la “policía de los balcones”: los ciudadanos “ejemplares” que denuncian a sus vecinos ante la autoridad protectora.

Lo malo es que esa autoridad no es protectora como la de los padres, ni nos vigila, nos prohíbe o nos sanciona porque nos quiere y quiere lo mejor para nosotros. No, no es que el COVID sean los padres, es que hay quien se cree que puede tratarnos como nos trataban nuestros padres, pero sin darnos nada a cambio. Me temo que es una cuestión de dominio, de control puro y duro y que tiene mal arreglo: como siempre nos callamos, siempre dan un paso más.