viernes, 2 de diciembre de 2022

EN DEFENSA DE LA MORAL

 

Ha pasado casi desapercibida entre el aluvión de noticias que a diario nos abruman, una que creo que tiene la suficiente entidad y gravedad como para pararse en ella: En estos días, desde el Gobierno de España se ha ejercido la censura sobre la obra de un artista. Sin el menor recato, el Ministerio de Igualdad ha hecho saber a un productor de vino que le multaría si no cambiaba la etiqueta de uno de sus vinos, en la que aparece el cuadro de un pintor catalán, que representa una parte del cuerpo de una chica en bikini. Así, sin más. No quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido si ese ministerio hubiera estado dirigido por una ministra de Vox, del PP o de Ciudadanos. Pero no, es ella, es la niña mimada del Gobierno, que puede hacer mangas y capirotes, y pasarse la Constitución por el arco del triunfo. Solo en una mente muy reprimida y tarada se puede imaginar que el desnudo tiene otro fin que el meramente estético. A no ser que quien lo haga, lo haga con fines meramente sexuales, a modo de provocación o de incitación a otra persona, cosa que tampoco es asunto de la ministra. Vamos, que no le pagamos para que nos diga lo que podemos hacer con nuestro cuerpo. Para ella, el desnudo es una cosificación (¡vaya palabreja!) del cuerpo de la mujer y es ella, con nuestro dinero, la que tiene que venir a educarnos.

Pues permítame Su Excelencia que le señale unos cuantos cuadros, patrimonio de todos los españoles y presentes en el museo de El Prado, que sin duda “cosifican el cuerpo de la mujer”. Podemos empezar por la Maja Vestida y la Maja Desnuda de Goya que, aunque usted no lo sepa, tenían como objeto ser un juego erótico-festivo para deleite del Jefe del Gobierno, Manuel Godoy y sus amigos. Sugiero también a Su Excelencia que recurra a un pintor como aquél que utilizó el Papa Pablo IV en el Renacimiento, para cubrir los desnudos impúdicos de Miguel Ángel. Se llamaba Daniele Riciarelli de Volterra, pero desde entonces fue conocido como Il Braghetone por su hazaña. Y como intuyo que entre su enjambre de asesoras no hay ninguna que domine la Historia del Arte, me permito pasarle una lista de obras que cumplen todos los requisitos para ser censurados por Su Excelencia:

- La siesta, de Joaquín González Isabeta, pura provocación

- Andrómeda encadenada, anónimo: encadenada, no le digo nada.

- Andrómeda y el dragón, de Luca Giordano, también encadenada y con varios hombres señalándola “cosificándola”, como diría Su Excelencia

- El primer beso, de Salvador Viniegra: una mujer desnuda se echa sobre un hombre desnudo en el bosque para besarle, al muy…

- Inocencia, de Pedro Sáenz Sáenz: una niña desnuda, en una postura que tendría Su Excelencia que ver.

- La casta Susana en el baño, de Eusebio Valdeperas, qué le voy a contar.

- El triunfo de Baco, de Paolo Domenico Finoglia. Pa’ meterlos a todos en la cárcel, oiga.

- Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros, de Pedro Pablo Rubens ¿le suena? Pues se lo digo porque eso no puede estar en nuestros museos. No nos representa.

- Baco y Ariadna, de Erasmus Quellinus. Pues no le digo nada, pero Baco está “cosificando” a Ariadna por la retaguardia.

- Venus y un sátiro, de Annibale Carracci. Ya se sabe los “cosificadores” que son los sátiros.

- Mujer al salir del baño, de Eduardo Rosales. Este era un pervertido, oiga. No le digo más.

- Eva, de José Marcelo Contreras, pura “cosificación”.

- Desnudo de mujer, de Ignacio Pinazo Camarlench… y no tan mujer, más bien niña.

- Venus recreándose en la música, de Tiziano. Aunque es más bien el músico quien se recrea en Venus, el muy pervertido machirulo.

- Desnudo de mujer, también de Ignacio Pinazo Camarlench. Inadmisible, sencillamente.

- La perla y la ola (fábula persa), de Paul-Jacques-Aimé Baudry. Pa’ habernos matao

- La odalisca, de César Álvarez Dumont. Nada menos que una odalisca ¿cabe mayor “cosificación” de la mujer?

- Una esclava en venta, de José Jiménez Aranda. Pues no le digo nada, una mujer desnuda, sentada en el suelo con el precio colgando de su cuello.

- La casta Susana, de Francisco Maura y Montaner. Dos viejos machirulos miran a una joven desnuda.

- Apolo persiguiendo a Dafne, de Theodor Van Thulden. Esas cosas que tenían los dioses, hasta que ustedes llegaron al Gobierno…

- Crisálida, de Pedro Sáenz Sáenz. Un niña pequeña con su aro, desnuda y “cosificada” al máximo por este pervertido…

- Nube de verano, de Antonio García Mencía. Le recomiendo que no lo vea…

Así podía seguir horas y horas, páginas y páginas, museos y museos, tanto españoles como extranjeros. Pero estoy tranquilo porque sé que Su Excelencia, con su equipo de “vigilantas” de la moralidad y las buenas costumbres, están haciendo todo lo que pueden para redimirnos de nuestras costumbres bárbaras. Muchas gracias.