Aunque no es costumbre de este
blog hablar de política, sí he hablado algunas veces de políticos. De hecho, el
19 de enero de 2016 publiqué una respetuosa carta a su antecesora en el cargo,
doña Manuela Carmena, (https://gonzalorodriguezjurado.blogspot.com/2016/01/con-el-debido-respeto-senora-alcaldesa.html) en
la que me permitía darle algunos consejos o, por decirlo mejor, algunas
sugerencias. No soy yo nadie para dar consejos a políticos consagrados como
usted o Manuela Carmena. Pero compréndalo, la política municipal es la que más
afecta al ciudadano, la que de verdad puede influir en su vida diaria. Por eso,
y porque estoy convencido de que su voluntad es precisamente la de mejorar la
vida de los madrileños, me tomo la licencia de ofrecer mi punto de vista como
administrado por usted.
Es sabido que recientemente
Madrid ha sobrepasado a Moscú como capital europea con más árboles. Lo que
añadido a su tamaño infinitamente menor que la capital rusa, da una idea
aproximada de la densidad de árboles que tenemos, y deja claro el amor de los
madrileños por los árboles. Por eso no parece muy acertado que, precisamente
desde el mandato de doña Manuela Carmena, se haya dejado de ver a las
cuadrillas que antes podaban, cuidaban y mimaban los árboles de Madrid. Y que
ahora para lo único que se hable de ellos, sea para cerrar los parques cuando
hay viento, por si se le caen encima a un paseante. Algo nada extraño si
tenemos en cuenta que su cuidado no sólo pasa por no podarlos sino también por no
examinarlos regularmente.
Pero siendo preocupante el
desamparo de nuestros árboles, no lo es menos el peligro constante que para la
seguridad de los madrileños supone el goteo incesante de patinetes y bicicletas
por cruces, aceras y parques. Vamos a ver: Ni somos Sevilla, ni somos Valencia,
que son ciudades planas, ni debemos compararnos con ninguna otra ciudad. Por
mucha conciencia ecológica que ustedes tengan, o por mucho complejo que les suponga
no tenerla, Madrid se encuentra en las estribaciones de Sistema Central, por lo
que es casi imposible encontrar una sola calle que no esté en cuesta. Puede
usted estar seguro de que nadie, repito, nadie coge el coche en Madrid porque le
diviertan los atascos, porque le guste contaminar o por fastidiarle a usted. Muy
al contrario, son usted y sus predecesores los que sistemáticamente se han
dedicado a entorpecer el tráfico, en lugar de hacerlo más fluido. Y todo ello a
base de estrechar calles, ensanchar aceras donde no hacía falta y sembrar
Madrid de bicicletas y patinetes que no respetan una sola norma de circulación,
poniendo en riesgo la integridad de los transeúntes. Y entre esos transeúntes
se encuentran personas mayores, niños, ciegos, etc. Pero claro, si ustedes se
dedican a sembrar Madrid de torpedos vivientes a los que nadie exige un permiso
de conducir, un seguro ni la más mínima identificación, es fácil que el saldo
sea positivo… a favor de los que atropellan gente. Porque si estamos venga a
estrechar las calles, a complicar la vida a los coches para poder poner más y
más carriles bici, y resulta que nadie los utiliza, creo que estamos haciendo
un negocio muy extraño. Si me admite la sugerencia, en París han hecho un
referéndum para preguntar a los ciudadanos si estaban favor de la libre
circulación de patinetes por la ciudad. No le digo cuál de las dos opciones ha
ganado por casi un noventa por ciento, pregúntelo usted.
Usted se presentó por primera
vez con la promesa de desbloquear el centro de Madrid, la gente le votó, y no
sólo no lo desbloqueó, sino que amplió el bloqueo, ¡y le volvieron a votar! Es
decir, usted “protege” el distrito Centro de los ciudadanos que le pagan, pero
usted, sus concejales y sus chóferes pueden pasar sin ningún problema por allí.
Todo muy lógico. Y hablando del distrito Centro: hasta donde yo sé, el turismo
es una de las principales fuentes de ingresos de nuestra querida ciudad
¿verdad? Pues no veo muy rentable para el turismo que tenga usted a oscuras todo
el centro, empezando por la calle Alcalá, siguiendo por la Gran Vía, Príncipe
de Vergara, Velázquez, La Castellana y todas las calles más comerciales y de
ocio. En todas esas calles, se divisa un puntito de luz en lo alto de cada
farola, pero iluminar, lo que es iluminar poco. O no ha cotejado usted las
cifras de atracos a turistas, o le dan igual o nuestros tradicionales chorizos
no son ya lo que eran.
Por último, permítame solo una
apreciación basada en mi experiencia. Nada de datos, cifras oficiales, ni cosa
alguna otra. Hace años tuve el honor de trabajar como responsable de Cultura de
un par de distritos, en la corporación de su antecesor, D. José María Álvarez
del Manzano. Entonces los equipos de Cultura los nombraba cada concejal, hasta
que llegó doña Manuela Carmena, nombró a los suyos, los hizo fijos, llegaron
ustedes y no dijeron ni pío. Por no molestar, supongo. Bueno, el caso es que
fue en aquella época en lo que, harto de atascos, opté por utilizar el
transporte público para desplazarme por Madrid, y nunca me había arrepentido de
ello… hasta ahora. Y antes de que alguien me diga que los transportes dependen
de la Comunidad de Madrid, aclaro que la EMT, no. Pues bien, entonces las
frecuencias de los autobuses en un día laborable normal, eran de dos o tres
minutos; con el señor Ruiz-Gallardón y su lugarteniente Ana Botella, la cosa
aumentó a cuatro o cinco minutos; Con doña Manuela Carmena, la cosa se fue a
ocho o diez; y actualmente, con usted, no es infrecuente ver en las pantallas
de las marquesinas, donde se indica el tiempo que va a tardar tu autobús, el fatídico
+20, que quiere decir que va a tardar más de veinte minutos. ¿Cuánto más? ¡ah,
más de veinte! Si no fuera porque usted persigue con saña, acosa y multa a los
que no tenemos dinero para comprarnos un coche eléctrico, volvería a coger mi
coche para andar por Madrid. Por eso y porque todavía nos queda el Metro,
claro. Por cierto ¿su coche y los de sus concejales son eléctricos?