jueves, 20 de diciembre de 2012

Lotería de Navidad

Veinte de diciembre y yo sin comprar un décimo de la lotería de Navidad. Hasta aquí nada nuevo, nunca compro. Normalmente lo he evitado en la medida que podía, intentando no llegar a resultar grosero con quien me la ofrecía; pero es que últimamente me da igual. No puedo más de la pregunta, entre desafiante y vengativa: “¿y si nos toca?” como diciendo “verás, nos va a tocar y tú te vas a morir de la rabia”. Aunque luego nunca les toca, claro. Porque ese y no otro es exactamente el motivo por el que compra lotería el noventa por ciento de los españoles, no por si me toca a mí sino por si le toca al de al lado; por si le toca al payaso de mi jefe, que es más tonto que donde los hacen,  y a mí no; o a la guarra de la secretaria del Director, que es más… que las mismísimas gallinas; o a las cotorras de las madres del colegio, que me dan una pereza que me matan, pero mira que si me han ofrecido lotería de la Asociación de Padres y va y les toca; o a ver si les va a tocar a todas las “maris” del mercado el número que tiene el pescadero y yo no puedo volver a aparecer por allí; o por la Biblioteca; o por el Centro de Salud…  Se llama envidia y es el pecado nacional. Paradójicamente, el que nos corrompe y el que nos hace crecer; el que dispara las ventas de las televisiones de plasma, de los BMW, de los todoterreno y de los viajes al Caribe; el que ha creado una burbuja, no solo inmobiliaria sino también de apariencias y de necesidades innecesarias y después la ha hecho estallar; el que, en definitiva, ha hecho meterse a miles de personas en unos créditos que ahora no pueden pagar y, en muchos casos, quieren que se los perdonen o que se los paguemos los demás. Por supuesto que hay casos sangrantes a los que hay que atender sin más remedio, pero a otros les recordaría yo cuando se reían de los que no pedíamos créditos para veranear.
Y siendo mala la envidia, no es lo peor que sea una de las motivaciones de la Lotería Nacional. Hay algo peor que la envidia, que es el mal gusto. Porque, vamos a ver, en la época de internet, de las comunicaciones transatlánticas en tiempo real y del guasap ¿qué necesidad hay de pasarse una mañana entera oyendo a unos pobres niños gritar, como los chotos cuando los apartan de sus madres? ¿Y de perder un solo minuto de los medios de comunicación, con lo que vale, en entrevistar a un friki vestido con una chaqueta y una chistera de dólares? Peor aún, ¿puede alguien explicarme qué necesidad hay de brindar con sidra y echársela por encima cuando te acaban de tocar millones o decenas de millones? Con lo indigesto que es y lo mal que sienta… Entiendo que haya quien justifique todo lo anterior por la ilusión que se genera en torno a los posibles premios y no lo critico. Es más, me parece perfecto e incluso me da envidia que alguien se pueda emocionar tanto por tener tan pocas posibilidades de cambiar su suerte. Yo mismo juego casi semanalmente a la Primitiva y a los Euromillones, pero sin tantos aspavientos y sin montar numerito alguno en la vía pública. Y, por supuesto, si me toca no se enterará nadie más que mi asesor fiscal y no beberé sidra en vaso de plástico. De esto es de lo único que estoy seguro.
Por lo demás, muchísima suerte a todo el que haya comprado Lotería de Navidad. Y si no que haya salud, que es lo que importa.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

martes, 18 de diciembre de 2012

Así se habla

Como todo el mundo sabe, resulta muy poco rentable nadar contra corriente o -dicho de manera más vulgar- mear contra el viento. Y sin embargo, eso es lo que tienes que hacer si quieres escribir y a la vez conservar cierta pulcritud en lo que al uso del lenguaje se refiere. No sólo en España, me temo, que también en otros países “de nuestro entorno” prima la dictadura de lo políticamente correcto sobre lo sencillamente correcto. A modo de ejemplo, acabo de mirar por encima tres o cuatro medios que se publican en internet y, en poco más de veinte minutos, he encontrado las siguientes expresiones que buenamente he intentado traducir. Por supuesto, pienso adoptarlas como propias a partir de ahora en Tiroleses; a mí no me dejan fuera…
-          “Garantizar la estabilidad presupuestaria”: recortar gastos
-          “Ajustar plantilla”: despedir
-          “Restaurador”: tabernero
-          “Rehacer tu vida”: irte con una jovencita (o jovencito)
-          “Maltratador”: chulo
-          “Conflicto”:  guerra
-           “Escenario de crisis”: guerra
-          “Misión de paz”: guerra
-          “Todos somos Amparito”: me importa un carajo Amparito
-          “Alcanzar parámetros de la media europea": No hay ni un euro para hacerlo
-          “Impulsar su estructura y sus competencias”: enchufarle un chorro de millones
-          “Piquete informativo”: banda de matones
-          “Proceso de debate”: sálvese quien pueda
-          “Abrir el partido a la sociedad”: colocar al cuñado
-           “Debate interno”: equilibrio de fuerzas
-          “Radiante”: retocada, maquillada o recién operada
-          “Volcada en su profesión”: no consigue salir en ningún medio
-          “Natural, desenfadada”: de trapito, hecha un pingo
-          “Lencería sensual”: picardías
-          “Nueva línea”: justo lo contrario de lo que hemos hecho hasta ahora
-          “Solidario con los que más lo necesitan”: reportaje entre niños muertos de hambre
-          “Fundación”: tapadera
-          “Premio anual”: reparto de dinero negro
-          “Complicidad”: toqueteo
-          “Celebrities”: vagos, maleantes, desahogados…
-          “Estrés presupuestario”: falta de liquidez
-          “Activos tóxicos”: estampitas
-          “Desvío del déficit”: Seguimos gastando más de lo que ingresamos
-          “Dificultades de orden táctico”: el jefe es un inútil
-          “Falta de actitud”: tocarse las… narices
-          “Ausencia de recursos”: inutilidad
-          “Carencias técnicas”: inutilidad
-          “Resultados adversos”: perder dinero
-          “Ataques desproporcionados e injustos”: quejas
-          “Clima enrarecido”: puñaladas traperas
-          “Estrategia de comunicación”: omertá, ley del silencio
-          “No invita al optimismo”: tiene muy mala pinta

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Comprar El Tiro


Supuestamente y para no defraudar a “ese público que tanto me quiere y al que tanto debo”, hoy debería dedicar este artículo, de manera íntegra, a cantar las -merecidas- alabanzas de lo que ocurrió el pasado sábado en El Tiro. Pero, qué le vamos a hacer, anarquista nací y anarquista moriré, como ya he dicho en alguna otra ocasión. Y si bien la decisión tomada por abrumadora mayoría en la asamblea extraordinaria era la que yo había defendido unos días antes en este mismo blog, renuncio públicamente al triunfalismo, al “semos los mejores” y al “¡¡españia, españia, españia…!!” Me niego a ser como las tontas que salen de la peluquería recién teñidas, se ven reflejadas en un escaparate y piensan para sí mismas: “Ya soy rubia. Ya estoy buena”.

Hemos elegido un camino, el más difícil, y ahora hay que andarlo. Y aunque andar caminos siempre es mejor que quedarse en las cunetas, también desgasta las suelas, hace ampollas en los pies y puede resultar muy cansado. Sobre todo, según a quién se lleve de compañero de viaje, que para pasar penurias no vale cualquiera y esta caminata se presenta de las de pan llevar. Por eso, a partir de ahora no valen los desmayos, los titubeos ni  el “ya te lo decía yo”, que quedan horas duras por delante. Principalmente para los que se han “echao pa´lante” a la hora de negociar con bancos, instituciones y demás gente de dudosa caridad cristiana. Ahora toca apoyarles, cómo no. Pero también,  reconocer su mérito a todos cuántos de manera leal y desinteresada han expuesto sus dudas, su reticencia y hasta su oposición al proyecto. Faltaría más. Otra cosa distinta son los que no han participado, no han opinado y ni siquiera han aparecido por la junta, pero al día siguiente ya sabían que nos habíamos equivocado estrepitosamente en el precio, en la forma de financiación y hasta en la fecha de la junta extraordinaria. También los he sufrido. Qué se le va a hacer, tiene que haber de todo.

De todas formas y  por si alguien no lo ha leído antes, no lo ha entendido o necesita volver a leerlo, declaro solemnemente en este acto que ni escribo ni he escrito nunca en nombre de nadie. Las opiniones que publico en Tiroleses son libres y abiertas a todos, y antes me moriría de vergüenza que revisarlas, censurarlas o cambiarles una sola coma. Cualquiera que haya escrito alguna réplica o comentario puede confirmarlo. Y así va a seguir siendo, naturalmente. Antes morir que perder la vida.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro