domingo, 15 de junio de 2025

El maldito aforamiento

 

Aquél que se encuentra callado, no lo está porque tenga un “callamiento”, sino porque calla, sencillamente; todo el que ande despistado lo hará, no por tener un gran “despistamiento”, sino un simple despiste; igualmente, si usted se encuentra cansado, podemos decir sin temor a equivocarnos que es usted víctima del cansancio, pero en ningún caso diremos que sufre usted mucho “cansamiento”; por último, si su barco está fondeado en un puerto seguro, podrá usted respirar tranquilo sabiendo que le sujeta una buena ancla, no un buen “anclamiento”. Vayan dos cosas por delante: la primera, que casi todos estos conceptos ridículos están presentes en el diccionario de la RAE, aunque no con el significado que usted cree; la segunda, que hace muchos años que me da igual lo que diga la RAE, ya que se consideran de uso normal conceptos que, debido a los medios de comunicación, aparecen y desaparecen a una velocidad de vértigo.

Juro por lo más sagrado que últimamente entro en crisis, y a veces hasta convulsiono, oyendo y leyendo los medios de comunicación. No por el contenido de las noticias relativas a nuestra querida España o al resto del mundo, que ya sería motivo suficiente, sino por la forma de darlas. Vamos a ver, si la función de los periodistas y comunicadores es informar, y el medio del que tienen que servirse es el la palabra o la escritura ¿no hay nadie en las facultades donde estudian, que se preocupe por el correcto uso del Lenguaje? Señoras y señores, una persona aforada no lo está porque tenga un “aforamiento” sino porque es titular de un fuero ¿Y qué es un fuero? porque me temo que aparte de no estudiar Lengua Española, tampoco estudian Historia de España en sus facultades. Pues un fuero, querida señora, es una ley especial, una ley diseñada específicamente para una persona, una población o un grupo social concreto: los nobles, los latoneros, los colonos del valle del Duero o los pastores de La Mesta. Todos ellos podían ser aforados porque detentasen su propio fuero, pero lo que no detentaban en ningún caso era un “aforamiento”. Y lo que es más importante, es lo más anticonstitucional que la Constitución contiene. Es decir, después de ciento sesenta y nueve artículos consagrando la igualdad de todos loes españoles ante la Ley, los constituyentes plantaron una Disposición Adicional Primera que se carga todo lo anterior reconociendo y protegiendo los fueros de Navarra. Es decir, las leyes que hacen distintos a los navarros del resto de los españoles. Después vendrían las provincias vascas y después todo lo que ahora estamos sufriendo. Y lo que es peor, los españoles la votamos masivamente, aunque yo entonces no tenía edad de votar. Me faltaba poco pero no llegué.

Pero no es la intención de este artículo criticar nada de la Historia de España, ni de las bondades o defectos de nuestra Constitución. Ya está siendo suficientemente atacada, arrastrada y tergiversada como para que venga yo a apuntillarla: es lo que tenemos y no hay más, así que habrá que defenderla. Pero para eso, por favor, empecemos por hablar sabiendo de lo que hablamos, sabiendo lo que decimos y por qué lo decimos. No es mucho pedir ¿no?