miércoles, 29 de mayo de 2013

Reserva de la Biosfera

Ahora sí que la hemos hecho buena. Resulta que la UNESCO ha declarado La Granja-Valsaín-El Espinar como Reserva de la Biosfera. Entre otras cosas, alegan que sus 35.414 hectáreas “revisten considerable valor a la vez ecológico, económico, estético y social”. Pues muy bien, señores ¿y ahora qué? En primer lugar, tendremos que dar las gracias a las cabezas pensantes de la UNESCO por decirnos lo que nadie sabía. Lo que, de hecho, no se le había ocurrido a nadie y es que el pinar de Valsaín “reviste un considerable valor”… Y ya puestos a poner en valor, como dicen los cursis, el pinar de Valsaín ¿qué quiere decir que reviste un considerable valor? ¿Que tiene mucho valor, muchísimo valor o un valor incalculable? Pues para mí, con permiso de la UNESCO, el pinar de Valsaín no reviste un considerable valor sino que tiene un valor incalculable. Y lo tiene precisamente porque muchos, durante muchísimos años y sin necesidad de que nadie viniera a decírselo, han sabido apreciarlo. Porque el pueblo de Valsaín ha vivido desde hace siglos de sus montes, sin sucumbir a tentaciones industriales ni urbanísticas. Porque los gabarreros llevan cientos de años recorriendo el pinar con sus mulas cargadas de leña y todavía el pinar no se ha agotado. Y el pinar no se ha agotado no porque tenga un “considerable valor económico” sino porque decenas de familias han sabido mantenerlo para que el pinar les mantenga a ellas. Porque, mientras en el resto de España ardían las hectáreas de pinar por miles y por decenas de miles para que luego aparecieran urbanizaciones, Valsaín seguía viviendo al ritmo estacional del pinar, dejando a los árboles crecer y talándolos solo cuando eran reemplazados por otros.

Ya en un artículo que publiqué en este mismo blog, el veinticinco de septiembre de 2011, titulado Patrimonio de la Humanidad, planteaba la utilidad de la UNESCO otorgase tan rimbombante título a una ciudad. Pues lo mismo digo para la Reserva de la Biosfera. Aunque siempre es de agradecer, cómo no, que un organismo de ámbito mundial repare en las virtudes del pueblo de uno, no es menos cierto que esa es precisamente la función de ese organismo: buscar por todo el mundo sitios que se puedan poner de ejemplo. No obstante y como dije entonces, dudo que tan magno acontecimiento afecte en modo alguno, positivo ni negativo, a la vida de los habitantes y visitantes de La Granja, Valsaín y El Espinar. A Dios gracias, por otra parte.

Por último, siempre he querido saber qué hay que hacer para que te pongan un despacho en la UNESCO en París, en la plaza Fontenoy -antes era en el Hotel Majestic-, que te den un pasaporte diplomático y te paguen una fortuna por dedicarte a buscar por el mundo zonas que “revistan considerable valor a la vez ecológico, económico, estético y social” y declararlas reservas de la biosfera. Tanto que hace apenas unos días asistí, en la Escuela Diplomática, a la presentación de la oferta de puestos de trabajo para españoles, en los organismos internacionales de la ONU. La primera conclusión que saqué es que tengo que mejorar notablemente mi inglés; y la segunda, que a mí esto de los organismos transnacionales, el mundialismo y demás músicas celestiales… pues no sé qué decirle: aunque de Madrid, uno es paleto y por tanto desconfiado. Pero este es otro tema, ya lo hablaremos.


Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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