viernes, 16 de noviembre de 2012

Una buena oportunidad

Resultaría pretencioso por mi parte -y poco creíble para los que me conozcan- que me pusiera yo en este momento a dar ninguna lección de economía. Ni de economía, ni de contabilidad ni mucho menos de la rentabilidad de una inversión. Vamos, que cuando leo que algunos directores de sucursal desalmados han estafado con las preferentes a pobres pensionistas e inversores de buena fe, doy gracias al Cielo por no tener dinero. Porque, si malo es que se queden con tu dinero, peor sería que se quedasen con mi dinero y encima se supiera que lo he perdido por incauto y por confiado… a mi edad. Pero vamos, que como no es el caso afortunadamente, me voy a ahorrar tres tragos bastante desagradables que serían hablar de mí, de mi dinero y de mi buena fe.
Pero sí en cambio de un dinero y de una inversión que, en mayor o menor medida, nos afecta a todos los socios del Tiro. Estoy hablando, como sin duda ya muchos imaginan, de la oportunidad que, a corto plazo, se nos presenta para que  el club se haga con la propiedad de los terrenos que ocupa, actualmente en manos de la Administración del Patrimonio del Estado... o cosa parecida, que no sé exactamente cuál es su denominación correcta aunque sí sé que no es el Patrimonio de toda la vida. Doctores tiene la Iglesia y no seré yo quien, como digo, me ponga aquí a dar los detalles de la operación, que para eso se ha convocado una asamblea extraordinaria para el día ocho de Diciembre. De lo que sí estoy seguro, por los detalles que hasta ahora he recabado y que en su mayoría me ha explicado con infinita paciencia algún miembro de la Junta, es que la opción que se ha elegido o que se puede elegir o que se nos va a ofrecer a los socios es la mejor de las posibles. Veamos:
Primero: no compromete ni obliga a nadie que no pueda o no quiera tomar parte en la operación. Dicho de otro modo, no excluye a nadie.
Segundo: no trae como consecuencia la división entre unos socios más socios y otros socios menos socios. Aquél que decida participar obtendrá el beneficio que obtenga en metálico, no en más derechos ni en menos obligaciones que los demás.
Tercero: la participación se puede transmitir, heredar e incluso partir entre varios socios.
Y cuarto: el capital a cubrir con esta inversión es solo una parte  del precio de los terrenos ya que la mayor parte se financiaría con los plazos que permite el propio Patrimonio del Estado y que los socios iríamos pagando  con las cuotas que abonamos.
Ya lo explicarán, como digo, de manera más clara los miembros de la Junta en la futura asamblea. De lo que sí estoy seguro es que, como me dijo una vez una persona mayor a la que admiraba mucho, en esta vida nunca te arrepentirás de lo que hagas sino de lo que no hagas. Si te quedas parado en el andén viendo partir el tren, siempre te quedará el remordimiento de no haberlo tomado. Así es la vida.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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