miércoles, 12 de diciembre de 2012

Comprar El Tiro


Supuestamente y para no defraudar a “ese público que tanto me quiere y al que tanto debo”, hoy debería dedicar este artículo, de manera íntegra, a cantar las -merecidas- alabanzas de lo que ocurrió el pasado sábado en El Tiro. Pero, qué le vamos a hacer, anarquista nací y anarquista moriré, como ya he dicho en alguna otra ocasión. Y si bien la decisión tomada por abrumadora mayoría en la asamblea extraordinaria era la que yo había defendido unos días antes en este mismo blog, renuncio públicamente al triunfalismo, al “semos los mejores” y al “¡¡españia, españia, españia…!!” Me niego a ser como las tontas que salen de la peluquería recién teñidas, se ven reflejadas en un escaparate y piensan para sí mismas: “Ya soy rubia. Ya estoy buena”.

Hemos elegido un camino, el más difícil, y ahora hay que andarlo. Y aunque andar caminos siempre es mejor que quedarse en las cunetas, también desgasta las suelas, hace ampollas en los pies y puede resultar muy cansado. Sobre todo, según a quién se lleve de compañero de viaje, que para pasar penurias no vale cualquiera y esta caminata se presenta de las de pan llevar. Por eso, a partir de ahora no valen los desmayos, los titubeos ni  el “ya te lo decía yo”, que quedan horas duras por delante. Principalmente para los que se han “echao pa´lante” a la hora de negociar con bancos, instituciones y demás gente de dudosa caridad cristiana. Ahora toca apoyarles, cómo no. Pero también,  reconocer su mérito a todos cuántos de manera leal y desinteresada han expuesto sus dudas, su reticencia y hasta su oposición al proyecto. Faltaría más. Otra cosa distinta son los que no han participado, no han opinado y ni siquiera han aparecido por la junta, pero al día siguiente ya sabían que nos habíamos equivocado estrepitosamente en el precio, en la forma de financiación y hasta en la fecha de la junta extraordinaria. También los he sufrido. Qué se le va a hacer, tiene que haber de todo.

De todas formas y  por si alguien no lo ha leído antes, no lo ha entendido o necesita volver a leerlo, declaro solemnemente en este acto que ni escribo ni he escrito nunca en nombre de nadie. Las opiniones que publico en Tiroleses son libres y abiertas a todos, y antes me moriría de vergüenza que revisarlas, censurarlas o cambiarles una sola coma. Cualquiera que haya escrito alguna réplica o comentario puede confirmarlo. Y así va a seguir siendo, naturalmente. Antes morir que perder la vida.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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