lunes, 15 de abril de 2013

Se va Ángel Corella


Con más pena que gloria pasó por su sede de La Granja, entre 2008 y 2011, la que pasa por ser una de las mejores compañías de danza del mundo. Y no exagero un ápice, que en este país de paletos, horteras y mediocres, impresiona mucho más saber que Goldie Hawn, Meryl Streep, Dustin Hoffman, Michele Obama, Aretha Franklin o Jack Nicholson se declaran rendidos admiradores de Ángel Corella, que saber que ha arrasado en Nueva York, Londres o San Petersburgo. Claro, que esto tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que hay quien pone cara a todos esos nombres, pero no sitúa en el mapa ninguna de esas tres ciudades. Y por supuesto, si nos ponen la sede en la rotonda de Quitapesares, deja de ser algo lejano e inalcanzable. Y deja de interesarnos, naturalmente.

Durante esos años, el Ballet de Ángel Corella emprendió sus giras alrededor del mundo con el nombre del Ballet de Castilla y León, lo que quiere decir que convirtió a Castilla y León en la única comunidad autónoma (¿para cuándo la revisión de esa extraña entidad que no es estado ni región?) con un ballet propio. O por lo menos con un ballet propio de talla internacional, que no es poco. Supongo que serían los primeros zarpazos de la crisis los que dieron al traste con el proyecto, aunque tengo entendido que las formas, cómo no, fueron de dudoso buen gusto. No sé si las mismas restricciones habrán tenido lugar para los virtuosos de la ocarina en la comunidad pichincha del Popocatepetl; o para los criadores de ladillas autóctonas en el delta del Okavango, que aquí subvencionamos cosas sorprendentes. E inaplazables, desde luego. ¿Cuándo entenderán algunos políticos que es mucho más rentable una buena política cultural que todas las subvenciones del mundo? ¿Para cuándo una ley de mecenazgo seria y la disolución del Ministerio, de todas las consejerías y de todas las concejalías de Cultura?

El caso es que no sé si con exceso de buena fe o de inocencia, Corella marchó a Barcelona con el fin de ofrecer sus servicios a la Generalidad de Cataluña. Nada menos. Al parecer, a día de hoy siguen dándole largas y no está nada claro que vaya a poder instalarse con su compañía en el Liceo ni en ninguna otra sede catalana. Eso es lo que tiene no solo fiarse, sino hacer depender tu trabajo, tu arte y tu vocación de los políticos. Y no seré yo quien critique a “los políticos” en general y como raza aparte del resto del mundo, que de todo hay en la política, como en cualquier otra actividad humana. Doy fe. Sin embargo, cuando oigo hablar de “esfuerzo que pone nuestra comunidad a nivel de…”; de “marco incomparable”; y sobre todo de “acercar la cultura al pueblo”, lo primero que hago es echarme a temblar y a continuación tentarme la cartera para ver si sigue en su sitio. ¿Qué narices acercar la cultura al pueblo? Es el pueblo el que ha de acercarse a la cultura, si lo estima oportuno. Y si no que consuma pan y circo y que no moleste. Pero desde luego, dar categoría de cultura a toda payasada pseudo lúdica -todo tiene que ser lúdico- que se le ocurra al cuñado tarambana de cualquier concejal, consejero o ministro, es perder el tiempo, el dinero… y la vergüenza.

Al final Corella tendrá que irse, si no se ha ido ya, que no lo sé. Como se fueron Picasso, Machado o Goya y por motivos tan diversos, que al final son siempre el mismo: aquí nos conformamos diciendo que “nadie es profeta en su tierra”… y después pedimos otra de jamón. Pero es que no es verdad: nadie es profeta en su tierra si su tierra es España, la Patria de Caín y la nación más antigua y con más guerras civiles en su Historia. Yo conozco países dónde están orgullosos de sus pintores, sus escultores, sus arquitectos, sus músicos, sus bailarines, sus filósofos y sus políticos… y lo que me dan es envidia.

Mucha suerte, maestro. Y recuerde siempre que aqui sí había quien apreciaba lo que tenía.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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