martes, 17 de marzo de 2015

Tiempos y costumbres: No se habla con las manos

Ya está bien. Hasta aquí hemos llegado. No aguanto ni un minuto más viendo a políticos, periodistas, presentadoras, folclóricas, estudiantes, profesionales, artistas, y deportistas hablar con las manos. Parece ser que uno de los lenguajes del mundo con un vocabulario más rico, no tiene términos suficientes para que toda esta panda de soplagaitas, mequetrefes e ignaros puedan expresarse.

Y es que no falla, oiga: Como a día de hoy es absolutamente imposible  evitar ver la televisión, ni aún escondiendo el cable de la antena de la que para tu desgracia tienes en casa, siempre tienes que tragártelo. O estás en un bar, tomando una merecida cerveza después de un paseo, y no te queda otra que seguir con la vista los jeribeques, atauriques y volatinas que una señorita comprimida dentro de un mini traje hace desde ese aparato infernal. Si además prestas atención a lo que dice, entiendes rápidamente que utilice las manos para subrayar que no tiene absolutamente nada que decir. Pero si a continuación comparece ante las cámaras un futbolista, te puedes tomar un respiro. Sencillamente repite una letanía llena de comodines que, como se ha tenido que prender de memoria, recita sin puntos ni comas y por supuesto no le da tiempo a utilizar las manos en su declamación. Hace años los fubolistas “pensaban de que sí…”, más tarde afirmaban categóricamente que “el fúbol es asín…” y ahora, no tengo ni idea porque no me interesa, pero por lo menos no suelen hablar con las manos. Demasiados frentes a cubrir. Pero poco dura la alegría en casa del pobre. A continuación viene una tertulia de formato círculo de asientos, sin mesa delante pare exhibir mini falda. El tema, la vida sexual de alguien a quien nadie conoce pero a quien se designa por su nombre de pila. Dos condiciones: chillar mucho y agitar las manos subrayando cada frase, cada palabra y cada letra. Patético, pero parece ser que efectivo. Asco de pueblo tenemos, oiga.

Y la cosa no mejora en absoluto cuando pasamos a ambientes presuntamente intelectuales o universitarios. Cuando se quiere explicar que lo que se está diciendo es textual, no se utiliza el adverbio “textualmente”, sino que se hace un gesto ridículo, agachando los dedos índice y corazón de ambas manos, como si fuera un conejito agachando las orejas, para indicar que lo que se dice va “entre comillas”. O bien se adoptan poses en debates, tertulias, mesas redondas y conferencias, adoptadas del mundo del espectáculo. Como golpearse el pecho para dar las gracias, extender las manos hacia el invitado al que se presenta o agachar la cabeza ante el público que aplaude. Y lo malo de todo esto no es que uno no esté acostumbrado a comunicarse como los apaches. Es que si lo criticas no solo eres un cavernícola, un visigodo y un retrógrado, sino que además no eres nada presentable. Pues por mi parte, que así sea.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

2 comentarios:

  1. jajajaja, muy bueno, y muy ajustado a la realidad, jajajaja..."entre comillas", jajajaja

    ResponderEliminar
  2. Lamento que no me veas golpearme el pecho y hacer una reverencia para darte las gracias, Carmen ¡Queda tan bonito!

    ResponderEliminar