miércoles, 24 de junio de 2015

Solo el hortera se empodera

Alguna vez hemos comentado en Tiroleses la manía que tienen, tanto los ignorantes ilustrados como los ilustres ignorantes, de inventarse las palabras. Respecto a este tema hemos puesto el ejemplo de la gente que se “posiciona” en lugar  de situarse, colocarse o ubicarse; de la gente que tiene desencuentros en lugar de peleas; motivación en lugar de motivos; o que verbaliza en lugar de hablar.

Sin embargo está claro que hay palabras que una vez tomadas por uno de los arriba mencionados ilustres ignorantes, y expresada en público ante los también mencionados ignorantes ilustrados, se convierten en comodín de todos ellos para hacerse pasar por lo que en realidad son. Y escribo sobre esto para llamar la atención de los lectores de Tiroleses sobre un hecho “de dimensiones planetarias”, como diría una ilustre ex ministra que se encuentra en ambos grupos anteriormente mencionados. Se trata de la eclosión de una palabra que, en lo sucesivo y hasta que alguien sepa darle la dimensión real que tiene, es decir considerarla una patochada, vamos a escuchar y a leer en noticiarios, radios, televisiones, tertulias y charlas de café. Y esta palabra no es otra que el verbo reflexivo “empoderarse”. Ahórrese el lector el trámite de buscar el término en el diccionario de la RAE. Sí existe, ya se lo digo yo. Pero como tantos otros términos, empoderar(se) es un calco del inglés to empower, que se emplea en textos de sociología política con el sentido de “conceder poder [a un colectivo desfavorecido socioeconómicamente] para que, mediante su autogestión, mejore sus condiciones de vida”. Pero claro, ahora parece que los que marcan la pauta son los profesores, más o menos mediocres, de sociología política… Pero bueno, por otra parte si comparas su nivel cultural con el de los periodistas que crean opinión, nada debe extrañarte.

Y es que de unos meses acá, parece que todo el mundo se “empodera” ¿Que mi partido ha obtenido tres concejales en Villablino? Es que se está “empoderando”; ¿Qué Pitita Valdelarriba ha dejado a su marido y a sus tres hijos por un jugador de polo argentino, treinta años menor que ella? Lógico, es que se ha empoderado; ¿Qué un partido gana las elecciones pero los otros seis partidos se alían para formar gobierno? No es más que un proceso de empoderamiento; ¿Qué la niña te roba el coche y se fuga a Ibiza con un surfero que se fuma hasta las palmeras? Claro, es que se está empoderando, la pobre…

Pues a mí particularmente, lo de empoderarse me parece una horterada y de una cursilería sin límite. Es más, si alguien decide empoderarse, le agradecería que borrase mi número de teléfono de su agenda y nuca diga a nadie que me ha conocido. He decidido empoderarme frente a los empoderados. He dicho.


Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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