Todavía recuerdo con cierta
nostalgia los años en que en El Tiro, la bicicleta era una parte integrante de
cualquier niño. Como lo eran el pantalón vaquero, las costras en las rodillas o
los puntos de sutura en la cabeza. Eran años en los que se podía montar en
bicicleta por todo El Tiro, entre otras cosas porque los mayores, o estaban
sentados en una mesa de mus en la cafetería o, como mucho, estaban dentro de
alguna pista de tenis. Lo demás era zona franca y las normas la poníamos los
niños. Montábamos además en los terraplenes, en La Tumba del Gigante y hasta
nos íbamos en bicicleta a Las Peñitas. Recuerdo una excursión que hicimos a Las
Calderas… con la bicicleta de Álvaro Sartorius incluida. Doy fe de que no se
bajó de la bici hasta que llegamos al río. Quien haya subido esa cuesta andando, puede imaginar lo que es subirla en bicicleta. El caso es que al Tiro se bajaba y
se subía en bicicleta, y no había otra opción distinta de transporte.
Sería absurdo decir que
entonces éramos ejemplares ciudadanos y conductores responsables. Conducir sin
manos, cruzar la carretera sin mirar, tirarnos desde las rocas, atravesar el
río o circular por ambos carriles como el pelotón de La Vuelta, eran normas
regulares de conducta. Aunque también es verdad que si nos rompíamos la cabeza,
no íbamos a nuestros padres para que denunciaran al que puso el asfalto. Más
bien al contrario, había que tapar la brecha con el pelo para que no la vieran
y no te llamasen zopenco.
Pues toda esta nostálgica
introducción, viene a cuento de la infernal moda traída a Madrid por nuestros
ecológicos, juveniles y solidarios políticos. No por los actuales, que el
“descubrimiento” de la bicicleta es obra del anterior equipo, o puede que del
anterior. Y es que claro, sale uno de turismo por el mundo y se encuentra una
bucólica Amsterdam, una romántica París, una elegante Londres e incluso una
primaveral Sevilla, una animada Valencia o una amable Barcelona, donde la gente
se desplaza de un lugar a otro en bicicleta. “¡Anda, demonios!” -debió pensar
el avispado asesor- “¿Y por qué no hemos de tener nosotros esto en Madrid, con
lo modernos que somos?” El resto, debió ser llegar a Madrid y reunirse con la
Alcaldesa… Lástima que nadie advirtiese a los descubridores de oportunidades,
que las ciudades anteriormente citadas, por su ubicación, son completamente
planas, mientras que Madrid se encuentra en la estribaciones de la Sierra de
Guadarrama… Por eso en ellas había bicicletas y en Madrid no.
El caso es que, a pesar de
la falta de costumbre, mi querido Madrid se ha llenado de entusiastas
ciclistas… que nunca antes habían circulado en bici por Madrid. Con el
añadido de que circulan entre un tráfico
rodado, cuyos conductores no están acostumbrados a sortear ciclistas listillos.
Porque claro, listillos es en lo que se convierten. Sales de casa con el carro
de la compra y ¡zas!, el tonto de la bicicleta por la acera sorteando gente
para no tener que esperar el semáforo; tomas con el coche una calle de una sola
dirección y ¡zas! el tonto de la bicicleta de frente; abres la puerta del coche
para bajarte y ¡zas! la tonta de la bicicleta contra tu puerta; semáforo verde
para los peatones y ¡zas! la tonta de la bicicleta que se lanza contra los
peatones para subirse a la acera… Si a eso le añadimos la extraña norma de que
para circular en moto es obligatorio llevar casco y haber demostrado que se
conocen las normas de circulación, y para circular en bicicleta no, el
resultado es el previsible. Sinceramente espero equivocarme, pero creo que en
poco tiempo vamos a empezar a ver las consecuencias de tan moderna, ecológica y
jovial ocurrencia.
Nadie me mande fusilar ni me convoque juicio sumarísimo: Que ni he dicho que todos los que montan en bici por Madrid sean tontos; ni he insinuado que a todos los tontos les de por montar en bici por Madrid...
Nadie me mande fusilar ni me convoque juicio sumarísimo: Que ni he dicho que todos los que montan en bici por Madrid sean tontos; ni he insinuado que a todos los tontos les de por montar en bici por Madrid...
Gonzalo
Rodríguez-Jurado Saro
¡Fantástico artículo, Gonzalo!
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Gracias, Javier. Y cuidado con la bicicleta...
ResponderEliminarMuy bueno Gonzalo. Son un peligro publico y ademas te discuten el que se salten las normas.
ResponderEliminarGonzalo, es genial.
ResponderEliminarUn médico me comentó que España era número uno en trasplantes, hasta que se empeñaron a poner medidas de seguridad en los autómoviles, señales en los pasos de tren sin barreras y a querer sanarnos a todos con el tabaco, etc.
Pero a raíz de esta "vena" ciclista, y gracias a los atropellos de esos pobres ingénuos de la bicicleta y sus derechos a circular por las calles con los bebes, en paralelo por la carretera, etc, las cifras de trasplantados se están recuperando.
Adelante "ciclistas" os animo a que sigáis siendo igual de tontos.
Además les invito a que lleven identificación, tipo de sangre, enfermedades que han tenido, etc, para facilitar el uso de sus órganos.
Animo Gonzalo que aún hay cirujanos en paro.
Lamento no estar de acuerdo con tu comentario. Creo que no se debe frivoilzar la muerte de nadie. Menos aún de bebés...
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