lunes, 24 de junio de 2019

De imperios, reinos, virreinatos y colonias


Vamos a ver si nos aclaramos, porque es que aquí, cualquier “aficionao” ve dos películas de Hollywood y se cree que lo sabe todo y que puede opinar de todo. Señoras y señores: España nunca tuvo colonias. Otra cosa distinta es que ya metidos en finales del siglo XIX y principios del XX, se considerasen colonias los territorios de Ultramar (Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Fernando Poo, Sáhara Occidental o Guinea Ecuatorial) para asimilarlos a las del resto de los países europeos. Pero es que tampoco lo fueron nunca. España, mi querida señora, nunca tuvo una estructura colonial sino virreinal, que aunque a usted le parezca lo mismo, no tiene nada que ver.

La estructura de una colonia es, más o menos, la siguiente: el país colonizador ocupa por la fuerza los puntos estratégicos de un territorio, y desde ellos establece los enlaces de comunicación con la metrópoli. Estos puntos de comunicación serán a lo largo de los siglos, principalmente los puertos, tanto marítimos como fluviales, de forma que se garantice el proceso de extracción de las materias primas que produce el territorio en cuestión: desde café y especias hasta oro, marfil o diamantes. En esas circunstancias, la potencia colonial establecerá una minoría étnica europea que se impondrá económica, social y militarmente a la inmensa mayoría, que queda como mano de obra destinada a colaborar con la potencia dominante. Y en la medida que lo haga, podrá disfrutar de un status económico y social mejor o peor. Sin entrar en sus exclusivos clubes, claro. Salvo como camareros y desde luego, si como producto de tanta proximidad naciera un hijo, este sería repudiado por la familia de su padre y por la de su madre. Cuando en el siglo XX se plantea la cuestión de la descolonización, las grandes potencias europeas van a tender a dejar de sátrapa, con un poder absoluto, a cualquier oficial o suboficial chusquero indígena. Este, salvo honrosas excepciones, a cambio de garantizar el mismo flujo de materias primas a la antigua metrópoli, se garantizará a sí mismo una inmensa fortuna en Londres, París, Amsterdam o Bruselas; y sus hijos estudiando con impresionantes resultados en Eton, Oxford o La Sorbona.

En el caso de España, no. España tenía, como digo más arriba, una estructura virreinal, que consideraba los territorios de ultramar como una extensión de los territorios peninsulares. Inicialmente, existían los virreinatos de Nueva España y del Perú, pero este último más adelante, se subdividió en los de La Plata y Nueva Granada. Pero me dirá usted -y con razón- que eso para los colonizados es indiferente. Pues tampoco, entre otras cosas porque habitar en los territorios de la Corona te hace acreedor exactamente de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro súbdito, estés donde estés. Para decirlo de manera que se entienda: no hay diferencia de derechos y obligaciones entre un habitante de Zamora y uno de Guayaquil, sea cual sea su raza ni sean quienes sean sus padres. Que por supuesto, pueden casarse con quien les dé la gana sin perder o ganar un solo derecho ¿Y los galeones españoles sacando oro de América? Preguntará usted, que ha visto un peliculón de Ridley Scott: pues eso es el quinto real. Vamos lo que hoy llamamos IRPF, paro aplicado solo a los que ganaban dinero con su negocio, y diez veces menos costoso que actualmente. Ya quisiéramos hoy, pagar solo un quinto de lo que ganamos. A cambio, estaban garantizadas las comunicaciones a través del continente, el libre comercio entre los propios territorios, los derechos individuales como que nadie pudiera esclavizarte, la creación de unas universidades más avanzadas que las de media Europa, la atención a las poblaciones más desfavorecidas y la seguridad del comercio frente a los piratas ingleses, franceses y holandeses. No parece un alto precio
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Pero la cuestión, al final, es que si usted se interesa por un tema, se sumerge horas, días y meses, en uno y mil archivos para investigarlo; y publica el resultado de su investigación, lo leerán cien o doscientas personas como máximo. En cambio, si cualquier productor de Hollywood se  inventa una historieta sin pies ni cabeza, sin ninguna base histórica y sin sentido alguno, todo el mundo lo aplaudirá y dará por buena la historieta sin siquiera intentar cotejarla. Y además les parecerá inmejorable la “ambientación”… Me too, pero nunca le dirán que todos los territorios de la Corona votaban por igual y que cada uno de ellos tuvieron sus propios representantes en las Cortes, cuando las hubo. Paradójicamente ,fue en ese momento cuando empezaron los procesos de independencia. Pobres indios…

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