lunes, 21 de septiembre de 2020

DE INDIOS, TONTOS E INDIOS TONTOS

 

Antes de comenzar este artículo, tengo que recordar a los pitiminíes y relamíos que las palabras no tienen sexo sino género. Y que yo utilizo el neutro, que sirve para designar indistintamente a hombres, a mujeres y a todo tipo de sujetos masculinos y femeninos.

Aclarado esto, he de señalar que sólo hay algo más repelente, más tonto y más ridículo que los cabestros que se dedican a destrozar mobiliario público, y a derribar estatuas en nombre de no se sabe qué remota afrenta. Afrenta que en todo caso habrían realizado sus antepasados a los indios, no los míos. Los míos se quedaron en la Península, pero éste es otro asunto. Sólo hay algo, digo, más insoportable que tener que aguantar a esta gentuza, y es ver a los “tontiacomplejaos” que piden perdón por ser españoles y que se creen que tienen parte de responsabilidad en semejantes “atropellos”. Pues tengo dos noticias para ellos, una buena y una mala. La buena es que nadie, repito nadie cometió atropello alguno en nombre de la Corona y mucho menos en vuestro nombre, en América. De hecho, nadie os conocía. Sería absurdo pensar que en trescientos años no hubo abusos e injusticias, claro. También las había en España, en Francia y en Inglaterra. Pero es obvio que, si tuvieron lugar, fue contraviniendo la Ley y evadiendo la vigilancia de las autoridades virreinales. Es como si ahora nos juzgasen a nosotros como civilización, porque existen violadores y pederastas. Claro que existen, pero son los menos y además están perseguidos. O deberían estarlo. Porque claro, vosotros que sabéis tanto de historia de América, sabréis la diferencia entre virreinato y capitanía general, así como las funciones de un virrey y las de un capitán general ¿no? Lo sospechaba. Esto es lo que pasa cuando tu única fuente de investigación histórica es el cine de Hollywood. Porque en el cine de Hollywood, como bien sabes tú que lo ves, los españoles eran conquistadores y los ingleses colonos. Los españoles recorrían América con coraza, espada y morrión, armados hasta los dientes; mientras que los ingleses lo hacían en mangas de camisa, con su familia blanquita y rubia, dispuestos a trabajar la tierra. Los indios del Sur eran altos, guapos y fornidos y los del Norte eran una especie de cucaracha escuchimizada. Los colonos del Norte eran, como digo, blancos y rubios; y los conquistadores del Sur eran renegridos, no se afeitaban, tenían los dientes separados y eran auténticas hienas libidinosas. A los indios del Sur, les atacaban unos monstruos sanguinarios, deseosos de robarles su oro; mientras que los pobres colonos del Norte solamente disparaban a los indios cuándo éstos les atacaban para arrancarles la cabellera. Qué otra cosa podían hacer.

Pues bien, la mala noticia es que a día de hoy no quedan prácticamente indios en el Norte, dónde tanto les cuidaron. Sin embargo, en el Sur dónde durante siglos estuvieron intentando exterminarlos, no sólo quedan muchísimos, sino que además existe el mestizaje. Y no sólo el mestizaje, que un mestizo es una mezcla entre indio y europeo, normalmente español. Es que, además hay y hubo desde el principio, moriscos que son mezcla de mulato y europeo; cholos o coyotes, que son mezcla de mestizo e indígena; castizos, que son mezcla de mestizo con español; mulatos, que son mezcla de negro y europeo o zambos, que son mezcla de negro con indígena. Negros que, por cierto, casi todos fueron traídos en barcos negreros desde África por esos benéficos vecinos del Norte y consiguieron escapar al infierno del Sur. Y para terminar de estropearlo, señalar que en el Sur, dónde a algún cenutrio de aquéllos se le ocurrió llevar la religión, crear universidades antes que en muchas partes de Europa y enseñar a los indios a leer y a escribir, así como transcribir su lengua para que no se perdiera, también hay blancos de ocho apellidos españoles, que se sienten ofendidos por la colonización. ¡Uy no, perdón! Por la conquista.

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