Sucedió que, en noviembre de
1985, mes y medio antes de España fuese miembro de pleno derecho de la entonces
Comunidad Económica Europea y hoy Unión Europea, mi amigo Recesvinto sufrió un
grave accidente. Consecuencia del mismo, Recesvinto acaba de volver de treinta
y ocho años de un larguísimo estado de coma. Tras la lógica conmoción de
Recesvinto y de su familia -su madre, en realidad-, he conseguido verle y,
finalmente, el otro día salimos a celebrarlo.
Como parece lógico, le
pregunté qué era lo que mas le apetecía hacer, lo que más echaba de menos
después de tanto tiempo y que yo, a pesar del cambio de mentalidad por el paso
de los años, estaba dispuesto a hacer sin más contemplaciones. Así que, en
primer lugar, nos fuimos a tomar el aperitivo y, si se terciaba, comer en un bar
o un restaurante. Lo primero que le extrañó a Recesvinto fue ver una botella de
aceite sobre la mesa y me dijo que qué gente más cutre, que ponía la botella en
lugar de usar una vinagrera. Le expliqué que es que ahora estaba prohibido usar
el aceite traspasado de la botella ala vinagrera
- ¿Y el vinagre, la sal y la
pimienta?, me preguntó extrañado
- Lo mismo, tienen que
ponerlos en botella y en sobres cerrados. Son normas comunes para toda Europa y
sirven para garantizar la higiene y la salud…
- Pues nunca hubiera pensado
que el aceite, el vinagre la sal o la pimienta fueran malos para la salud.
En esas estábamos cuando
Recesvinto me pidió un cigarro, diciendo que treinta y ocho años sin fumarse un
pitillo con una caña, se le estaba haciendo largo…
- No puedes, le dije
- ¡Mira, déjame en paz! Que mi
madre no me deje fumar porque esté preocupada por mí, es lógico: para eso es mi
madre. Pero que tú me digas que no puedo fumar…
- No, no, que no puedes fumar
dentro de un bar, que está prohibido
- Pues vámonos a otro bar…
- Está prohibido en todos. Y
en los restaurantes y en las tiendas y en el metro…
- Sí, bueno, lo del metro es
lógico en los vagones, pero…
- En todo el metro.
- ¡Madre mía! ¿Y eso? si en
los andenes y en los pasillos no molestas a nadie. Y en cuanto a los bares
¿quién va a un bar a en el que no te dejan fumar, o a un restaurante donde no
te puedes fumar un pitillo entre platos, o un puro después de cenar?
- Nadie. No existen.
- Al menos, podrás comprar
tabaco
dijo mientras se dirigía a la
barra para pedir tabaco al camarero. Este le señaló la máquina mientras le
ponía sobre la barra el mando a distancia. Pensando que eso no iba con él, se
dirigió a la máquina, echó sus monedas que ya controlaba, y se volvió al
camarero a preguntarle porqué o funcionaba la máquina. Menos mal que el
camarero le activó la máquina y pudo sacar el tabaco sin más incidentes. Luego
tuve que explicárselo: un menor no puede sacar tabaco de la máquina, aunque sea
para su padre que está a dos metros, en la barra. Sí, también la Unión Europea.
Más aún, un menor no puede comprar ni consumir alcohol, no ya en un bar, ni
siquiera en la vía pública. “¡¿De verdad, con las que nos hemos tomado en el
parque?!” Pues eso, también Europa.
Como es lógico, la
conversación fue discurriendo sobre aquello que fuimos y sobre todo, sobre las
cosas que hacíamos
- Ya mismo estamos en la
sierra recogiendo musgo para el belén de tu madre
- Bueno, verás… tampoco
podríamos ir a coger musgo para el belén. También se prohibió hace tiempo para
proteger la Naturaleza. Imagínate si todos nos dedicásemos a arrancar el musgo
que protege las rocas…
- ¡¿Que las qué?! ¿Y de qué
las protege, de la lluvia? Si a las rocas les da igual mojarse. Y, sobre todo,
si se mojan vuelve a salir el musgo. Cuando éramos jóvenes, cogíamos el musgo
para el belén en la sierra. Todo el mundo cogía el musgo para el belén en la
sierra y nunca se agotaba. Recuerdo que era uno de mis planes favoritos en
diciembre. Como lo era oler la quema de rastrojos al final de la
primavera o al principio del otoño, después de limpiar el monte… ¿Qué te pasa?
Algo debió ver demudarse en mi
cara, porque sin decirle nada me dijo
- ¿También prohibido?
- Sí: quemar rastrojos y
limpiar el monte, todo prohibido. De hacer una barbacoa en el campo o una
hoguera para asar sardinas o chorizos, ni hablamos ¿Te acuerdas? Pues acuérdate
bien porque no vas a volver a verlo
- Con lo bien que lo hemos
pasado y nunca jamás pasó nada ¿La maldita Unión Europea?
- Y la que no es unión, que
aquí también tenemos y hemos tenido grandes figuras. Políticos que en lugar de
dedicarse a lo suyo, que es administrar el Presupuesto, se han dedicado a
prohibirlo todo. Si a un político no le gusta la caza, prohibida la caza; si no
fuma, prohibido el tabaco; si no le gusta el alcohol, prohibido comprar alcohol
después de las diez de la noche… o sea que lo que no hayas bebido antes de las
diez, te lo bebes ya por la mañana. No sé si te has fijado este verano que no
había trampolín en ninguna piscina.
- ¡Es verdad, con lo bien que
lo pasábamos! No te has pegado planchazos hasta que aprendiste a hacer el
mortal…
- Prohibido
- No sigas, por favor.
Termínate eso y vamos a la Gran Vía ¿sigue abierto Tartufo?
- No, no, cerró hace muchos
años. Pero es que hay algo más: tampoco podemos ir al centro en coche
- No me digas que han puesto
controles
- Peor aún, cámaras. Cámaras
que te persiguen, te fichan y te multan sin que te bajes del coche.
- Anda ya ¿Como en la Unión
Soviética?
- Ojalá. Es una norma común a
toda la Unión Europea, para preservar el buen ambiente y disminuir la contaminación
en las grandes ciudades. Todo está lleno de cámaras.
- ¿Y qué se hace ahora para
ligar?
- ¡Uy, cuidado con eso! Ni se
te ocurra acercarte a una chica haciéndote el simpático ni el gracioso. Como
interprete que le estás acosando, estás listo. De momento, esa noche duermes en
comisaría. Y espérate si la interfecta no tiene un poco de mala leche, está
amargada o se encuentra una amiga que le dice que te puede sacar mucho dinero,
porque te lo saca. E igual conoces la cárcel por dentro. Ni siquiera te puedes
dejar llevar por tu instinto ligando por pantalla…
- ¡¿Por pantalla?! ¡Mira, ya
esta bien! Porque sé que esto no es más que un sueño, que voy a volver a mi
casa, me voy a acostar y cuando me despierte te contaré todas las chorradas que
me has dicho. Y después lo celebraremos con un barril de cerveza. ¡Menuda
pesadilla de futuro…!
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