martes, 10 de octubre de 2023

LA PESADILLA DE RECESVINTO

 

Sucedió que, en noviembre de 1985, mes y medio antes de España fuese miembro de pleno derecho de la entonces Comunidad Económica Europea y hoy Unión Europea, mi amigo Recesvinto sufrió un grave accidente. Consecuencia del mismo, Recesvinto acaba de volver de treinta y ocho años de un larguísimo estado de coma. Tras la lógica conmoción de Recesvinto y de su familia -su madre, en realidad-, he conseguido verle y, finalmente, el otro día salimos a celebrarlo.

Como parece lógico, le pregunté qué era lo que mas le apetecía hacer, lo que más echaba de menos después de tanto tiempo y que yo, a pesar del cambio de mentalidad por el paso de los años, estaba dispuesto a hacer sin más contemplaciones. Así que, en primer lugar, nos fuimos a tomar el aperitivo y, si se terciaba, comer en un bar o un restaurante. Lo primero que le extrañó a Recesvinto fue ver una botella de aceite sobre la mesa y me dijo que qué gente más cutre, que ponía la botella en lugar de usar una vinagrera. Le expliqué que es que ahora estaba prohibido usar el aceite traspasado de la botella ala vinagrera

- ¿Y el vinagre, la sal y la pimienta?, me preguntó extrañado

- Lo mismo, tienen que ponerlos en botella y en sobres cerrados. Son normas comunes para toda Europa y sirven para garantizar la higiene y la salud…

- Pues nunca hubiera pensado que el aceite, el vinagre la sal o la pimienta fueran malos para la salud.

En esas estábamos cuando Recesvinto me pidió un cigarro, diciendo que treinta y ocho años sin fumarse un pitillo con una caña, se le estaba haciendo largo…

- No puedes, le dije

- ¡Mira, déjame en paz! Que mi madre no me deje fumar porque esté preocupada por mí, es lógico: para eso es mi madre. Pero que tú me digas que no puedo fumar…

- No, no, que no puedes fumar dentro de un bar, que está prohibido

- Pues vámonos a otro bar…

- Está prohibido en todos. Y en los restaurantes y en las tiendas y en el metro…

- Sí, bueno, lo del metro es lógico en los vagones, pero…

- En todo el metro.

- ¡Madre mía! ¿Y eso? si en los andenes y en los pasillos no molestas a nadie. Y en cuanto a los bares ¿quién va a un bar a en el que no te dejan fumar, o a un restaurante donde no te puedes fumar un pitillo entre platos, o un puro después de cenar?

- Nadie. No existen.

- Al menos, podrás comprar tabaco

dijo mientras se dirigía a la barra para pedir tabaco al camarero. Este le señaló la máquina mientras le ponía sobre la barra el mando a distancia. Pensando que eso no iba con él, se dirigió a la máquina, echó sus monedas que ya controlaba, y se volvió al camarero a preguntarle porqué o funcionaba la máquina. Menos mal que el camarero le activó la máquina y pudo sacar el tabaco sin más incidentes. Luego tuve que explicárselo: un menor no puede sacar tabaco de la máquina, aunque sea para su padre que está a dos metros, en la barra. Sí, también la Unión Europea. Más aún, un menor no puede comprar ni consumir alcohol, no ya en un bar, ni siquiera en la vía pública. “¡¿De verdad, con las que nos hemos tomado en el parque?!” Pues eso, también Europa.

Como es lógico, la conversación fue discurriendo sobre aquello que fuimos y sobre todo, sobre las cosas que hacíamos

- Ya mismo estamos en la sierra recogiendo musgo para el belén de tu madre

- Bueno, verás… tampoco podríamos ir a coger musgo para el belén. También se prohibió hace tiempo para proteger la Naturaleza. Imagínate si todos nos dedicásemos a arrancar el musgo que protege las rocas…

- ¡¿Que las qué?! ¿Y de qué las protege, de la lluvia? Si a las rocas les da igual mojarse. Y, sobre todo, si se mojan vuelve a salir el musgo. Cuando éramos jóvenes, cogíamos el musgo para el belén en la sierra. Todo el mundo cogía el musgo para el belén en la sierra y nunca se agotaba. Recuerdo que era uno de mis planes favoritos en diciembre. Como lo era oler la quema de rastrojos al final de la primavera o al principio del otoño, después de limpiar el monte… ¿Qué te pasa?

Algo debió ver demudarse en mi cara, porque sin decirle nada me dijo

- ¿También prohibido?

- Sí: quemar rastrojos y limpiar el monte, todo prohibido. De hacer una barbacoa en el campo o una hoguera para asar sardinas o chorizos, ni hablamos ¿Te acuerdas? Pues acuérdate bien porque no vas a volver a verlo

- Con lo bien que lo hemos pasado y nunca jamás pasó nada ¿La maldita Unión Europea?

- Y la que no es unión, que aquí también tenemos y hemos tenido grandes figuras. Políticos que en lugar de dedicarse a lo suyo, que es administrar el Presupuesto, se han dedicado a prohibirlo todo. Si a un político no le gusta la caza, prohibida la caza; si no fuma, prohibido el tabaco; si no le gusta el alcohol, prohibido comprar alcohol después de las diez de la noche… o sea que lo que no hayas bebido antes de las diez, te lo bebes ya por la mañana. No sé si te has fijado este verano que no había trampolín en ninguna piscina.

- ¡Es verdad, con lo bien que lo pasábamos! No te has pegado planchazos hasta que aprendiste a hacer el mortal…

- Prohibido

- No sigas, por favor. Termínate eso y vamos a la Gran Vía ¿sigue abierto Tartufo?

- No, no, cerró hace muchos años. Pero es que hay algo más: tampoco podemos ir al centro en coche

- No me digas que han puesto controles

- Peor aún, cámaras. Cámaras que te persiguen, te fichan y te multan sin que te bajes del coche.

- Anda ya ¿Como en la Unión Soviética?

- Ojalá. Es una norma común a toda la Unión Europea, para preservar el buen ambiente y disminuir la contaminación en las grandes ciudades. Todo está lleno de cámaras.

- ¿Y qué se hace ahora para ligar?

- ¡Uy, cuidado con eso! Ni se te ocurra acercarte a una chica haciéndote el simpático ni el gracioso. Como interprete que le estás acosando, estás listo. De momento, esa noche duermes en comisaría. Y espérate si la interfecta no tiene un poco de mala leche, está amargada o se encuentra una amiga que le dice que te puede sacar mucho dinero, porque te lo saca. E igual conoces la cárcel por dentro. Ni siquiera te puedes dejar llevar por tu instinto ligando por pantalla…

- ¡¿Por pantalla?! ¡Mira, ya esta bien! Porque sé que esto no es más que un sueño, que voy a volver a mi casa, me voy a acostar y cuando me despierte te contaré todas las chorradas que me has dicho. Y después lo celebraremos con un barril de cerveza. ¡Menuda pesadilla de futuro…!

 

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