Aquél
que se encuentra callado, no lo está porque tenga un “callamiento”, sino porque
calla, sencillamente; todo el que ande despistado lo hará, no por tener un gran
“despistamiento”, sino un simple despiste; igualmente, si usted se encuentra
cansado, podemos decir sin temor a equivocarnos que es usted víctima del cansancio,
pero en ningún caso diremos que sufre usted mucho “cansamiento”; por último, si
su barco está fondeado en un puerto seguro, podrá usted respirar tranquilo
sabiendo que le sujeta una buena ancla, no un buen “anclamiento”. Vayan dos
cosas por delante: la primera, que casi todos estos conceptos ridículos están presentes
en el diccionario de la RAE, aunque no con el significado que usted cree; la
segunda, que hace muchos años que me da igual lo que diga la RAE, ya que se
consideran de uso normal conceptos que, debido a los medios de comunicación, aparecen
y desaparecen a una velocidad de vértigo.
Juro
por lo más sagrado que últimamente entro en crisis, y a veces hasta convulsiono,
oyendo y leyendo los medios de comunicación. No por el contenido de las noticias
relativas a nuestra querida España o al resto del mundo, que ya sería motivo
suficiente, sino por la forma de darlas. Vamos a ver, si la función de los
periodistas y comunicadores es informar, y el medio del que tienen que servirse
es el la palabra o la escritura ¿no hay nadie en las facultades donde estudian,
que se preocupe por el correcto uso del Lenguaje? Señoras y señores, una
persona aforada no lo está porque tenga un “aforamiento” sino porque es titular
de un fuero ¿Y qué es un fuero? porque me temo que aparte de no estudiar Lengua
Española, tampoco estudian Historia de España en sus facultades. Pues un fuero,
querida señora, es una ley especial, una ley diseñada específicamente para una
persona, una población o un grupo social concreto: los nobles, los latoneros,
los colonos del valle del Duero o los pastores de La Mesta. Todos ellos podían
ser aforados porque detentasen su propio fuero, pero lo que no detentaban en
ningún caso era un “aforamiento”. Y lo que es más importante, es lo más anticonstitucional
que la Constitución contiene. Es decir, después de ciento sesenta y nueve
artículos consagrando la igualdad de
todos loes españoles ante la Ley, los constituyentes plantaron una Disposición
Adicional Primera que se carga todo lo anterior reconociendo y protegiendo los fueros
de Navarra. Es decir, las leyes que hacen distintos a los navarros del resto de
los españoles. Después vendrían las provincias vascas y después todo lo que
ahora estamos sufriendo. Y lo que es peor, los españoles la votamos masivamente,
aunque yo entonces no tenía edad de votar. Me faltaba poco pero no llegué.
Pero
no es la intención de este artículo criticar nada de la Historia de España, ni
de las bondades o defectos de nuestra Constitución. Ya está siendo
suficientemente atacada, arrastrada y tergiversada como para que venga yo a apuntillarla:
es lo que tenemos y no hay más, así que habrá que defenderla. Pero para eso,
por favor, empecemos por hablar sabiendo de lo que hablamos, sabiendo lo que
decimos y por qué lo decimos. No es mucho pedir ¿no?