Parece ser que, en estos
tiempos de dictadura de la imagen sobre la palabra, hay que tirarse un cubo de
agua helada por encima para luchar contra el ELA. Bienvenido sea el chapuzón si
sirve para financiar la investigación. Y si sirve para espabilar a más de uno,
por cierto. Y es que como hemos visto tantas veces, una imagen no vale más que
mil palabras en estos tiempos de iletrados ilustrados, sino que vale más que centenares
de miles de palabras. Sobre todo si son palabras escritas. Qué le vamos a
hacer.
Según he podido leer, la campaña
ha sido un pequeño fiasco en España. Y es que resulta que, si bien todos los
famosos, famosillos, famosetes y perfectos desconocidos, han corrido a tirarse
un cubo de agua por la cabeza, a filmarlo y a colgarlo en su féisbu, en su
tuiter y en su instagram… Casi ninguno ha hecho la donación que debía acompañar
a semejante hazaña. Parásitos pagados de sí mismos, que no se paran ni ante la
desgracia ajena. En todo caso, bueno será todo lo que se recaude. Pero es que
además ha aparecido una especie de fiebre por informar sobre el ELA, por sacar
reportajes en todos los medios sobre la enfermedad, sobre el día a día de los
enfermos y sus familias… Una locura, oiga.
Es quizá el momento, no de
colgarnos medallas, que eso no ha de hacerse nunca a costa del sufrimiento de
los demás, pero sí de decir bien alto y bien claro para quien quiera oírlo, que
en El Tiro llevamos colaborando en la lucha contra el ELA desde 2011, por lo
menos que yo recuerde. Concretamente empezamos con el concierto de Los Granjeños
a favor de la Fundación ADELA (http://gonzalorodriguezjurado.blogspot.com.es/2012/09/el-concierto-de-los-granjenos.html),
pero en años sucesivos se incorporó a esta cena benéfica anual el grupo
revelación Dejà vu. Desde entonces, no han dejado de crecer el interés, la
recaudación ni la diversión de este importantísimo evento en El Tiro.
Sin fotos, sin vídeos, sin
feisbuses y sin instagrames, creo que es justo sentirnos orgullosos por haber
tomado la delantera en algo que no debe ser una moda pasajera, sino un
compromiso firme, asumido, discreto y permanente en el tiempo. Va por nosotros. Va por ustedes.
Gonzalo
Rodríguez-Jurado Saro
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