lunes, 29 de septiembre de 2014

Yo no soy de ninguna casta

Señor don Pablo Iglesias, Coordinador, Jefe, Presidente o Director de Podemos, que lamento no saber muy bien lo que usted es:

Le estaría muy reconocido si tuviera usted a bien dejar de llamar despectivamente “Casta” a los que, después de unas elecciones perfectamente legítimas, hemos pasado a formar parte de la Administración como funcionarios eventuales. Eventuales, señor Iglesias. Eso quiere decir que cada uno de nosotros nos justificamos cada día que vamos a trabajar y que si no lo hacemos bien, al día siguiente podemos estar en la oficina del INEM. Sí, en esa oficina que usted no conoce nada más que para ir a envenenar a los que han tenido la mala suerte de perder su trabajo. Porque esas cosas pasan, señor Iglesias, hay gente que puede perder su trabajo, incluso yendo a trabajar todos los días. No como los profesores universitarios, por cierto. Y luego nos llaman Casta ¿Sabe usted lo que es una casta?

Una casta es que el 96% de los profesores que han sacado una plaza, la hayan sacado en la universidad donde trabajan. Una casta es que el 57,6% del personal docente e investigador no tenga absolutamente ninguna actividad investigadora. Una casta es que exista la figura del “perfil” para convocar las plazas de profesores, de forma que la plaza se convoca única y exclusivamente para la persona a la que se quiere contratar. Una casta es que se convoquen plazas universitarias con nombre y apellido, de forma que sólo se puedan dar a una persona; por ejemplo, nombre: profesor titular de Historia Moderna, apellido: Historia de la Inquisición en La Alcarria, siglos XVI y XVII. Casta es que la Universidad se financie con fondos públicos sin ningún control, sin tener que dar cuenta alguna a los gobiernos autonómicos de los que depende; que sea mucho más fácil contratar a tu sobrino como indefinido que comprar un ordenador para el departamento. Por supuesto hablo de sobrinos por no hablar de novias, queridos, cuñadas, efebos, amantes y demás correcamas y soplapitos. Y casta es, señor profesor, que un mismo apellido se repita hasta la náusea en cualquier departamento de la Universidad española; o que se gane una plaza como regalo de boda, que eso lo he tenido que ver con mis propios ojos. A costa de quien sí se había preparado, claro.

Me parece legítima toda propuesta que usted quiera hacer para llegar al Poder, señor Iglesias. Dejemos lo de que viene usted a redimirnos, y llamemos a las cosas por su nombre. Pero en lo sucesivo le agradecería que fuera más respetuoso con los que a diario nos dejamos el pellejo porque creemos en lo que hacemos. Si no, espero que no exija usted ser respetado, claro.


Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

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