lunes, 1 de octubre de 2012

La Tía Tere

 

Tere no es mi tía. Ni siquiera le he llamado nunca tía Tere. Sin embargo sus sobrinos son como mis hermanos por lo que, cuando me hablan o les pregunto por ella, sí hablo de la Tía Tere. La Tía Tere es Tere Llorens y sus sobrinos -hermanos míos- son los Barbadillo Llorens. Y todos juntos con Ani, su madre, Pilar la tercera hermana y por supuesto los Lacasa Llorens, hijos de Tere, llevan dando vida a la vieja casa de la calle de La Botica número 6 desde que yo conozco La Granja, y aún muchas decenas de años antes. Dicen que en esa casa hay un fantasma y doy fe de que, si existe, no ha de ser ningún alma en pena. Todo lo contrario. Con decenas de personas de cuatro generaciones corriendo por sus escaleras arriba y abajo, lo que puede sentir cualquier habitante de esa casa es todo menos aburrimiento.
Por eso quiero hablar hoy de Tere. He ido a las tertulias que se formaban en la calle de La Botica desde que tengo memoria. Pero en la mismísima calle, como se ha hecho toda la vida en España: una silla por contertulio y a platicar, como dicen en México en perfecto castellano. Y no fueran aburridas esas tertulias, que ha habido días en que nos han dado las nueve de la noche. Cuando vivía Enrique era todavía más divertido pues, como buen ingeniero, siempre estaba arreglando cosas con una destreza increíble. Y a mí me encantaba ayudarle, me admiraba el orden y la precisión con que lo hacía todo y de mayor quería ser como él. Claro que ahora, de mayor, ni soy ingeniero ni soy como él, pero en fin, la intención era buena.
Y mientras tanto, Tere escuchaba a todo el mundo. No oía, repito, escuchaba que no es lo mismo. Desde su larguísima experiencia como madre, como esposa o como abuela Tere ha escuchado de todo y a todos... hasta que ha dejado de hacerlo. Y no por su voluntad precisamente, que la barca de su memoria ha roto amarras con la realidad y ahora navega a la deriva, sin rumbo. Sin saber donde se encuentra ni adónde va. Pero no sola, gracias a Dios, que a Tere no ha de faltarle, a ninguna hora del día ni de la noche la presencia de, sobre todo, uno de sus hijos. Pero también están pendientes de ella sus hijos políticos, sus nietos, sus hermanas, sus sobrinos… Desde niño me enseñaron, y así quiero enseñárselo a mis hijos, que en esta vida no se recoge nada más que lo que se siembra.
Una sociedad que es capaz de estabular a sus ancianos -no diré lo de los mayores ni la cursilada de la Tercera Edad, que los eufemismos son mucho más hirientes que la realidad- en centros donde “no les falta de nada”… excepto lo único que necesitan, que es el amor de su familia; que permite que sus niños se despierten solos por la noche o en casa ajena o incluso en el asiento de atrás de un coche porque sus padres TIENEN que salir; una sociedad en la que los niños insultando a sus padres sirven para hacer un espectáculo televisivo; una sociedad en la que se rompen las familias porque el matrimonio “no se aguanta” es, con perdón, un asco de sociedad. O sencillamente, no merece ese nombre. Y no me acuse nadie de meapilas ni de carca que, al menos en el caso al que me estoy refiriendo, no hay forma de cuadrar ninguno de esos adjetivos. Se trata sencillamente de humanidad, de educación y de ser bien nacidos.
Y es que siempre, siempre, por aterradora que sea la situación -que lo es- hay un ejemplo en el que mirarnos, una cuerda a la que sujetarnos o una luz para orientarnos. Un beso y gracias, Tere.
Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro


1 comentario:

  1. Gonza,
    No creo que haya palabras para explicarte cómo me ha emocionado lo que has escrito.

    Para mí, una parte (creo que la más importante) de La Granja es Botica: sus tertulias, mi familia, los amigos de la familia (donde NO te encuentras porque, como tú bien dices, eres nuestro hermano) una familia que se ha mantenido tan unida y durante tanto tiempo gracias por supuesto a sus increíbles pilares que son mi Madre, Pilar y por supuesto la maravillosa y adorable Tía Tere y el increíble Tío Enrique. Gracias a todos por habernos enseñado tanto…

    No sigo escribiendo, porque me va a dar la “llorera” y no es plan, teniendo en cuenta que estoy trabajando.

    Gracias mil veces Gonza por lo que has escrito y por ser como eres.
    Un beso,

    Rex


    Escrito por Regina Barbadillo 20/09/2012 12:45


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