lunes, 1 de octubre de 2012

Michelo

 

Hacía tiempo que te la debía, Michelo. Desde aquél ya lejano Febrero de 2011 en que escribí mi primer artículo en este pobre blog, te juro que no ha habido mes en que no haya pensado que te debía un sitio en él. Y es que cualquiera que conozca medianamente El Tiro, sabe que eres una parte importante de su historia. Que somos, en realidad. Aunque no cualquiera sabe que hubo uno “de fuera” que llegó a ser tanto como tú fuiste en El Tiro. “De fuera”, me refiero a un no-socio que se ha casado con una socia del Tiro y no ha pasado a ser “el marido de” y sus hijos no se han llamado por el apellido de la madre, como ocurre siempre.
Y es que no todo el mundo sabe que fuimos nosotros quienes bautizamos la “bebida nacional” de La Granja, el DYC con Coca-Cola, con el nombre de San Luis, en honor del Santo Patrón. Ni que había un loco que jugaba como nadie al pádel -entre otras cosas porque sólo en Puerta de Hierro se jugaba al pádel antes que en El Tiro- con un sanluis en la pista. Juntos hemos hecho lo que se puede contar y lo que no. Como la noche que te encontré en La Fundición, acorralado en un rincón y rodeado de un padre y tres hijos de Valsaín, dispuestos a no dejarte un hueso sano y me colé entre ellos, me puse junto a ti y nos abrimos paso a guantazos. Nunca he pasado tanto miedo y me he reído tanto a la vez. O como cuando empezábamos jugando un Penúltimo en con un porrón de vino o de cerveza y acabábamos bajándonos un porrón de sanluis de un solo trago. O la noche que, cenando en El Chato, empezamos con el “no hay huevos para…” y tomamos la siguiente en tu casa de Madrid, desayunamos por primera vez en Talavera de la Reina, en la churrería bar La Familia -¡cómo estaba la churrera!-; y por segunda en tu casa de Carrascalejos, en Trujillo. Después, como nos pillaba de paso, pasamos por Ávila a recoger tu DNI, que nunca entendí por qué demonios te lo tuviste que hacer tan lejos, y finalmente llegamos de nuevo al Chato para el aperitivo.
Siempre juntos, uno para todos, Paloma y tú con Ramón, Joaquin y yo más la que estuviera “de guardia”, en tu viejo Citroën GS devorando kilómetros, litros y canciones. Noches de fandangos, rumbas y rancheras, cuando Miguel se arrancaba:
Por tu amor, que tanto quiero y tanto extraño…”
Cuando Paloma tomaba el mando con la guitarra en la mano:
Él estaba en el campo haciendo surcos junto a las mulas…”
O Bambino lloraba en el viejo radio cassette:
Voy a mojarme los labios con agua bendita…”
Son canciones que cuando las oigo sonar -dentro o fuera de mi cabeza- me llevan a una época inolvidable y que nunca se volverá a repetir. Sin embargo, me considero un privilegiado por haberla vivido. Es más, creo que nadie puede decir de verdad que ha vivido una juventud feliz si no se le saltan las lágrimas al escuchar algunas canciones. Por eso te estoy escribiendo. Y por eso, precisamente, no puedo seguir. Un abrazo.
Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro


4 comentarios:

  1. Querido Gonzalo;
    Un nudo siento en la garganta al terminar de leer lo que has escrito de Michelo, nuestro Michelo. Y digo nuestro, pues me invade un sentimiento de propiedad sobre una historia común, de unos años donde fuimos inmensamente felices y donde unas cuantas personas compartieron el tiempo y el espacio junto a nosotros. Hay tantas historias que recordar, verdad Paloma, Miguel, Joaquín, .....tantas que pueden ser contadas y otras que merecen quedar sólo entre nosotros pues no serían entendidas cuando se sacan del lugar y del contexto.
    Curiosamente tu escrito coincide en el tiempo con lo que ha escrito Perico Castejón en la web Todomontería, pues este mes lo ha elegido como "personaje del mes"....Michelo no se ha ido, está entre nosotros, nadie se va definitivamente hasta que es olvidado por todos. Y Michelo siempre estará en nuestras almas, y en las de muchas personas que le conocieron, que le siguen llorando y recordando en umbrías y solanas, en plazas de toros, en fiestas de pueblo ....y en su hijos, pues escucha Gonzalo lo que te tengo que contar.
    Este pasado mayo, iba de noche en un coche por la calle lagasca, esquina Ramón de la Cruz. Iba con las ventanas cerradas. De repente, un hombre sale corriendo calle abajo, por la acera de la izquieda, seguido por una mujer que grita. Y por la acera de la derecha, sale otro hombre corriendo , muy rápido. Cruza delante de mi coche, se sube a uno de los que estaba aparcado y de un felino salto se tira encima del fugitivo, blocándole y tirándole al suelo. En el desconcierto, el fugitivo que era un ladrón, suelta el bolso que había robado de un tirón a la mujer que le perseguía y tambaleándose tira calle abajo. el héroe, no le persigue, prefiere recuperar el bolso, acercarse a la robada e interesarse por ella.....frené en seco y me baje para darle un abrazo al héroe, que jugándose su integridad había salvado a la mujer. Y a oscuras, vi a Michelo. Me quedé desconcertado. Estaba muy oscuro. Tembloroso por el flash que acababa de tener, me acerqué más y vi que era Santi Narváez, el gemelo, que se volvió a mí y al darle la enhorabuena me dijo..."Tio Ramón, no he podido evitarlo, me ha salido de dentro, le habían robado el bolso, y la han tirado al suelo...". Reconocí esa cara, esa expresión, esa actitud. Inmediatamente llamé a Paloma para que lo supiera, me había llenado de orgullo, ese niño lleva los genes de su padre.....y desde el cielo estará comprobando orgulloso que aquellos valores que enseñó no han caído en saco roto.
    Y tengo que decirte Gonzalo, que para mí el más fuerte recuerdo de Michelo y la Granja que me viene a la memoria está vinculado a unos patines, a esa bajadas que hacía en la urbanización de la Puerta del campo, y que tras unas cuantas bajadas y unos sanluises, acababa en el Puerto de Navacerrada. Allí arriba, de madrugada, se ponía el casco y unas rodilleras y se tiraba tumba abierta como los ciclistas. Como estaba muy oscuro en las revueltas, el coche trufado de locos le seguía de cerca para iluminarle y animarle. A veces a más de 80 km/h...y en las revueltas desaparecía en la negrura, pues los faros no podían girar a su velocidad. Poco tardamos en darle otra aplicación al farolín que llevábamos en el coche, y desde la ventanilla, le iluminábamos su descenso. Llegábamos a la boca del asno en muy poco tiempo, y ahora con el paso del tiempo quiero agradecer a los Santos que nos protegieron tanto tiempo a todos nosotros, pues trabajo les dimos a toneladas.
    Lo dicho Gonzalo, Michelo está entre nosotros. Muchos lo recuerdan levemente, otros pocos lo llevamos dentro, y te aseguro que he visto caer una lágrima este mismo año a algun hombre de muchos años y muchas monterías en sus espaldas cuando le recordaba a nuestro común amigo....por algo será
    Te agradezco Gonzalo esto que haces en tu blog, contar al mundo trozos de vida de algunas personas entrañables que gracias a ello el tiempo no borrará.
    Ramón Estalella Halffter

    Escrito por Ramon Estalella III 22/08/2012 19:02


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  2. Amén, Ramón. Es cierto que me he dajado mucho, muchísimo en el tintero -¿o ahora se debe dcir en el toner?- pero es que tendría tantas cosas que contar... y aún asi me dejaría otras tantas. Gracias por tu aportación y felicidades a Santi, dignísimo hijo de su padre.

    Hay una cosa que no he contado y es que, cada vez que paso por el cementerio de La Granja, me paro a mirar y a escuchar. Solo por si Michelo ha puesto a sus "vecinos" a cantar rumbas, a bailar sevillanas o a romperse el pecho jaleando un buen corrido mexicano. A mí no me extrañaría...

    Escrito por Gonzalo 22/08/2012 23:38


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  3. Precioso y emocionante tu recuerdo a Michelo, Gonzalo.

    Precioso también el tuyo, Ramón pero ....¡¡ estabáis como cabras entre Sanluises y patines!!!

    Escrito por Teresa Estalella 23/08/2012 19:34


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  4. Ni te lo imaginarías: un día íbamos todos en su coche, y yo conduciendo con Michelo patinando agarrado a la ventanilla trasera derecha. Al entrar en el túnel de República Argentina oigo un fuerte golpe, ruidos y Michelo que desaparece del retroivisor. Aterrorizados paramos el tráfico, nos bajamos a buscarlo y nos lo encontramos tirado en el suelo, entre mi rueda y la pared... y muerto de la risa.

    O el día que me hicieron novio. Como había matado mi primer venado en una montería donde no conocía a nadie, y a los que conocía no me hacían ninguna gracia, me callé y me esperé a que me hicieran novio mis amigos en Madrid. Michelo fue mi padrino. Todo bien hasta que decidió que, con el pelo rapado al uno con un cuchillo de monte y empapado con la sangre del venado -que llevaba dos semanas mtida en un bote de plástico y olía a demonios- , no era digno de ir en el coche. En consecuencia, me ataron las manos al parachoques trasero y así me llevaron desde la Ciudad Universitaria hasta Arapiles. Te ahorraré los detalles, pero las caras de la gente cuando me veían lo decían casi todo.

    Escrito por Gonzalo 24/08/2012 11:47


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