domingo, 30 de septiembre de 2012

Don Isidoro

 

De niño, siempre me pareció muy mayor. Ahora de mayor, me parece igual de joven que siempre. El caso es que nunca apostaría por la edad de Don Isidoro y, si lo hiciera, perdería seguro. Don Isidoro forma, para mi, parte de La Granja como la Colegiata, el cuartel de la Guardia Civil, el Dólar o Caballerizas. La única diferencia es que, mientras todos esos edificios cumplen años, Don Isidoro no los cumple. O por lo menos parece no cuimplirlos, que ya quisieran muchos tener el mismo "problema".
 
Hasta donde me alcanza la memoria, recuerdo las misas de diez de la mañana, los domingos en la Colegiata y Don Isidoro, con una paciencia infinita, aguantando la homilía con seis o siete niños correteando entre los sitiales barrocos del coro. No diré que alguna vez no interrumpiera la misa para mandarnos callar, lo cuál es perfectamente comprensible, sino que lo que no entiendo es cómo no agarró alguna vez una estaca y nos midió las costillas entre la Consagración y la Comunión.
 
Aunque solo fuera por eso, tengo una deuda de gratitud con él, pero es que además Don Isidoro es el cura que me casó y, a día de hoy, con bastante fortuna, que con la que está cayendo no es poco. A mi y a otros tantos de mi generación que, aparte del cariño por el "pueblo", cuando en Madrid tenías que pedir la parroquia con un año y reservar el restaurante con dos, en La Granja y Torrecaballeros eran todo facilidades, por lo que casarse en la Colegiata y celebrarlo en El Rancho de la Aldegüela se convirtió en todo un clásico. Hasta la Guardia Civil de Tráfico colaboraba entonces, aunque nadie me oirá criticar la dureza actual con los conductores bebidos, pero este es otro tema. Ya lo hablaremos. Solo por poner algún pero, diré que Don Isidoro se pasó mi boda dirigiéndose a mi como Gonzalo Antonio, ante la sorpresa y el jolgorio de propios, extraños, familiares y amigos. Y no es que se le pueda reprochar nada, ya que en mi partida de Bautismo -que no en el Registgro Civil- pone que me llamo Gonzalo Antonio Ignacio de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos. Lo de Gonzalo, porque asi lo quiso mi madre, lo de Antonio por mi padrino, lo de Ignacio por cierta pulsión jesuítica de alguien... y lo de Trini y lo de Santos, supongo que por costumbre. Mire usted, por lo menos no me llamo Froilán.
 
Recuerdo que una vez, hablando precismante de Don Isidoro con un amigo del pueblo, me contó que él ya no iba a misa porque éste le había echado una vez. Mi comprensión hacia el cura se incrementó mucho, cuando me terminó de explicar que le había echado por entrar a misa en bicicleta. Y es que hay rebaños que no los puede llevar cualquier zagal. En todo caso, me consta que Don Isidoro es un cura querido en su pueblo, no sé si con sus luces y sus sombras, pero que no deja pasar ocasión de pedir a "los de fuera" que se rasquen el bolsillo cuando llenan su Parroquia. Y hace bién ¿o no?
 
Gonzalo Rodríguez-Jurado

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