domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi opinión

 

Va para un año que, a propósito de las tensiones previas a la Junta General Ordinaria que se iba a celebrar en El Tiro, escribí mi primer artículo en Tiroleses. Entonces generé más debate y más participación que en todo el resto del blog, por cierto. Aquello me hizo pensar que asistíamos al despertar de un estado de opinión latente, que había sangre en nuestras venas y que, dentro de un debate ordenado y racional, podíamos contrastar nuestras opiniones sin pasar del debate al combate. Sin embargo, gracias a la civilizadísima -por todas las partes- resolución de aquél conflicto, las aguas se remansaron de nuevo y volvimos a la siesta… los que volvieron, que yo me quedé desde entonces “tocando las narices” y aquí sigo.
Parece ser que ahora, en la fase previa a la siguiente Junta General Ordinaria, volvemos a tener polémica o, cuando menos, división de opiniones. Bienvenida sea. Me refiero, como casi todo el mundo intuye, a la decisión que la Junta ha de tomar -si no la toma el Presidente de oficio, que es su prerrogativa- respecto a la sanción aplicable a los autores confesos de la salvajada sin paliativos que, al parecer, llevaron a cabo hace poco unos socios menores de edad en los vestuarios y en la piscina. Desgraciadamente para mí, tuve la oportunidad de contemplar la “obra de arte”, no sin congoja, rabia o no sé exactamente el qué. Pero puedo jurar que sólo verlo producía malestar para todo el resto del día. Y como consecuencia de ese malestar, unas ganas irrefrenables de coger a alguien por el cuello y preguntarle por qué. Estoy hablando de todos los cristales rotos, de todas las cortinas arrancadas, de las puertas de los baños literalmente atravesadas a patadas y puñetazos, los espejos hechos añicos, los urinarios arrancados de cuajo y reventados contra el suelo, las duchas de la piscina tumbadas…
Sin embargo, tengo asumido que entre personas civilizadas no cabe la venganza sino la Justicia. Y que la Justicia pasa, en primer lugar, por la reparación del daño causado si fuera posible y, en segundo, por la sanción ejemplar para disuadir a posibles imitadores. Lo primero, al parecer, no reviste problema alguno pues parece ser que los padres de las criaturitas -también víctimas, no lo olvidemos- han asumido la reparación del desastre, como por otra parte cabía esperar. Lo más complicado es lo de la ejemplaridad. ¿Quién y cómo ha de asumir la labor de castigar a los culpables? Si la Justicia delega en los padres esa responsabilidad ¿debemos nosotros como club además castigar a los padres? A mí, sinceramente, no me parecería justo. Si esta barbaridad hubiera sido cometida por mayores de edad, imputables y penalmente responsables, sería el primero en pedir su expulsión fulminante del club sin derecho a volver en los siguientes quinientos años. Pero no es ese el caso. Imaginemos que tomamos esa medida. Estaríamos, en mi opinión condenando a los padres a venir a La Granja con una enorme limitación, como sería la de tener un hijo adolescente al que debes dejar suelto por el pueblo -con los antecedentes del angelito- mientras tú estás tranquilamente en El Tiro jugando a las cartas o haciendo deporte. Por muy mayor que sea ¿alguien cree de verdad que podría venir a La Granja en esas condiciones? Pues si usted es así, allá usted. Yo no podría y, en ese caso extremo, me plantearía si compensaba seguir viniendo a La Granja.
Para decirlo llanamente y sin rodeos: mi opinión, si es que a alguien le interesa, es que El Tiro debe cobrar -un euro encima del otro, eso sí- los destrozos a los padres, y tras una sanción testimonial, que no exceda de los tres o seis meses de expulsión, dejar que sean los propios padres los que despachen con sus hijos. Nadie mejor que ellos puede, ni sabe cómo hacerlo.
Por lo demás, que Dios nos pille confesados al resto de los padres, que no seré yo quien tire la primera piedra.
Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro


2 comentarios:

  1. Gonzalo, desconocía tal echo ya que muy a mi pesar no voy al pueblo hace tiempo. Estoy de acuerdo completamente contigo tal como planteas la sanción a los chavales y la responsabilidad de los padres. Esta claro que les toca a ellos la "sanción" correspondiente dada la edad, Si responden de los daños y asumen su responsabilidad, asunto concluido. El que incida en su estancia en el pueblo sin el Tiro no tiene mucho sentido.

    Escrito por Wencho Gullon 26/01/2012 14:45

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  2. Gracias Wencho, eso me parece a mí. Y si mi blog te sirve para seguir en contacto con "el pueblo", ya habrá servido para algo útil. Un abrazo, y otro a Elena

    Escrito por Gonzalo 26/01/2012 20:12


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