Un buen paseo

 

Líbreme Dios de intentar competir con José Luis Sartorius en la descripción de salidas, rutas y excursiones partiendo de La Granja. Doctores tiene la Iglesia y quien sabe, sabe, faltaría más. A los distintos medios en los que ha publicado sus artículos me remito. Sin embargo, aunque uno no es montañero de talla internacional, ni siquiera nacional o regional reconocida, sino más bien un paseante por caminos ya trazados por otros y con poco desnivel, no puede evitar caer en la tentación de compartir sus experiencias.

Ya mencioné en algún artículo anterior mi afición a recorrer el camino de Las Pesquerías que, para quien no lo conozca, es una ruta trazada y perfectamente señalizada por el Ayuntamiento que, bien en sentido de las agujas del reloj o en el sentido inverso, recorre toda la carretera por la cuneta izquierda, desde el pueblo hasta el puente sobre el pantano; allí gira a la izquierda y, entre jaras y pegado al pantano llega hasta el lugar donde éste recibe el río que viene desde Valsaín. Pegado a él y a la sombra de pinos gigantes llegas hasta allí, justo hasta el puente que une Valsaín y la Pradera, delante del Palacio Real; desde allí, por la carretera hasta la serrería que hay antes de salir del pueblo hacia La Granja, a la derecha; por esa calle subes y te incorporas a un camino -éste ya asfaltado- que parte desde detrás de la serrería, a través de pinos y robles hasta la caseta del guarda que hay en la subida hacia El Chato. No obstante, si hay alguien a quién no le guste el olor a pino, le desaconsejo esta ruta, ya que a ambos lados del camino se apilan toneladas de pinos recién cortados, sangrando su resina e inundándolo todo con su olor. Y cuando digo que se apilan, no lo digo en broma, que son murallas de no menos de cinco metros de altura y quince o veinte de largo de gigantes tumbados al borde del camino. Hay que verlo, no se puede contar. De ahí, bien pegado a la tapia de Los Jardines o bien por la carretera, hasta el pueblo para cerrar el círculo iniciado en la carretera de Segovia. En general se trata de un camino bastante llano y con muy poca dificultad que recibe su nombre del arreglo que, en época de Carlos III se hizo sobre los márgenes del río, tanto para facilitar la labor de los pescadores que necesitaban suministrar truchas al Palacio cuando la Corte se encontraba en él, como para construir saltos de agua en los que ésta se oxigenase para mejorar el hábitat de los peces. Nada que ver, por tanto, con una calzada romana, como tantas veces hemos pensado algunos y que, aunque existe, se encuentra en otro lado de la sierra. Aunque sólo sea por ver las ingeniosas obras de acondicionamiento del río para los pescadores, hechas sobre el duro granito, merece la pena recorrer este camino. Si además el reloj te permite despacharte un par de huevos fritos con chorizo y un buen jarro de vino en Valsaín… todavía habrá quien dude que Dios existe.

¿La mejor época del año para recorrerlo? Cualquiera. Solamente en el tramo más escarpado, que es el último tramo del río antes de llagar a Valsaín, había que tener antes un poco de cuidado en primavera y en otoño, si había llovido mucho, porque era una pared por la que resbalaba el agua hasta el río. Sin embargo, eso ya está arreglado y canalizado. Por lo demás, en verano se hace el noventa por ciento del recorrido a la sombra. Y malo sea el día que en La Granja haga calor a la sombra. Que haberlos haylos, pero son los menos, afortunadamente. Y en invierno, pues invierno es. Ya se sabe, esto es La Granja y tiene que gustarte, que si tienes miedo al frío mejor estás en otro lado…

¿Y la mejor indumentaria? También cualquiera, excepto el chándal. Eso sí, calzado fuerte, sea la época del año que sea. Por lo demás, carretera y manta…

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

Escrito por tiroleses el 25/10/2011 12:54