domingo, 30 de septiembre de 2012

Yesca pura

Eso es lo que son los pinares de Valsaín en verano. Siempre he pensado que, si dejas caer una cerilla a la altura de la caseta del guarda que hay subiendo al Chato, aún en el hipotético caso de que no soplara viento alguno, el fuego llegaría sin problemas a la misma falda de Peñalara. Sin embargo, afortunadamente, eso no ha ocurrido nunca ni creo que nadie en su sano juicio estuviera dispuesto a permitirlo, ni mucho meos a experimentarlo.
Todos los veranos, cuando desgraciadamente tenemos que oir en las noticias que el fuego ha matado a algún miembro de una brigada o a algún voluntario, me acuerdo de una pavorosa tarde, creo que era en Septiembre, en La Granja. Empezó a correr la noticia de que había fuego en Peñalara y, efectivamente, el humo empezó a verse -y a olerse- desde algunas partes del pueblo. Rápidamente se organizaron camiones que salían, creo, desde la plaza y alli nos montamos unos cuantos con más voluntad que preparación, y con no más de dieciocho años. Al menos, ese era mi caso y el de otros tantos que subimos en el mismo camión. Y la imagen que puede ver ese día, es la que digo que me vuelve recurrentemente a la cabeza cuando leo esas noticias. Nos habían organizado a los más inexpertos -o a los más pardillos- para ir, digamos, repasando lo que ya habían hecho las brigadas. Apagando rescoldos, para entendernos. En un momento dado, y no sé si por un cambio súbito del viento o porque el mismísimo Demonio nos quería con él, vimos como se formaba una pared de fuego a escasos diez metros nuestros. Pero una pared que, para mi, no medía menos de cinco metros. Aunque en realidad fuesen cuatro o tres, que es posible. Incluso que las llamas estuvieran a cincuenta metros, y que a mi me parecieran diez. Afortunadamente, la cosa no pasó a mayores y todos salimos crudos de aquélla. Pero lo importante es que el miedo que se pasa en esas circunstancias, se recuerda toda la vida. Tanto que la imagen vuelve a tu mente cada vez que oyes hablar de fuego en el monte.
Y de fuego en el monte estaba escribiendo cuando la memoria -o el Alzheimer, vaya usted a saber- me ha llevado a contar la batallita con la que me he desviado completamente del tema. La pregunta era ¿por que se queman todos los años miles de hectáreas de monte en España y nunca nos toca esa "lotería" en La Granja? Iba a decir afortunadamente, pero creo que la fortuna tiene poco que ver con esto. Más bien se debe, creo, a dos circunstancias peculiares del Pinar de Valsaín: Primero, que en ningún caso se podría construir nada, ni urbanización ni adosados, en el terrreno quemado por tratarse de una propiedad estatal. Y dos, que la explotación de la madera beneficia de forma directa o indirecta a todo el pueblo. Parece mentira, pero con esos dos cortafuegos se repite, año tras año, el milagro.
¿Sería posible "exportar" el modelo a otros lugares? Pues, lamentablemente, creo que no. No ya porque la propiedad de los montes sea privada, que a estas alturas de la historia no vamos ya a hablar de colectivización, faltaría más. Sino por algo que para mi es mucho más incediario, valga la expresión traída con pinzas. Me refiero a la capacidad que tienen los ayuntamientos de recalificar terrenos para que se pueda construir en ellos. Sí, ya sé que la construcción es una actividad económica "pasada de moda", pero las modas vuelven. Y a veces con mayor fuerza.
A lo que me refiero es a que, mientras en un ayuntamiento se pueda cambiar la calificación de un terreno de protegido a edificable después de haberse quemado, la propia Ley será la lata de gasolina que sirva para quemar el monte. Y ojo, que no estoy hablando ni siquiera de corrupción urbanística. Estoy hablando de supuestos perfectamente legales, aprobados en pleno y firmados por interventores y secretarios de cualquier ayuntamiento. De lo otro ni hablamos, porque daría para muchos artículos más.
Allá cada cuál haga lo que tenga que hacer en sus predios, que nosotros, al menos en esto, podemos estar muy satisfechos.
Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

1 comentario:

  1. Personalmente, soy partidario de declarar edificable todo el territorio nacional, excepto aquéllos terrenos que, por motivos medioambientales, históricos o culturales, deban estar especialmente protegidos. En este grupo incluiría, cómo no, el Pinar de Valsaín.

    Si un promotor es capaz de llevar todas las infraestructuras necesarias a su urbanización ¿quién es el concejal de Urbanismo para prohibírselo o, lo que es peor, para autorizárselo previo pago, sea intervenido o sea en maletín? ¿Nadie ha caído en la cuenta que ese sobreprecio se incluye en el preico de la casa y, al final, lo pagamos los que hemos votado al concejal de Urbanismo?

    Si, de una tacada, nos quitamos la corrupción urbanística y la devastación masiva de bosques, igual vamos por el buen camino para la recuperación económica. Sobre todo para la recuperación económica de una crisis provocada por la crisis de la construcción, en una economía que dependía en el 70 o el 80 por ciento de ella. En cuanto a los bosques sí, he escrito destrucción MASIVA. Y es que las cifras son aterradoras, máxime si las comparamos con el tiempo que tarda en recuperarse un bosque quemado.

    La parte mala es quitar el caramelo a ocho mil ciento ocho alcaldes y a ocho mil ciento ocho concejales de urbanismo, muchos de los cuáles no saben hacer "otra cosa". La parte buena es que no todos ellos, ni siquiera -creo- la mayoría, son así. Y hablo con conocimiento de causa, que trabajo en un ayuntamiento que ha padecido el zarpazo de la corrupción y conozco otros muchos, y meter la mano en la caja no es tan fácil, afortunadamente.

    Lo siento, soy un optimista enfermizo.


    Escrito por Gonzalo 17/05/2011 21:04

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